«Por primera vez las nuevas generaciones van a vivir peor que las de sus padres»
Un año después del estallido de la pandemia, Emilio Ontiveros repasa los desafíos económicos que afrontarán España y el mundo, y revela sus fórmulas para reengancharse a un modelo que priorice el bienestar.
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Cuando se habla de economía, la de Emilio Ontiveros (Ciudad Real, 1948) es una voz indispensable. En noviembre de 2019 publicó ‘Excesos, Amenazas a la prosperidad global.’, cuando todavía quedaban unos meses para que el coronavirus se convirtiera en el centro de todo y sacara a relucir las grietas de las economías más avanzadas. Un año después del estallido de la pandemia, el presidente de Afi y consejero editorial de la revista Ethic, repasa los desafíos económicos que afrontarán España y el mundo en los próximos años, y revela sus fórmulas para reengancharse a un modelo que priorice el bienestar de las personas.
¿Cuánto y cómo cambiaría tu último libro si tuvieras que reescribirlo hoy?
El libro analizaba tendencias potencialmente dañinas para el sistema económico procedentes del interior del propio sistema. Muchas de esas amenazas siguen estando muy presentes hoy, y lo que ha hecho la pandemia ha sido acentuarlas y poner en evidencia la fragilidad y vulnerabilidad del modelo. Por ejemplo, la necesidad de que las empresas asuman una función objetivo más amplia que la mera maximización del beneficio de los accionistas a corto plazo, de que adopten un planteamiento que vele más por la comunidad en la que operan y se acerque a eso que se ha denominado «el capitalismo de los stakeholders». La otra defensa que hacía el libro era la del multilateralismo y la cooperación global frente a la insuficiencia de los intentos solitarios de países aislados, como hemos comprobado durante la administración de Donald Trump en Estados Unidos.
Volviendo a 2021, recientemente hemos conocido los datos del paro que, cinco años después, nos devuelven a más de cuatro millones de desempleados en España. ¿En qué se diferencia la actual situación laboral de la de 2016?
Probablemente, la principal diferencia radique en que, en esta ocasión, el desempleo está concentrado –en casi un 80%– en los sectores más directamente afectados por la pandemia: hostelería, comercio o turismo. Este es un factor con importantes implicaciones, tanto en sentido positivo como negativo. Positivo porque esa concentración invita a pensar que, una vez desaparezcan las limitaciones de movilidad, habrá efecto rebote y la situación volverá a cifras equivalentes a las de antes de la crisis con relativa rapidez. Negativas porque, cuanto más tiempo se tarde en reducir los efectos de la pandemia, mayor es el riesgo de que algunos de los daños ocasionados al empleo sean irreversibles. No hay que olvidar que una parte muy importante de ese paro afecta a empresas muy pequeñas y, por tanto, muy vulnerables.
«Las empresas deben dejar de mirar solo en el corto plazo y velar por los intereses de su entorno»
¿Es sostenible un país con 900.000 personas en ERTE?
La razón que subyace a los apoyos que, no solo en España, sino en el conjunto de Europa, se están dando al tejido empresarial en forma de ERTEs, préstamos, avales, ayudas directas u otras fórmulas, es que las empresas puedan aguantar con esa oxigenación artificial hasta que sean capaces de respirar por si solas de nuevo. Pero, a medida que pasa el tiempo, aumenta el escepticismo acerca de la capacidad real de supervivencia de alguna de esas compañías cuando llegue el día después. ¿Hay que seguir prestando esas ayudas? Sí, pero procurando que sean eficaces y no acaben en «empresas zombis» que terminarán por desaparecer en cualquiera de los casos. Además, es fundamental que, a cambio de esa respiración asistida, consigamos un ritmo de recuperación muy intenso desde el día siguiente del fin de la pandemia. Porque, aun con las previsiones más optimistas (algunos análisis hablan de crecimientos del 5% o el 6% anuales para España), vamos a tardar más de dos años en recuperar el terreno perdido en términos de valor de la producción de bienes y servicios.
«El sistema económico capitalista no está garantizando el bienestar de las personas»
¿En qué grado está el virus incrementando las desigualdades?
El incremento de las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza en las economías avanzadas es una tendencia que se viene observando desde hace ya casi veinticinco años. Paradójicamente, en la anterior, crisis las personas que más la sufrieron fueron las que menos habían contribuido a desencadenarla, y ahora está sucediendo algo similar. Quienes están engrosando mayoritariamente las filas del desempleo son los jóvenes y personas con niveles de cualificación relativamente bajos en el sector servicios. Por otra parte, la inestabilidad política y la polarización son fenómenos que están directamente relacionados con ese incremento de las desigualdades. El sistema económico capitalista, lejos de ganar adeptos, está esquinando y dejando en la cuneta a segmentos de la población. No esta ofreciendo esa igualdad de oportunidades que siempre ha ocupado la portada de su folleto promocional. Por primera vez en la historia de las economías avanzadas, las generaciones actuales van a vivir peor que las que les precedieron.
Hablemos de recuperación. ¿Por dónde empezará y a qué ritmo se producirá?
Hay razones objetivas para albergar esperanzas de una recuperación relativamente cercana. La primera y más inmediata es la capacidad para controlar la propagación del virus con la llegada de las vacunas. Eso no quiere decir que en Europa no hayamos perdido ya los tres primeros meses del año, pero hay fundamentos para pensar que lo peor ya ha pasado. En Europa los gobiernos han adoptado medidas de política económica muy agresivas, y tanto el Banco Central Europeo como la Comisión Europea están actuando, en mi opinión, acertadamente. ¿Será suficiente para absorber en 2021 los daños originados en 2020? Seguramente, no. Pero, si no hacemos estupideces, sí que podríamos ver dentro de este mismo año una tasa significativa de crecimiento en la economía española.
«España tiene un excelente capital humano y grandes empresas con capacidad de inversión»
Por último, si hoy te nombraran ministro de Economía, ¿qué medidas ocuparían los primeros renglones de tu agenda?
Sin duda, la optimización de esos 140.000 millones de euros que le van a corresponder a España del Fondo de Recuperación Next Generation de la Comisión Europea. Nuestro país podría, en dos o tres años, salir de esta crisis más fortalecido de lo que entró. España tiene un excelente capital humano, infraestructuras y grandes empresas con capacidad de inversión. Ahora nos ha tocado una especie de lotería con esos fondos europeos, pero creo que sería un error limitarnos a usar esos recursos para garantizar la recuperación. Hay que gestionar esa inyección de forma inteligente, no únicamente como factor de crecimiento, sino también de modernización. De esta forma, quizá el crecimiento no sea mayor en el corto plazo, pero sí será mejor. Ese objetivo exige inversiones dinamizadoras en sectores tecnológicamente intensivos, en transición energética o en digitalización. Y también exige abordar profundas reformas. Pero, igual que las penas con pan son menos penas, las reformas con 140.000 millones de euros también serán más digeribles.
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