La España vacía (pero viva)
La sangría demográfica que atraviesa el interior de nuestro país es uno de los mayores retos de los próximos años. El empleo verde se configura como uno de los principales nichos de oportunidades para quienes apuestan por volver al pueblo.
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Plano largo y música de tensión. Un puñado de casas se amontonan en medio de la nada en un pueblo fantasma que espera la llegada de una autoridad que ponga orden y defienda a los vecinos. El viento silba y arrastra una planta que rueda por las calles sin detenerse como símbolo del vacío. Se trata de un estepicursor –más conocido como la planta rodante del desierto que sale en las películas de vaqueros– que, si por vacío fuera, podríamos ambientar en el lejano oeste… de España.
Según los últimos datos del INE, las zonas rurales de nuestro país pierden más de cinco habitantes cada hora y, con las estadísticas en la mano, las cifras están lejos de mejorar. La situación se presume dramática en lugares del interior peninsular, el gran agujero negro demográfico. Aunque, desde el año 2000, España ha aumentado su población en un 15,4%, trece provincias han recorrido el camino contrario. Casi la mitad de los pueblos españoles tienen menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, y la inmensa mayoría están por debajo de los 500 vecinos. Solo el año pasado, Castilla y León perdió 10.473 habitantes, fallecidos o emigrados a otras provincias o países, una sangría que también sufren otras comunidades vecinas como Extremadura, Asturias o Aragón.
Casi la mitad de los pueblos españoles tienen menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado
En medio de una sopa de cifras que invita cada vez menos al optimismo, la parte positiva es que en los últimos años se ha conseguido poner el asunto en la agenda política y mediática. Congresos, conferencias, labs, paquetes de medidas y ayudas económicas por parte de las administraciones son soluciones que, aunque hoy en día son las más recurrentes, no son suficientes para paliar un problema arrastrado durante décadas. El principal motivo del éxodo rural ha sido siempre la falta de oportunidades laborales, por lo que generar puestos de trabajo se configura como la piedra angular de la titánica tarea de la repoblación. E, inmersos en una transición ecológica necesaria para la supervivencia del planeta y en un cambio de modelo hacia la economía circular, la creación de empleo presenta una condición imprescindible: que sea verde.
«El empleo verde contribuye a preservar y restaurar el medio ambiente, ya sea en los sectores tradicionales, como el agrario o el forestal, o en los emergentes, como son las energías renovables o el turismo de naturaleza. Actividades como la agricultura, la ganadería y la gestión forestal ya han hecho importantes esfuerzos en aspectos como aumentar la eficiencia del consumo de energía y materias primas, limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero o minimizar los residuos producidos y la contaminación», informan desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, desde donde también insisten en la importancia del fomento del empleo como catalizador sostenible de la repoblación.
La vuelta a la tierra
Los padres de Nuria eran agricultores y, precisamente porque conocían bien la dureza del campo, se esforzaron en que ella estudiase para que no tuviese que trabajar la tierra. Y así lo hizo: estudió Publicidad y Relaciones Públicas y trabajó durante años en agencias en Madrid, hasta que la crisis cerró su empresa. Entonces estudió un máster en Administración y Dirección de Empresas y se fue a Irlanda a mejorar su inglés. En unas vacaciones de Navidad regresó a su casa, en Almendra, un pequeño pueblo de la provincia de Zamora que no llega a los 200 habitantes. «Siempre había querido montar mi propio negocio, pero jamás pensé que estaría en la agricultura».
Así, en 2015 nació Agroberry, su pequeña empresa dedicada al cultivo de moras y la producción de mermelada y licor ecológico. Gracias a ella, en abril de este año viajó a Bruselas como finalista a nivel europeo de los Rural Inspiration Awards, galardón que logró llevarse a casa. «No hay alternativa a la agricultura sostenible si queremos que el sector sobreviva. Lo que sucede es que está mal enfocado, al menos en España. Aunque no nos guste, solo hacemos caso si nos tocan el bolsillo, y todos los certificados ecológicos que tenemos que pagar los que lo hacemos bien deberían financiarse con las multas de los que siguen con malas prácticas, porque todos tenemos que apostar por energías renovables, por reducir el consumo de agua y por controlar el uso de productos fitosanitarios», reclama.
