Opinión

Ruido de fondo

Mientras Ethic reunía a ciertas élites para reflexionar en Madrid sobre temas ciertamente complejos y sin duda relevantes, como la descarbonización de nuestros sistemas de producción, los agricultores que venían desde distintas partes de España clamaban por algo más sencillo y tangible: su derecho a sobrevivir.

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
29
abril
2024

Artículo

Eran casi las diez de la noche cuando Ana de Quinto me llamó para advertirme: «Mañana los tractores bloquean Madrid. No sabemos si los invitados van a poder llegar a nuestro debate». Ana es la directora todoterreno de EthicLab, la agencia desde la que organizamos los eventos de la revista Ethic. Llevábamos meses trabajando en esa jornada, a la que iban a asistir altos cargos del Gobierno, presidentes de empresas y conocidos miembros de la sociedad civil para debatir sobre el Green Deal. Y ahora, tan solo unas horas antes de nuestro evento, las protestas de esas gentes del campo que sienten que el zigzag del progreso les está pasando por encima como un rodillo podían desbaratar todo nuestro trabajo.

Por supuesto, un gatillazo nuestro habría sido solo un pequeño efecto colateral, una nimia contrariedad en comparación con la angustia existencial que debe suponer presentir o saber que la historia, tan caprichosa a veces y tan implacable otras, te ha dejado en el lado de los perdedores. Pero para mí, ese desfile de tractores, justo ese día, tenía una fuerte carga simbólica y lo veía, claro, como algo que interpelaba al espíritu y al quehacer de nuestra revista.

Mientras Ethic reunía a ciertas élites para reflexionar en Madrid sobre temas ciertamente complejos y sin duda relevantes, como la descarbonización de nuestros sistemas de producción, los agricultores que venían desde distintas partes de España clamaban por algo más sencillo y tangible: su derecho a sobrevivir. «Toda realidad ignorada prepara su venganza», decía Ortega y Gasset. Imposible no acordarse de los chalecos amarillos y la ola de destrucción que asoló Francia hace unos años. Esa mecha, como sabemos, la encendió la chispa de un impuesto medioambiental al diésel decretado desde un despacho de París.

«Toda realidad ignorada prepara su venganza», decía Ortega y Gasset

Al final, nuestro evento transcurrió como estaba previsto y no hubo sobresaltos. Los ponentes llegaron a tiempo y los asistentes llenaron el Espacio Larra, que antaño fue la sede del periódico El Sol, símbolo durante una época de la España liberal e ilustrada. Mientras debatíamos, se escuchaba de lejos el rugido de los tractores avanzando por la capital, tapizando con sus consignas el asfalto desgastado de la gran ciudad. Sus proclamas dibujaban en el aire una brutal ironía. «No podemos convertir el futuro en una cortina de humo que tape los problemas que resquebrajan el presente», me dijo alguien durante el cóctel que siguió al encuentro. Y esa frase aún está dando vueltas en mi cabeza.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

La llamada de la tribu

Mario Vargas Llosa

Los liberales no somos anarquistas, queremos un Estado fuerte y eficaz, lo que no significa un Estado grande.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME