Diego S. Garrocho

Los amigos son aquellas personas que nos sirven de testigos para convertir la banalidad cotidiana en algo sólido.

Si la vida tiene algo de teatro, la primera juventud se parece mucho a un ensayo. Es decir, fingir y fracasar.

Pensadores como Gregorio Luri, Jorge Úbeda o Bianca Thoillez abordan la importancia de la educación en democracia.

En cuestiones éticas, la primera transgresión marca una pauta que perdurará para siempre.

Los juicios morales no dependen de nuestro contexto personal sino de qué acción justa podemos llevar a cabo.

Casi todos los debates contemporáneos giran en torno a la objeción o, lo que es lo mismo, la oposición a otro.

Es ahora cuando leemos como respiran las ballenas: tomando un aire que será imprescindible en la rutina del invierno.

A veces tenemos la necesidad de excusarnos por la culpa que sentimos, pero ¿no es esta también un síntoma de lucidez?

Las cosas nunca son como parecen porque casi siempre podemos soportar mucho más de lo que nunca habíamos imaginado.

Sin espacios de quietud, de silencio o de lectura estaremos condenados a la gran desesperación.

El otro, la mayor parte de las veces, no es más que ese vecino que vota a un partido al que detestamos.

Si la muerte es algo, es una necesidad; y la única manera de protegernos de ella es saber que llegará. 

Ser joven ha dejado de ser un rasgo cronológico o biológico para convertirse en algo que nos imponen los demás.

La omnipotencia es hoy un paradigma de lo humano, pero ¿dónde queda el derecho a fallar y a depender de los demás?

Es posible reconocer cierta sencillez en la calidad moral de quienes ejecutan acciones heroicas.

Hablamos de la precarización de nuestras vidas, pero olvidamos la fatiga moral y espiritual de nuestra cotidianeidad.

Aceptarnos de forma acrítica y vencida es un alegato en favor de una autenticidad narcisista.

Nada hay más revolucionario que invocar la belleza del pensamiento en un tiempo en el que queda restringida a la imagen.

Las personas albergan creencias y las creencias inspiran conductas pero, ¿qué es lo que debe tolerarse?