¿Qué corrientes filosóficas imperan hoy?
Repasamos algunas tendencias de la filosofía y la ética que marcan los debates de la actualidad, como el estoicismo, la abolición del trabajo y el nihilismo.
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Quizá, cuando pensamos en corrientes filosóficas y actualidad, la primera palabra que se nos viene a la mente es «estoicismo». Y es que, en los últimos años, ha habido una proliferación de publicaciones y figuras públicas que hablan de las enseñanzas de Séneca y Marco Aurelio, si bien traducidas a poco menos que frases motivacionales que no tienen mucho que ver con los textos de estos pensadores.
Este estoicismo contemporáneo, dirigido sobre todo a la potenciación del individuo en términos de productividad empresarial o económica, poco tiene que ver con los pensamientos originales de los estoicos, que se orientaban más bien a dejar de depender de nuestras inestables emociones y conseguir un desapego sano de las fluctuaciones del corazón. Esta búsqueda actual de la imperturbabilidad podría deberse a los recientes sucesos que han alterado nuestro mundo, como la pandemia del coronavirus: si no podemos hacer nada por detener las sacudidas del mundo, debemos buscar controlar las nuestras. Una premisa que no está mal, pero ante la que hay que tener cuidado: debemos apostar por la moderación para vivir más a gusto con nosotros mismos, no porque eliminar el sufrimiento implique ser más productivos.
En el otro plato de la balanza, encontramos también expresiones modernas de las corrientes opuesta al estoicismo: el hedonismo y el epicureísmo. Se trata de quienes, frente a los influencers que afirman que levantarse a las 5 de la mañana y ducharse con agua fría es la solución a todos nuestros problemas, abogan por una concepción de la vida más amable, centrada en buscar la virtud en el placer y no en el trabajo. La fase tardía del capitalismo que nos ha tocado vivir y la obsesión con la hiperproducción económica ha dado lugar a corrientes de pensamiento que están en contra del trabajo asalariado como centro de nuestras vidas.
Es la idea, por ejemplo, que presenta el libro Gozo de la filósofa Azahara Alonso, una historia a medio camino entre la novela, el diario y el tratado filosófico en la que la autora se plantea por qué el trabajo y la utilidad tienen que ser lo que nos defina. ¿Por qué no, simplemente, dedicarnos a no hacer nada? En un mundo laboral cada vez más precario, en el que los trabajadores están cansados de que su esfuerzo no se vea reflejado en su calidad de vida, ya hay muchas personas, especialmente jóvenes, que rechazan la identificación personalidad-trabajo y optan por reducir la importancia que este tiene en el cuadro general de nuestra vida, una reivindicación que viene del marxismo y que tiene mucho que ver con esa búsqueda del placer individual que defienden tanto el hedonismo como el epicureísmo. Trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
Este estoicismo contemporáneo poco tiene que ver con los pensamientos originales de los estoicos
Pero ojo, la búsqueda del placer propio por encima de todo lo demás puede llevar al narcisismo, consumiendo placeres (y, en el caso de las relaciones amorosas, personas) de manera compulsiva. La reflexión sobre los cuidados y sobre la comunidad con valor más allá de lo individual también es uno de los grandes debates de la filosofía contemporánea.
Otra de las grandes preocupaciones de la filosofía actual es la reflexión sobre las comunicaciones y la información, la «infoxicación», término desarrollado recientemente por la joven Margot Rot en un libro homónimo. En la sociedad de la imagen y las redes sociales, la presencia continua y sin tregua de imágenes explícitas o violentas es una realidad que ha creado problemas tan graves como la adicción a la pornografía, una patología que afecta a la educación sexual de muchos jóvenes y que tiene consecuencias como las prácticas sexuales no deseadas o la insatisfacción del deseo por no corresponderse a los parámetros del porno. La sobresaturación de imágenes nos está también insensibilizando ante el dolor ajeno, una problemática que ya trató la filósofa Susan Sontag en su ensayo de 2003 Ante el dolor de los demás y que está a la orden del día debido a ese scrolling sin fin y sin sentido en el que se intercalan imágenes de cadáveres con memes y filtros divertidos. Se habla de un cierto nihilismo relacionado con la sociedad de consumo (incluido el consumo de imágenes) que responde a una premisa tan triste como básica: es tanta la información impactante que nos llega que al final termina por no afectarnos en absoluto.
Es tanta la información impactante que nos llega que al final termina por no afectarnos en absoluto
Además, la ética y bioética se han convertido en puntos de vista fundamentales para el desarrollo científico y tecnológico, especialmente en ámbitos polémicos como la gestación subrogada (recordemos el reciente caso de la hija-nieta de Ana Obregón, en el que la gestación se realizó con el semen de una persona fallecida) o las inteligencias artificiales generativas. Estas aplicaciones prácticas del pensamiento filosófico demuestran lo que ya afirmaba el humanista Nuccio Ordine: lo aparentemente inútil acaba teniendo utilidad, y mucha, en el mundo de hoy.
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