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El reguetón, fulminante promotor del español en el mundo

Desde 2023, la música urbana domina las listas de éxitos musicales en internet. Mensualmente, más de 300 millones de usuarios escuchan al menos una canción de este género en sus dispositivos. Y eso supone un dato que en ocasiones se pasa por alto: al ritmo del reguetón, el mundo está cantando en español.

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Natalia Ortiz
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11
julio
2025

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Natalia Ortiz

Reguetón. Acaso uno de los estilos musicales más denostados de todos los tiempos. Sin embargo, arroja más de 114 millones de resultados en el buscador virtual más curtido de internet. Bad Bunny, uno de los popes del género, se sitúa entre los diez artistas más ricos del mundo. El mayor festival del perreo, el Flow Fest, que se celebra en Ciudad de México, reúne a más de 200.000 personas. Además de los miles de millones de euros y dólares que mueve, son numerosas las estrellas que han coqueteado con este ritmo, entre otros Shakira, Jennifer López, Miguel Bosé o Madonna.

Y, más allá de las cifras, el reguetón ha revitalizado la industria musical y cultural. Gracias a sus letras, el español suena en los lugares más variados, desde estadios de fútbol a hilos musicales, pasando por bares, gimnasios, institutos y anuncios publicitarios. La música urbana es un potente motor que expande el idioma de Cervantes por los lugares más ignotos. Cada vez que Bad Bunny —Benito Antonio Martínez (Bayamón, Puerto Rico, 1994)— estrena disco, al menos la mitad de sus temas se colocan entre los más escuchados en Estados Unidos.

«El reguetón favorece la difusión del castellano y abre muchos debates sociales sobre la propia lengua. El idioma no es una cosa muerta, y el reguetón contribuye a revitalizarlo», apunta Pablito Wilson, uno de los mayores expertos en el género, autor del ensayo Reggaetón: Una revolución latina (Liburuak). En la misma línea, el crítico musical Rafa Cervera añade: «El reguetón y las músicas urbanas latinas han propiciado un cambio de paradigma en la hegemonía cultural. Antes, dominaba la cultura pop de habla inglesa. Ahora, el auge de lo latino implica, por descontado, el uso del idioma español».

Rafa Cervera: «El reguetón y las músicas urbanas latinas han propiciado un cambio de paradigma en la hegemonía cultural»

Y Darío Villanueva, académico de la institución que vela por su uso, la Real Academia de la Lengua, coincide. «Considero un poco exagerado eso de que el reguetón sea “el mejor embajador del español en el mundo”, pero en todo caso el hecho me parece positivo, pues viene a ofrecer un contrapunto al abrumador dominio del inglés en el mundo de la música pop». Junto a Álvaro Pombo, Villanueva analizó numerosas canciones para una sección televisiva que finalmente no cuajó, pero habla con soltura de temas como Chicken Teriyaki y Despechá, de Rosalía; Quédate, de Quevedo; Pistolas para un manco y Octopussy, de Israel B; Costa del Sur, Trapstar y No job, de Khaled o Bebé, Chica fantasma y Loyalty, de Albany.

Más que un género machista

Según la investigación El boom de la música urbana latina y la expansión del español a nivel global, realizado por la periodista Lourdes Moreno y avalado por la Universidad de Nebrija, el reguetón contribuye de un modo eficaz a expandir el español allí donde haya amantes de la música, ya que representa una cuarta parte de las listas globales. No en vano, es la tercera lengua más extendida del planeta, con casi 600 millones de hablantes, después del chino y el inglés.

El primer gran éxito del género, Gasolina, de Daddy Yankee, la revista Rolling Stone lo situó en el puesto número 50 de su lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Y otra de las más conocidas, Despacito, de Luis Fonsi, llegó a escucharse tanto que corrían los memes sobre el hartazgo ocasionado, utilizando esa icónica escena de la película Qué bello es vivir en la que Donna Reed rompe un vinilo que gira sobre el plato.

«Mamita, yo sé que tú no te me vas a quitar /(¡Duro!)/ lo que me gusta es que tú te dejas llevar/ (¡Duro!) / todos los weekends ella sale a vacilar/ (¡Duro!)/ mi gata no para de janguear, porque…/ A ella le gusta la gasolina / (Dame más gasolina)/ cómo le encanta la gasolina / (Dame más gasolina)», reza uno de los temas emblemáticos. Y es que la falta de elaboración en las letras, sus contenidos de alto voltaje sexual, las consignas machistas y la pobreza del mensaje son algunas de las críticas sistemáticas que recibe el reguetón.

