TENDENCIAS
IMAGE-SSL :
Sociedad

La crisis de la mediana edad según Jung

El psiquiatra Carl Gustav Jung, fundador de la psicología analítica, sentenció que «la vida comienza a los 40», porque «hasta ese momento, solo se está investigando». Una máxima basada en su propio periplo vital y profesional.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
07
octubre
2025

El 26 de julio de 1915, el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) cumplía 40 años y daba por finalizada su relación con Sigmund Freud (1856-1939). Una década antes, ambos habían comenzado un intenso intercambio epistolar basado en el interés que suscitó en Jung la obra cumbre del padre del psicoanálisis, La interpretación de los sueños. Jung había nacido en una familia que no contaba con los recursos económicos para proveerle estudios universitarios en Arqueología, su primera preferencia, por lo que se inscribió en Medicina en la Universidad de Basilea, dando así inicio a una carrera que le convertiría en uno de los principales activos de la psiquiatría moderna.

No es difícil comprender la atracción que Jung sintió por las teorías de Freud. En su tierna infancia tuvo un sueño que, lejos de estremecerle, le llevó a preocuparse por el inconsciente. En aquel sueño descendía por un oscuro túnel cuyo recorrido se veía interrumpido por una cortina. El niño descorría la cortina para encontrar, al otro lado, una suerte de humano monstruoso cuyo rostro era un inmenso ojo sin párpados. En el sueño, su madre gritaba que contemplase bien a aquella bestia, que se trataba del comedor de hombres. Tras despertar, quedó anclado para siempre a la fascinación por las imágenes que el inconsciente humano es capaz de crear.

Finalizados sus estudios, comenzó a ejercer lo aprendido en una institución psiquiátrica en Zúrich, y enseguida desechó la visión reduccionista de la enfermedad mental que se tenía en aquella época. Para él, la mente funcionaba más allá de lo puramente material, y en sus procesos se implicaban con fuerza elementos simbólicos, culturales y espirituales. Fue entonces cuando se sintió atraído por las teorías de Freud y, en 1906, ambos comenzaron a enviarse largas misivas en las cuales compartían diferentes puntos de vista. Un año después se encontraron en Viena y, según declaró el propio Jung, estuvieron charlando, sin descanso, durante trece horas.

A los 40 años, Jung rompió relaciones con Freud por enfrentar a las teorías de este la propia del inconsciente colectivo

Aquella relación acabaría debido a su profunda discrepancia con la teoría de Freud sobre los impulsos sexuales como motor de las patologías mentales. Jung opinaba que en la génesis de dichas patologías se encontraban factores espirituales y culturales. Sin negar la importancia de lo inconsciente en la psique humana, consideraba que en gran proporción el funcionamiento de ese inconsciente respondía a una especie de memoria colectiva no exclusiva del propio individuo. Dicha memoria colectiva, según Jung, estaba constituida por las semejanzas entre los mitos y símbolos de todas las culturas. Cada persona cuenta, en su opinión, con una serie de recuerdos heredados de su propia cultura. Es lo que él mismo definió como arquetipos. Sus conclusiones sobre el inconsciente colectivo que le enfrentaron a su antaño mentor llegaron tras arduos estudios de numerosas culturas que incluían la filosofía propia de las mismas.

Hasta la edad de 40 años, en la que emprendió su propio camino en el campo de la psiquiatría, Jung no había hecho más que investigar. Entonces comenzó a vivir. Así ha llegado hasta la actualidad, como uno de los arquetipos que él mismo estudió, una frase en la que sentenciaba que «la vida comienza a los 40 años», porque hasta esa edad lo único que ha hecho el ser humano es investigar. A cada uno de nosotros le queda la opción de apreciar o despreciar dicha sentencia.

Según el psiquiatra, la primera mitad de la vida, que finaliza cumplida dicha edad, no deja de ser un período de aprendizaje y conformación de las ideas. Un período que, ineludiblemente, está marcado no solo por las propias expectativas sino por las de la sociedad circundante. Alcanzada la mediana edad, la persona comprende el punto de inflexión en que se encuentra y torna su mirada hacia el interior, desentendiéndose de los condicionantes sociales y aplicando lo aprendido con una mayor conciencia de los propios anhelos.

Lejos de las connotaciones negativas que socialmente tiene la llamada «crisis de los 40», Jung comprendía que el período de transición que marca el alcanzar dicha edad solo está orientado al inicio de un segundo período vital en que la persona puede caminar con mayor seguridad hacia la plenitud consciente.

Un período vital que él llamó de «individuación» en el que, ya integrados y asimilados los propios anhelos, deseos, miedos y decepciones, logramos utilizarlos conscientemente para emprender un camino más auténtico en que las influencias externas pasan a un segundo plano.

Sin duda, Jung dejó a la posteridad tal sentencia basándose en su propio recorrido vital, y a partir de los 40 años de edad comenzó a desarrollar la psicología analítica, una escuela cuya repercusión llega hasta nuestros días.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME