Los peligros de destapar la corrupción
A pesar de las buenas palabras, a algunas personas que han denunciado las corruptelas se las ha dejado en paro.
A pesar de las buenas palabras, a algunas personas que han denunciado las corruptelas se las ha dejado en paro.
Detenerse en lo que permite el entendimiento en una sociedad que ha trascendido a la tribu cada vez es más complicado.
Cambiar para que nada cambie comporta retorcer la forma sin modificar el fondo, que es lo que debería transformarse.
Vivimos en la era de la degradación de la atención: no nos fijamos en las imágenes ni en los rostros de los demás.
Colaborar de manera eficaz exige, antes de nada, la voluntad de trascender la moda e integrar una lógica particular.
La verdadera libertad y autonomía no es poder tener una opinión, sino decidir si queremos tenerla.
No es extraño que los niños den lecciones de dignidad y adultez a una sociedad histérica e infantilizada.
Quien manipula desprecia la verdad, a las personas y la vida comunitaria.
La aportación de las farmacias a la salud de los ciudadanos es una realidad acreditada desde hace muchos años.
La felicidad como objetivo político es menos atractiva que la justicia, pero no menos necesaria.
Para superar los problemas globales, no bastará con ceder todo al amor, aunque sea el amor a la humanidad.
No basta con apelar a las virtudes: hay que desearlas, practicarlas y predicarlas.
Aunque nos ahogue la incertidumbre, es tiempo de desconfinarse mentalmente y hacer planes, pero con cautela.
Para los pacientes crónicos, la farmacia es sinónimo de protección, seguimiento y ayuda en la gestión de la enfermedad.
A pesar de la necesidad de mantener la distancia física, hemos encontrado formas de ayudar a los más vulnerables.
¿Lleva razón Howard Gardner en su afirmación de que una mala persona no puede ser buen profesional?
Necesitamos una esperanza apoyada en los datos y los hechos, que muestre, inspire y aliente un cambio posible.
La obra del Nobel de Economía es un manifiesto para reconstruir los cimientos de un capitalismo que parecía obsoleto.
La gente desconfía de los opinadores y todólogos, una alegoría de cómo se mira en el espejo una sociedad egoísta.
En cada crisis tienden a ganar los mismos, reforzando aún más su posición.
Más allá de que hayamos salido mejores, iguales o peores, ¿habremos salido aprendidos?
El trumpismo no es una ideología sino una forma de comunicar con un lenguaje demagógico que utiliza las redes sociales.
Nuestra civilización va hacia algún sitio, eso está claro. Pero, ¿sabemos hacia dónde?
¿Qué estaríamos diciendo si, después de cuatro años enseñando sus cartas, Trump hubiese vuelto a ganar?
Ahora que se bate en retirada, queremos ver el trumpismo como un mundo acabado que no desemboca en nada.
Ser idiota en el sentido clásico del término empieza a ser la actitud más encomiable de resistencia política.
«Muchos buscan en la literatura una manera de escapar de la vida, pero yo persigo justo lo contrario».
Mientras debatíamos temas como la descarbonización, los agricultores clamaban por su derecho a sobrevivir.
La humanidad ha sido testigo de una interminable sucesión de matanzas en nombre de la religión y el color de piel.
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