Los riesgos de la ‘operación bikini’: adelgazar el cuerpo… y la mente
Las conocidas como ‘dietas milagro’ llevan a quienes las prueban a rozar el límite de la obsesión por el peso. Con la temporada estival cerca, los expertos advierten de las perversas consecuencias de estas prácticas para el cuerpo y, también, para la mente: privar al cerebro de carbohidratos es aislarlo de su principal fuente de energía.
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En el reality The Biggest Loser, producido por la cadena estadounidense NBC, los participantes eran personas con un sobrepeso descomunal –en ocasiones mórbido– que superaba los 300 kilos. A lo largo del programa, algunos lograban bajar a la mitad. Otros, no tanto. Pero gracias al sometimiento a estrictas dietas monitoreadas por endocrinos y entrenadores, todos adelgazaron considerablemente. Con esta línea narrativa, el programa reventó todas los índices de audiencia y ocupó cientos titulares… incluso seis años después de su estreno. A partir de entonces, se desveló que la mayoría había recuperado el 70% de su peso y que consumían 500 calorías menos al día que la media de las personas de su edad y tamaño. Una prueba empírica que confirma las conclusiones de un reciente estudio publicado en la revista Nature: hacer dieta puede inducir un pequeño aumento de peso posterior, independientemente de los factores genéticos. Es acumulativo. Cuantas más dietas se sigan, más aumenta la probabilidad de engordar después.
La ‘operación bikini’ lleva décadas formando parte de nuestra cultura popular –algunos datan su inicio hace más de 40 años, justo cuando se inventó esta prenda de baño–, especialmente en los países desarrollados. Es lo que muchos llaman con desdén «los problemas del primer mundo», puesto que quienes se suman a esta corriente y empiezan a tomar medidas para bajar peso pocos meses antes de las vacaciones de verano no lo hacen por un motivo de salud, sino para lucir lo que es considerado como un buen cuerpo en la playa.
En España, la ‘operación bikini’ goza de especial fervor al ser un país rodeado de playas y con un clima que permite disfrutarlas durante más tiempo que en la mayoría del resto de vecinos de Europa. Un estudio del comparador de seguros Acierto alumbraba en 2016 que a las puertas del verano, unos cinco millones de personas estaban realizando algún tipo de dieta. Esto es casi uno de cada diez españoles. En la región de Murcia (foco de turismo playero) la proporción se disparaba: 6 de cada 10 murcianos habían variado sus hábitos alimenticios para rebajar su peso. No obstante, otra encuesta de la plataforma digital Milanuncios daba un resultado algo más esperanzador asegurando que el 37% de los entrevistados reconocía haber intensificado el ejercicio físico en fechas pre-estivales. ¿Dónde está el problema? En que este comportamiento inapelablemente saludable va, en la mayoría de las veces, acompañado de alguna dieta enfocada a reducir el perímetro abdominal.
El Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitari i Politècnic La Fe, hace unos pocos años, comunicó públicamente su preocupación por el aumento de dietas excesivamente restrictivas en los meses previos al verano, que provocan una reducción de peso en un tiempo a todas luces antinatural. «Una correcta alimentación y hábitos de vida saludables son un seguro de vida frente a posibles patologías, sobre todo cardiovasculares y de diabetes mellitus. Si mantenemos el peso adecuado, viviremos más años y más sanos», sentenciaba la doctora Rosa Cámara. En este sentido, la experta apuntaba que «lo deseable sería seguir una correcta alimentación todo el año». Y añadía: «Sin embargo, por presiones estéticas se pretende lograr en un mes lo que no se ha conseguido en los otros once. Mantener un peso saludable gracias a una buena alimentación y al ejercicio regular debería ser una constante. Buscar objetivos inmediatos en la llamada ‘operación bikini’ es en parte un fracaso de la medicina en su vertiente de educación sanitaria. Puede más la estética que marca la moda que los consejos nutricionales dados regularmente a la población».