«Si queremos conservar nuestras raíces y convertir nuestro país en un modelo innovador, cooperativo y líder en sostenibilidad, debemos contar con el medio rural, que está plagado de personas con talento que lideran ámbitos tan diversos como las artes, las ciencias o el diseño. Además, permite que los seres humanos contemos con tiempo para pensar, para concentrarnos en productos y servicios de calidad. Esto, unido al cambio que supondrá la llegada masiva de fibra para internet, lo convertirá en una oportunidad para un desarrollo sostenible de esta nueva ruralidad», explica Juan José Manzano, director de la empresa social AlmaNatura, enfocada en el diseño de experiencias de aprendizaje transformador con el objetivo de fijar población y revalorizar la vida rural a través de la tecnología, la educación, el empleo y la salud. «No solo estamos a tiempo, sino que será la clave para la sostenibilidad de nuestro país y del planeta, puesto que la masificación de personas en las urbes es una tendencia global. Muchos recriminan que es una utopía, y justo por ser utopía nos mantiene despiertos y activos ante el reto», añade.
Nuria Álvarez es testigo de esa realidad: «Estudié en colegios y universidades privadas, trabajé en empresas que manejaban presupuestos millonarios y se me llena la boca de orgullo diciendo que no soy una emprendedora, que soy agricultora, como mis padres y mis abuelos. He pasado de llevar traje y tacones todos los días para ir a trabajar en Madrid a ir con un mono y botas de campo en Almendra», reivindica Álvarez.
Juan José Manzano: «Si reactivamos el rural, conseguiremos cambiar el mundo»
Como medida para atraer a mujeres y hombres, jóvenes y talentosos, al mundo rural, desde el ministerio remarcan la aprobación de la Estrategia de digitalización del sector agroalimentario, forestal y del medio rural para eliminar las barreras técnicas y legislativas, y contribuir así al liderazgo del sector agroalimentario español y al poblamiento activo de las zonas rurales, objetivo principal del primer plan de acción bienal de esta estrategia. «Es necesario trabajar, por un lado, en asegurar la rentabilidad económica y las condiciones de trabajo y calidad de vida de los sectores clásicos vinculados con el medio rural, como son la agricultura, la industria alimentaria y el sector forestal. Y, de manera paralela, aprovechar los nuevos nichos de empleo y oportunidades de negocio que van apareciendo gracias a los desarrollos tecnológicos y a la evolución de nuestra economía, como el teletrabajo, el coworking, el empleo verde o las plataformas colaborativas», explican. Además, insisten en la importancia de favorecer el emprendimiento y el desarrollo de nuevos modelos de negocio. «Cabe destacar las iniciativas para promover e implantar las figuras de las smart-villages y start-up villages en nuestro territorio. Su presencia y desarrollo son elementos clave para conseguir un poblamiento activo, dinámico y captador de talento en nuestro medio rural», subrayan.
Traducir eso a una mejora real no es tarea fácil. Aunque la falta de empleo y la merma en los servicios básicos —cada vez menos rentables ante la falta de usuarios— siguen siendo los principales problemas, no son los únicos: a 1 de julio de 2018, únicamente el 48% de los núcleos de menos de 5.000 habitantes disponía de banda ancha de 30 Mbps, la más básica. Es decir, todavía existe una brecha digital que deja fuera a más de diez millones de personas en entornos rurales. Eso, sumado a la excesiva burocratización de las ayudas y a la falta de comunicación entre administraciones, hace que tomar la decisión de irse a trabajar o a emprender a un pueblo sea algo casi heroico.
Repoblación consciente
A la luz de estos problemas, por fortuna también han empezado a brotar soluciones. Hace unos meses, un par de jóvenes decidieron poner en marcha Yo Repueblo, una plataforma que pretende ser un puente entre las localidades que buscan atraer a nuevos moradores y aquellos que quieren irse a vivir a un pueblo. «Queremos ayudar a todas las personas y familias que buscan un cambio de vida, que buscan tranquilidad, cercanía, naturaleza, salud… Les ponemos en contacto con ayuntamientos de toda España que quieren darse a conocer y recibir a los nuevos pobladores y emprendedores con los brazos abiertos», explica Carlos López Brioso, socio de Yo Repueblo.