Darío Villanueva: «El reguetón ofrece un contrapunto al abrumador dominio del inglés en la música pop»

«En los comienzos, era un género para bailar en el que, en efecto, lo sexual —lo porno, incluso— estaba muy presente, y todo ello con un estilo muy pobre. Todo el mundo acusa al reguetón de machista, pero ¿qué decir de otros géneros como el bolero o el tango? Puede que sus letras hagan un uso más bello del español, pero contienen mensajes muy machistas», apunta Wilson, al igual que Cervera: «Los Rolling Stones son los reyes en la categoría de misoginia, y a nadie parece importarle».

Sobre ese tema, Danny Romero, uno de los reguetoneros españoles más conocidos, comenta que «hay canciones cuyas letras no están demasiado trabajadas porque la intención es que la gente baile al escucharlas, que resulten pegadizas, como mi tema Agáchate, pero el reguetón es mucho más, esto está cambiando. Ahora se cuida más el uso del lenguaje y el mensaje, como se nota en mis canciones Punto final o Cosas locas, que están escritas para hacer pensar a quien las escuche. En Motívate, hablo de una chica que ha sido maltratada, y animo a retomar su vida».

Por su parte, Wilson añade que, hoy en día, también hay reguetón feminista, como el que hace Chocolate Remix, o con conciencia ambiental, como el de Compadres Recerdos, liderada por dos licenciados en Filosofía que afirman que «nos follamos a los colibríes», metáfora de cómo la megaminería destruye la biodiversidad. Otros artistas, como Cazzu, María Becerra o J Balvin, introducen asuntos relativos a la salud mental. Y algunas letras de La Mala Rodríguez, C Tangana, Karol G, Maluma o Rosalía tienen mucha miga. «Cambiaste las cadenas por esposas / No todos somos iguales en términos legale s/ Y eso esta probao en los tribunales / En lo claro, la justicia se obtiene con cascajos», escuchamos en Loíza, de Tego Calderón.

Orgullo de la lengua

«El castellano ha cogido otro nivel, ahora es un idioma muy respetado en la música. Quitando canciones sueltas, como Macarena, el reguetón me ha permitido cantar en castellano en Suiza, Marruecos, Portugal, Alemania, Italia o Estados Unidos, es algo muy heavy, algo que te hace sentir un orgullo muy grande de tu lengua», sostiene Danny Romero.

Por su lado, el estudio de Moreno confirma que la mayoría de los países se han rendido ante el reguetón y, por tanto, a la lengua española, salvo Reino Unido, donde los artistas latinos siguen relegados a la periferia de la industria.

La revista ‘Rolling Stone’ incluyó «Gasolina» de Daddy Yankee en su lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos

Sin embargo, que el reguetón es el vehículo de difusión del idioma no se pone en duda pero, ¿de qué español hablamos? Wilson responde que «da igual, lo interesante del reguetón es que se considera una comunidad, los latinos cantan en español, no distinguen entre el colombiano, el puertorriqueño o el español de España, al igual que ellos se sienten latinos, con indiferencia de su lugar de origen. De ahí que el reguetón admita todas las variedades no normativas del español, numerosas jergas o el spanglish».

Y, aunque la retórica no sea lo suyo, ¿esto atenta contra la lengua? «Efectivamente, la lengua del reguetón, lejos de competir con la de nuestros cantautores, que no renuncian a emular a los propios poetas, se mira más en el espejo de la jerga, pero no nos olvidemos de otros antecedentes como el lunfardo y el tango», afirma Villanueva.

Wilson se queja de que la RAE no haya respetado la grafía original de la palabra reggaeton, término acuñado por Daddy Yankee en 1994 que proviene de la reducción de las palabras reggae y maratón. No obstante, lo que está claro es que este género de ritmo sincopado, brotado de las zonas más humildes y marginales de Puerto Rico y Panamá (ambos países se disputan su paternidad), forma ya parte suculenta del mainstream (con perdón por el anglicismo).

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