Sociedad

Una época, un narcisismo

Si bien los datos cierran el debate de si esta es la mejor época, tampoco cabe duda de que la población es más narcisista que en décadas pasadas. El narcisismo no es algo nuevo, pero la era de los ‘selfies’ o las redes sociales lo ha exacerbado.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
30
junio
2023

Como es natural, los seres humanos consideramos que nuestros valores y costumbres presentes son las mejores que han existido. Ello no debería extrañarnos, puesto que por algo son tales los valores y costumbres a las que nos acogemos, pero no habríamos de considerar tal falta de perspectiva histórica como una forma de narcisismo.

Por otra parte, no toda época se considera a sí misma como predilecta. Hay tiempos en los que los seres humanos son muy conscientes de estar en un mal momento. Es bien sabido cómo la Primera Guerra Mundial destrozó por completo el optimismo y fe en el progreso que precedieron a su estallido. Las dos guerras mundiales, de hecho, tuvieron un enorme impacto en la imagen que tenía la Humanidad de sí misma y de los tiempos que le habían tocado vivir.

Para rebatir o contrarrestar el omnipresente etnocentrismo o cronocentrismo (que no narcisismo) lo mejor es acogerse, no a valoraciones subjetivas, sino a datos lo más objetivos posibles. ¿Hay menos hambre hoy en el mundo? ¿Hay más curas para enfermedades? ¿Hay mayor bienestar? Según los datos, y por más que le pese a muchos, parece que sí vivimos en un mundo mejor que antaño. También es cierto que, en algunos aspectos, es peor; por ejemplo, en cuanto a capacidad de compra de algunos artículos necesarios y acceso a bienes básicos como la vivienda, al menos en Occidente, con respecto a décadas no tan remotas.

Aun así, en términos generales, numerosos datos apuntan a una mejora de la vida humana. El libro Progress. Ten Reasons to Look Forward to the Future, de Johan Norberg, establece, por ejemplo, que la alfabetización mundial mejoró pasando del 20 % al 85 % a finales del siglo XX, y la esperanza de vida promedio mundial aumentó desde los 31 años en 1900 a los 71 a principios del siglo XXI. Se cree que las personas son más inteligentes, de acuerdo con el llamado «efecto Flynn». El acceso al sanidad se triplicó en los últimos treinta años. Las hambrunas pasaron de ser un fenómeno universal a una excepción que afecta solo a una pequeña fracción del mundo. Finalmente, la violencia global, ya sea homicidios o bajas de guerra, está en declive.

El narcisismo no es nada nuevo, pero sí que parece haber sido intensificado de modo radical en las últimas cuatro o cinco décadas

Lo que parece también claro, si atendemos al tema del narcisismo, es que sí vivimos una de las épocas más narcisistas que se recuerdan, algo que está relacionado con las nuevas tecnologías y la sociedad de consumo, que fomenta la exaltación del yo con la intención de fomentar un consumo desaforado (como herramienta para halagar el ego). Toda esta tendencia generalizada hacia el narcisismo está presente en el libro de Christopher Lasch, La cultura del narcisismo, de 1979, hoy publicada en castellano por Capitán Swing. Ya hace más de cuarenta años, este pensador fue muy consciente de los derroteros que estaba tomando la cultura occidental. Lo cierto es que el tiempo le ha dado la razón con creces, dando a luz una exacerbación radical de aquello que él postuló en su momento.

Dicho esto, el narcisismo no es un fenómeno nuevo. El propio mito de Narciso surgió en la Antigüedad a modo de moraleja, contra una serie de tendencias narcisistas que eran más que palpables, como el culto griego a la belleza, al cuerpo, etc. También en el siglo XVII, en El diablo cojuelo, se habla de cómo los jóvenes se hacían cucos a sí mismos «en una calle angosta llena de espejos, por una parte y por otra». El narcisismo no es nada nuevo, de eso no cabe duda, pero sí que parece haber sido intensificado de modo radical en las últimas cuatro o cinco décadas, dándose un claro proceso de aceleración en los últimos diez años, con fenómenos sintomáticos y reveladores como el boom del selfie, el surgimiento de las redes sociales, la obsesión con la identidad y la autorreferencialidad y la magnificación mediática del yo por vía de la interacción digital.

El narcisismo es un rasgo de inmadurez, que impide la satisfacción real de las personas (siendo, como somos, animales gregarios que necesitamos de otros para vivir sanamente). Por ello, además, podríamos afirmar que nuestros tiempos se ven dominados por formas de infantilismo muy generalizado, siempre asociadas a una cultura de consumo que nos invita «saciar» nuestros apetitos más inmediatos, dejando de lado nuestras necesidades a largo plazo, que son las que de veras habrán de servirnos para vivir verdaderamente mejor.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

La trampa del perfeccionismo

Pablo Cerezal

¿Qué se esconde detrás de ese esfuerzo diario por superarse a sí mismo que parece haber conquistado nuestra sociedad?

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME