Productos «eco»… hasta que duele el bolsillo
La inflación aprieta la economía de muchas familias, haciendo que la actividad ecológica se resienta. Tanto es así que, según algunos estudios, aunque un 66% de los consumidores querría hacer más por el medio ambiente y el planeta, el precio de la vida los priva de ello.
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En Mira las luces, amor mío (Cabaret Voltaire), Annie Ernaux describe, retomando la expresión de Thomas Bernhard, el lugar de abastecimiento de los «comebarato», ese «enclave» del supermercado que comparte sitio con los productos para animales. «Mientras que el alimento para los gatos y los perros se presenta bajo una apariencia suculenta y alegre, los productos de gama baja para personas no son nada atractivos, apilados en palés en el suelo o sobre rejillas en repisas de madera», señala la autora, recientemente galardonada con el Premio Nobel de Literatura. Todo se vende en grandes cantidades, y hasta los frigoríficos tienen «aspecto pobre».
Un reciente estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) demuestra justamente que el porcentaje de «comebarato», esos consumidores que eligen los productos más baratos cuando hacen la compra, a los que no les importa tanto la marca sino el precio, está aumentando. Los hallazgos son claros: el 55% de los consumidores de alimentos «eco» está cambiando –o cambiará pronto– a marcas no ecológicas más asequibles. Y ello a pesar de que el 66% de los encuestados en España «querría hacer más por el medio ambiente y el planeta, pero el precio de la vida los priva de ello». Tal como señalan, «la infidelidad del consumidor ecoactivo se debe a la inflación».
Los precios están subiendo y los sueldos no logran seguir el ritmo. De acuerdo con Statista, el Índice de Precios de Consumo (IPC) sigue sin dar tregua a la economía española. El año pasado, por ejemplo, la variación de la media anual del IPC fue superior al 8%, un incremento en el coste de la cesta de la compra que no se registraba desde 2011, cuando los precios subieron un 3,2%.
No es que el consumidor no quiera seguir siendo «ecoactivo», sino que tendrá que dejar de serlo si no tiene las posibilidades económicas
El encarecimiento de la vida ha sido generalizado, con subidas en los precios de la energía, del transporte y de la alimentación. Ante esta situación, dice el catedrático Juan Carlos Gázquez-Abad, «es evidente que las aspiraciones ecológicas van a ser aparcadas». En febrero de este año, precisamente, la inflación de los alimentos alcanzó un pico del 16,6%, mientras que en abril la mantequilla había subido un 31,2%; los huevos, un 15,8%; la leche, más del 27% y el azúcar prácticamente dobló su precio, con un incremento del 49,6%.
De cara a estas cifras, surge la pregunta sobre si los consumidores otrora sostenibles están siendo infieles a sus valores. Los expertos de la UOC, sin embargo, señalan que no existe tal infidelidad: no es que el consumidor no quiera seguir siendo «ecoactivo», sino que tendrá que dejar de serlo si no tiene las posibilidades económicas. En efecto, el 63% de los encuestados afirma que es probable que vuelva a consumir alimentos ecológicos cuando su situación económica o la del entorno sean favorables.
La catedrática Neus Soler es optimista: el hecho de que los consumidores dejen de comprar productos «eco» no significa que perjudiquen completamente su ecoactivismo, ya que podrán seguir reciclando y potenciando la economía circular. Además, hay productos como los de limpieza «eco» que han conseguido mantener la lealtad de los consumidores. El 20% de estos, dicen desde la UOC, no tienen intención de volver a marcas no sostenibles a causa de la inflación, ya que anteponen su salud como prioridad.
Es cierto que en tiempos de crisis económica, cuando el dinero no es boyante, mantenerse firme en sus principios de comprar marcas «eco» puede ser una tarea difícil. Sin embargo, el consumo responsable no se reduce necesariamente a los alimentos. Comprometerse con el medio ambiente, por ejemplo, también es maximizar el provecho de los productos que adquirimos, reutilizándolos o comprando productos de segunda mano.
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