Cultura

Nuccio Ordine, el humanista eterno

El filósofo y profesor italiano, fallecido repentinamente en junio de 2023, cultivó un sincero humanismo en la memoria de multitud de lectores en todo el mundo.

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13
diciembre
2023

Cuando homenajeamos estamos realizando, sin darnos cuenta, un sibilino ritual: juramos fidelidad a la memoria de alguien a quien apreciamos o queremos destacar. Esta es la intención del presente artículo, redactado tan solo unos meses después de la entrevista que Nuccio Ordine concedió a Ethic.

León Tolstói escribió en su introducción a la novela Hadjí Murat que, durante un paseo en solitario por los caminos de su finca, vio un cardo tártaro tronzado por las ruedas de un carro. Logró arrancar una de sus flores tras varios intentos. Sus dedos quedaron heridos. La flor apenas conservó su belleza después del forcejeo. «Qué cara vendió su vida», escribió el filósofo ruso pensando en el guerrero checheno que combatió en el Cáucaso medio siglo antes de que se decidiese a escribir la novela. Hoy imaginamos a Nuccio como lo que fue, un hombre fuerte al que la muerte le visitó demasiado temprano.

Nuccio Ordine nació en Diamante, en la región italiana de Calabria, a orillas del mar Tirreno. Dedicó su vida al estudio, a la investigación y a la docencia, no solo en Italia, sino fuera de las fronteras de su amado país. Se licenció en Literatura Moderna en la Universidad de Calabria en 1982 y cinco años más tarde obtuvo su doctorado en Ciencias Literarias, Retórica y Técnicas de la Interpretación. Desde temprano, posó su mirada en el Renacimiento y en la riqueza cultural que engendró para el mundo. Del Renacimiento admiró a uno de los pensadores quizá todavía recónditos, Giordano Bruno, el polímata napolitano que acabó quemado en la hoguera por sus peculiares ideas. Tras su trabajo como periodista, Ordine se dedicó a la docencia en su alma mater, pero también en campus como Yale o Harvard en los Estados Unidos, el Instituto Warburg en Reino Unido, la Sociedad Max Planck en Berlín o la Escuela Normal Superior de París, entre otros centros de máximo nivel.

Nuccio fue un hombre sencillo, directo, algo parco según el momento y las circunstancias, pero siempre ameno, locuaz. Acostumbraba a colmar sus palabras de una vitalidad y un sentimiento de esperanza –en el futuro, en la supervivencia de las humanidades, en la capacidad del ser humano para iluminar su tránsito por el mundo– embriagador. Nunca pronunció una sola palabra que no encajase sin por ello perder la naturalidad que le caracterizó. Su humanidad competía con su pasión por el tema de la conversación.

Acostumbraba a colmar sus palabras de una vitalidad y un sentimiento de esperanza en el futuro y en la supervivencia de las humanidades

Para los prestigiosos sellos editoriales Bompiani y Les Belles Lettres, en Italia y Francia, respectivamente, dirigió una colección de obras clásicas de la literatura europea y tanto las obras completas de Giordiano Bruno como la Bibliothèque Italienne, también en países como Rumanía, Bulgaria, Brasil o Rusia. Por supuesto, no hay que olvidar la edición bilingüe en castellano y en italiano de Don Quijote de la Mancha para Bompiani de la mano de Francisco Rico y Angelo Valastro en 2012.

Nuccio consiguió un doble acontecimiento que resulta, cuanto menos, exótico. El primero de ellos fue aglutinar elogios a su pensamiento y compromiso con el conocimiento tanto de científicos (Fabiola Gianotti o Ilya Prigogine, premio Nobel de Química) como de eruditos como el historiador francés Marc Fumaroli o el pensador francés Pierre Hadot, quien en el prólogo al libro El umbral de la sombra. Literatura, filosofía y pintura en Giordano Bruno, de Ordine, le definió como «uno de los mayores conocedores del ambiente social, artístico y literario del Renacimiento y de los inicios de la Edad Moderna». El segundo de los acontecimientos fue poder gozar de un temprano reconocimiento: siete doctorados Honoris Causa, destacadas membresías en academias internacionales y la pertenencia a órdenes como la Legión de Honor, la Orden al Mérito de la República Italiana o la Ordre des Palmes Académiques, en Francia e Italia, entre una multitud de distinciones.

Con certeza es algo que podemos comprobar sus lectores. Sus libros ya eran ampliamente leídos y apreciados entre los lectores de Italia, España y Francia, pero de su extensa obra fue La utilidad de lo inútil el libro que se convirtió en best-seller en treinta y tres países. Acantilado acogió en castellano algunos de sus mejores textos. Por ejemplo, el delicioso Los hombres no son islas (2022), donde recopiló fragmentos de las obras de autores de diversas épocas a los que acompañó de unas breves impresiones de su cosecha. O el imprescindible Clásicos para la vida, subtitulado Una pequeña biblioteca ideal, en 2017, donde ofrece una serie de libros que consideraba claves para el enriquecimiento intelectual de cualquier lector que se precie como tal. También destaca su dedicación en prensa en medios como Corriere della Sera y El País.

El camino laborioso conduce a la verdad

En un pasaje del libro que ha publicado Acantilado bajo el título George Steiner, el huésped incómodo, con su seria jocosidad habitual, Nuccio escribe: «Llegado al término de este recorrido, me siento insatisfecho», reconoció. «Probablemente en estas pocas y modestas páginas he condensado de manera desordenada una serie de temas que a menudo fueron objeto de largas conversaciones con George. En nuestros frecuentes paseos parisinos y en los viajes a la ventura efectuados a Venosa, tras las huellas de Gesualdo, o a Crotona, tras las de Pitágoras, no faltaron nunca los largos diálogos, siempre bajo la enseña de la pasión, alternados con elocuentes silencios. (…) Muchas veces nos preguntamos sobre nuestro papel como profesores y sobre la función de los clásicos y de la enseñanza. A mi entusiasmo optimista, George opuso siempre su alma escéptica».

Nuccio tenía en mente el papel de la enseñanza como vehículo esencial para cambiar el destino mismo de la humanidad

Nuccio tenía en mente el papel de la enseñanza como vehículo esencial para cambiar el mundo. Ya no el mundo, el destino mismo de la humanidad. Su confianza en el ser humano se elevaba a casi un credo cuando hablaba del tema: la educación y la interdisciplinariedad, pues sabía bien que los saberes son solo uno. Es una ilusión hablar de campos separados que pueden encontrar verdad sin necesitarse los unos de los otros. Como las personas. La experiencia de vivir precisa de los bienes más preciados con los que podemos dotarnos a nosotros mismos: la amistad, la generosidad, la curiosidad sin fin, el amor por el estudio y la práctica de la bondad.

De Bías de Priene, uno de los Siete Sabios de Grecia, se dijo que cuando se dispuso a abandonar su ciudad natal, Priene, junto con la muchedumbre que escapaba del terrible asedio al que el rey persa Ciro II el Grande estaba sometiendo a la urbe, le preguntaron por qué iba tan ligero de equipaje, a lo que él contestó: «Conmigo llevo todas mis cosas». Imaginamos que Nuccio dejó atrás su vida portando como equipaje las muchas virtudes que cultivó en el jardín interior del espíritu, también de alegres vivencias, del amor de los suyos. Querido amigo, allá donde estés, gracias por habernos encontrado en el camino de la existencia.

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