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¿Ser hijo único afecta a la personalidad?

Algunos estudios han tratado de averiguar si tener o no hermanos puede influir en nuestros rasgos de carácter, como la sociabilidad o el individualismo.

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Andrei Mironov
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17
octubre
2025

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Andrei Mironov

A principios del siglo pasado, el médico y psicoterapeuta austríaco Alfred Adler (1870-1937) comenzó a desarrollar una teoría que indicaba la importancia del orden de nacimiento de los niños en el posterior desarrollo de su personalidad. Lo que hoy se conoce como «constelaciones familiares» fue establecido por Adler como toda una teoría que daría lugar a la escuela de la «psicología individual».

Según dicha escuela, el nacimiento de un hermano cambia el foco de atención de los padres relegando al hijo mayor, pudiendo provocarle una neurosis futura apuntalada en un carácter conservador y de imitación de los mayores. Por su parte, el segundo hijo desarrollaría una gran competitividad y ánimo de llamar la atención. Un tercer hijo se convertiría en el mimado y perezoso de la familia. Estaríamos hablando de diferentes caracteres de los vástagos de una familia numerosa. Para los casos de un hijo único, Adler afirmaba que este tendería a rivalizar de manera excesiva con su padre.

Aparte pionero en numerosos avances del estudio de la mente humana, podríamos considerar a Alfred Adler como precursor de numerosos mitos acerca de la conformación de caracteres típicos dependiendo del número de hermanos que tenga una persona. El del «síndrome del hijo único» es uno de ellos. Sigue siendo habitual considerar a que los hijos únicos son mimados, poco sociables y no muy dados a compartir, egoístas, dependientes de sus padres y con tendencia a la soledad.

Respecto a la capacidad de socialización de los hijos únicos, en 1996 un estudio realizado por psicólogos de la Academia de las Ciencias china demostraba que no existía ninguna diferencia, a la hora establecer vínculos sociales, entre aquellos niños que se han criado como hijo único y los que lo han hecho con hermanos.

Varios estudios niegan que los hijos únicos sean más egoístas o tengan más dificultades para compartir

Diez años antes, los psicólogos sociales Falbo y Polit, de la Asociación Psicológica Americana, publicaban un estudio en que demostraban que los hijos únicos no tenían más dificultades para compartir ni eran más egoístas que aquellos con hermanos. Más bien al contrario, los estudiosos aseguraban que los hijos únicos, debido a la atención individualizada recibida, tienden a desarrollar un mayor sentido de la responsabilidad y de la independencia. Obviamente, todo dependerá de que dicha atención recibida sea la adecuada por parte de los progenitores. La generosidad de los niños, como han demostrado numerosos estudios posteriores, está más relacionada con los valores familiares y cómo estos se transmiten que con la presencia o ausencia de hermanos.

En el polo opuesto de los mitos acerca de la conformación personal por ser el único hijo de una pareja se encuentra el de que aquellas personas nacidas en una familia numerosa desarrollan más el compañerismo, la solidaridad y la amabilidad. Si bien es cierto que las circunstancias en que crecen obligan a estos niños a ciertas dinámicas de negociación, no siempre dichas negociaciones llegan a buen puerto.

Al verse obligados a compartir recursos, los hijos de familias numerosas cuentan con el caldo de cultivo perfecto para adquirir esos valiosos rasgos de socialización. Pero, de nuevo, los valores por los que se rige el núcleo familiar, y la forma de transmitirlos, tienen un mayor peso en dicho carácter que el número de hermanos.

Los valores por los que se rige el núcleo familiar tienen un mayor peso en el carácter que el número de hermanos

En 2015, la profesora de la Universidad de Houston Rodica Damian desarrolló uno de los mayores estudios sobre la importancia del orden de nacimiento en la conformación de la personalidad. Para ello, implicó a 440.000 estudiantes de secundaria estadounidenses. Los resultados evidenciaban la escasa influencia del número de hermanos y el orden de nacimiento en el desarrollo caracteres más o menos generosos, colaborativos o sociables.

Sin embargo, en 2024, los científicos Michael C. Ashton, de la Universidad de Brock, y Kibeom Lee, de la Universidad de Calgary, publicaron los resultados del estudio más amplio, hasta la fecha, acerca de la importancia del orden de nacimiento y el número de hermanos en el desarrollo de la personalidad. Para ello, desarrollaron un test de personalidad específico en el que participaron más de 700.000 personas. Dicho test se enfocaba principalmente en la honestidad y humildad de los participantes. Los resultados parecen dar la razón a los diversos mitos que hemos indicado, llegando a aseverar que los participantes nacidos en el medio cuentan en mayor medida con dichas cualidades, seguidos por los primogénitos, los más jóvenes y, en último lugar, los hijos únicos.

No obstante, el estudio de Ashton y Lee no tiene en cuenta los factores geográficos, socioeconómicos, de combinación genética o de personalidad y valores de los progenitores, que son los que la práctica totalidad de estudiosos defienden, en la actualidad, como máximos determinantes del desarrollo de la personalidad.

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