Cambio Climático

La Navidad se olvida del cambio climático

La Navidad también es una buena oportunidad para consumir de forma responsable: evitar el desperdicio de alimentos o aprovechar las compras para impulsar el comercio local.

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23
diciembre
2017

Dice el periodista y escritor Bill McKibben que «no existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, seres queridos y tradiciones». Una afirmación llena de buenas intenciones que se diluye como un copo de nieve al tocar el asfalto, pues solo es necesario preguntar a un par de familias antagónicas para darse cuenta de que las tradiciones, como la Real Academia explica, son «costumbres conservadas en un pueblo por transmisión de padres a hijos». Y, por tanto, sí existe la Navidad ideal si se atiende al arquetipo que se ha fabricado y conservado de generación en generación. ¿Su radiografía? Calles y casas engalanadas con miles de luces, familias y amigos reunidos en torno a copiosas comidas y decenas de regalos traídos de Oriente (y Laponia para los más globalizados). Una combinación que produce alegría pero también un despilfarro que contribuye, una vez más, al cambio climático.

España es el país de Europa que más se gasta en Navidad, según el estudio realizado por la consultora Deloitte. Si en 2016 cada español ya desembolsó una media de 612 euros, este año el informe calcula que el presupuesto subirá hasta los 633 euros. Una cifra que nos sitúa en primera posición por delante de Reino Unido, que invertirá 614 euros; Italia, cuyo gasto será de 529 y de Grecia que reducirá el gasto hasta los 451 euros.

Los hogares españoles consumen de media un 20% más de electricidad en navidad

A pesar de lo elevado de las cifras, lo cierto es que el estudio no incluye gastos cotidianos que aumentan en estas fechas como el consumo energético. Mientras que las ciudades reservan una partida presupuestaria para vestir de luces sus calles todo el mes de diciembre y hasta pasada la visita de los Reyes Magos, los hogares consumen de media un 20% más de electricidad, según un estudio de la comercializadora Podo. Más allá del desembolso económico, lo realmente preocupante es que para dar respuesta al aumento de demanda se recurre a energía producida en centrales de carbón y gas. Las más contaminantes.

«Las causas hay que buscarlas no sólo en los adornos navideños, que sólo contribuyen, con un incremento aproximado del 3%, sino en la mayor utilización de electrodomésticos e iluminación porque cambia el patrón de uso de la vivienda», apunta el estudio de Podo. La conciencia climática y la necesidad de ahorrar han desembocado en adornos hechos con luces LED que gastan un 90% menos y tienen una vida útil de 50.000 horas frente a las 1.000 horas de las bombillas tradicionales. Sin embargo, a diferencia de otras celebraciones, las cenas y comidas de navidad siguen siendo mayoritariamente en casa, por lo que encender el horno y la vitrocerámica es algo casi obligado. «El consumo medio mensual de un hogar es de aproximadamente 270 kWh. Esta cantidad crece hasta los 350 kWh en el mes de diciembre por las fiestas navideñas», señala un estudio de la Asociación Nacional de Ahorro y Eficiencia Energética (ANAE).

La comida es, precisamente, uno de los rasgos característicos de la Navidad que más daño hace al medio ambiente. Numerosos organismos y asociaciones llevan años alertando de que el consumo masivo de carne, especialmente a través de la ganadería vacuna, contribuye muy negativamente al cambio climático. España es el décimo país más carnívoro del mundo con una media de 93 kilos anuales por habitante, según datos de la FAO. Una demanda que siempre aumenta en navidades y que las estimaciones realizadas por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados apuntan a que van in crescendo, ya que este año se consumirá entre un 3% y un 5% más que en 2016.

La multitud de citas que tienen lugar en navidad en torno a un plato de comida influyen en el cambio climático, principalmente, en dos momentos: el previo y el posterior a la ingesta. Antes de pincharle el tenedor a un chuletón, este ha pasado por un proceso cuyas cifras medioambientales son alarmantes. La ganadería, incluyendo el transporte y la alimentación de  ganado, representa el 80% de la emisión de gases de efecto invernadero que se producen en el sector agrícola. Una vez terminada la comida, la fotografía que más se repite en los hogares es una mesa aún repleta de alimentos que acabarán en la basura. Cada casa española tira una media de 76 kilos de comida al año, según la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios. La FAO advierte: «Cada año, los alimentos que producimos pero luego no comemos consumen un volumen de agua equivalente al caudal anual del Volga y son responsables de añadir 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera».

«Cada año, los alimentos que producimos pero luego no comemos son responsables de añadir 3.300 millones de toneladas de gases de efecto»

En la ecuación de la navidad perfecta no pueden faltar, como decíamos al principio, los regalos. Un mantra que en España seguimos a pies juntillas y que nos convierte en el tercer país del mundo que más dinero destina a regalar, solo por detrás de México y Rumanía, Según el Barómetro de Navidad que ha llevado a cabo el Grupo Ferratum. El estudio señala que cada uno de nosotros gastará para este fin el 29,6% de su renta. Un dinero que supone muchos regalos con sus correspondientes envoltorios de papel. La cruz de una moneda que supone un grave perjuicio al planeta mediante la tala de árboles y la cantidad de agua necesaria para su fabricación; Se usan alrededor de 324 litros de agua para producir un kilo de papel. Pero no solo de envoltorios se alimenta la industria papelera, el consumo de servilletas de este material aumenta en navidad un 30% respecto al resto del año, según el estudio Renova en colaboración con la consultora Kantar Worldpanel.

Se usan alrededor de 324 litros de agua para producir un kilo de papel

La Navidad también es una buena oportunidad para consumir de forma responsable: evitar el desperdicio de alimentos, aprovechar las compras de Papá Noel o de Reyes para impulsar el comercio local, comprar productos ecológicos (o no comprarlos: ¡no todos los regalos han de ser materiales!), reciclar los envases y el papel de los envoltorios o emplear luces de bajo consumo.

Felices, y sostenibles, fiestas.

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