Iniciativas como Yo Repueblo pretenden ser un puente entre las localidades que buscan atraer a nuevos moradores y aquellos que desean mudarse
El planteamiento es sencillo: los pueblos suben una ficha con los servicios básicos o recursos de los que disponen y crean una bolsa de trabajo y de viviendas para ofrecer a los posibles habitantes. «El trato con los ayuntamientos es complicado porque muchos no tienen tiempo ni recursos para dar a conocer la plataforma entre sus empresas o atender a sus posibles usuarios. Por eso, queremos reenfocarlo mediante alianzas, de tal manera que las empresas puedan subir ofertas de empleo en entornos rurales y que los usuarios puedan crear un perfil en el que añadan su currículum y cuenten en qué tienen experiencia laboral. Así, el programa no solamente serviría para gestionar las bases de datos o los perfiles de los ayuntamientos, sino que pondría en contacto a empleadores y trabajadores de manera automática», cuenta este emprendedor. Yo Repueblo también consta de una bolsa de empleo para poner en contacto a empresas con teletrabajadores que pueden desarrollar sus tareas desde entornos rurales.
Aunque la comunicación es una de las asignaturas pendientes, destaca el papel de la Red Rural Nacional como escenario común para difundir información sobre los Programas de Desarrollo Rural (PDR), comunicar las oportunidades que ofrecen a sus beneficiarios potenciales y fortalecer las alianzas entre personas, entidades y administración. «No es que no haya ayudas, que las hay, pero hace falta mayor coordinación entre los actores, los orígenes de las ayudas y los ayuntamientos encargados de ejecutarlas. Ahora mismo, que eso suceda es casi imposible, porque cada institución tiene sus propias responsabilidades, campos y mecanismos de actuación. Desde Europa, cada vez más fondos se destinan a la creación de empresas en el entorno rural, que sería lo verdaderamente efectivo para luchar contra la despoblación. Al final, lo importante es que haya trabajo y oportunidades para irse a vivir al pueblo», reconoce López Brioso. Por su parte, Nuria Álvarez hace hincapié en la necesidad de que esas ayudas que existen sean realmente efectivas y lleguen, pero también en el conocimiento real del entorno. «Las decisiones se toman desde la concepción de los pueblos como lugar donde pasar el verano, pero sin saber qué pasa en invierno cuando el autobús no llega o los ancianos no pueden recoger sus medicinas. O se mete en la mesa de negociación a esa gente, o el problema de la despoblación no se va a solucionar», concluye
«La revalorización del mundo rural es una realidad que ya podemos tocar. Cada día, nuevos colectivos y personas organizadas comienzan a preocuparse por la tierra. Sin embargo, no es suficiente, son más los que se tienen que marchar que los que se quedan; el balance sigue saliendo negativo. La falta de empleo, de servicios públicos y de comunicación es lo que nos ha llevado hasta aquí», afirma Manzano. «Aun así, somos positivos, creemos que cada día se seguirán sumando más iniciativas y personas para buscar nuevas soluciones. Eso sí, no lo podemos hacer solos: ciudadanía, ONG, empresas y administración deben remar juntos si de verdad queremos cambiar la situación». Desde AlmaNatura, hace unos meses realizaron un mapeo de proyectos llevados a cabo por personas y entidades decididas a evitar que sus pueblos y comarcas desaparezcan. «La búsqueda de una vida más sana y sostenible también ayuda en este cambio de paradigma. Nos costará tiempo y esfuerzo, pero este mundo no puede seguir permitiéndose un consumo desenfrenado en un planeta finito y, en este tema, el ámbito rural tiene mucho que decir. Nosotros solemos decir que si reactivamos el rural, conseguiremos cambiar el mundo», concluye
«Muchos aquí se van y pocos vuelven, los que se quedan vagan como espectros rulfianos pero su corazón sin catastrar ignora la prisa y los registros». Los versos del poeta soriano Fermín Herrero ya ilustraban la dramática situación de los pueblos españoles antes de que el ensayo superventas de Sergio del Molino pusiera nombre al sentimiento de desamparo compartido por miles de personas durante décadas: esa España vacía que, aunque en su momento acogió a todos, a todos vio marchar. A nosotros o a nuestros padres o abuelos, y cuya figura se yergue ante nuestros ojos como un árbol al que se le pueden talar las ramas… pero no la raíz.
Este artículo fue publicado originariamente en el Número 8 de la Revista Circle (Diciembre de 2019). Puedes descargarte gratis el PDF de ese número en este enlace.
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