No es solo cuestión de físico
Los efectos de una dieta abusiva pueden atacar incluso al cerebro. Como declara la dietista Cheryl Mussatto al portal especializado en nutrición Daily Meal, «si los carbohidratos se reducen estrictamente, el cerebro queda aislado de su principal fuente de energía, lo que puede alterar drásticamente su funcionamiento. Uno de esos cambios puede ocurrir con la serotonina, una sustancia química producida por el cerebro que nuestro ciclo de sueño, el estado de ánimo y el apetito. Todo se verá alterado notablemente junto con la confusión mental».
La salud cerebral también tiene que ver mucho con la manera en que afrontamos una dieta por motivos puramente estéticos. Como señalan desde el Instituto Madrid Psicología, «querer perder peso para tener un mejor aspecto no es algo negativo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestra autoestima va a jugar un papel muy importante en dicho proceso». Y añaden: «Debemos querernos como somos y no entrar en el juego de las obsesiones buscando el cuerpo perfecto. Ya que, por ello, puede verse mermada nuestra salud física y emocional, perjudicando de manera significativa a la autoestima personal».
Los expertos de este centro de psicología no dudan en advertir sobre las dietas milagro: «Estas dietas son conocidas por conseguir una rápida pérdida de peso casi sin esfuerzo, dando a entender que no hace falta sufrir en el gimnasio, ni es necesario el asesoramiento de un profesional. Sin embargo, lo que no explican estas dietas que prometen milagros es el conocido ‘efecto rebote’ y sus consecuencias tanto a nivel nutricional como emocional y hormonal». Así, «en consecuencia, también se ve afectada la parte psicológica con ansiedad, depresión, irritabilidad, aislamiento social, baja autoestima, etcétera. En el peor de los casos, puede provocar la aparición de trastornos en la conducta alimentaria».
El límite entre la salud y la obsesión
Los expertos de Psicólogo Valencia Centro apuntan a causas sociológicas, e incluso antropológicas: «Somos animales sociales y como consecuencia tenemos el imperioso deseo de no ser excluidos por no cumplir los requisitos que la sociedad nos dicta. Lo hemos aprendido desde que nacemos, en cada anuncio publicitario, en cada serie, en cada película… y al final hemos caído en esa red sin salida que nos lleva a tener complejos y deseos dañinos con riesgo de desencadenar en un sinfín de conductas peligrosas para nuestra salud».
Uno de los efectos más perversos de la ‘operación bikini’ es que, en la mayoría de los casos, no llega a buen puerto. «El fracaso es lo más probable, y nos lleva a una sensación de frustración y de desagrado con nosotros mismos que implica una inestabilidad emocional», señalan los expertos. «Hemos invertido mucho esfuerzo –y dinero– en ponernos en forma, hemos pasado hambre, hemos sometido al cuerpo a tanto que incluso hemos podido sufrir de lesiones. Y al final no vemos el resultado que queremos». Esto conduce inevitablemente a «la tristeza y la sensación de vergüenza a mostrarnos. Se suele dar sobre todo en adolescentes». Si la ‘operación bikini’ funciona, aunque sean en el menor de los casos, la experiencia no será saludable a largo plazo. «En ese caso nos encontramos mejor con nuestro cuerpo, pero, ¿qué aprendizaje sacamos de esto?», plantean los expertos del centro. «Volvamos al adolescente, seguramente aprenderá que si hace una dieta restrictiva y se salta comidas puede conseguir el cuerpo que quiere, por lo que la próxima vez que quiera perder peso recurrirá a este tipo de conductas y correrá el riesgo de caer en la trampa del trastorno alimenticio».
El comportamiento del entorno cercano de la persona que se obsesiona con su peso tiene mucho que ver con su salud mental. «Si hemos detectado este tipo de conductas nocivas en otras personas es importante no reforzarlas, no hacerle ver que estamos impresionados, o que admiramos lo que hace. En el caso de ver que hay un problema, lo mejor que podemos hacer es recomendarle a un psicólogo profesional capacitado para evaluar y tratar su problema alimenticio y emocional». Todos los expertos coinciden, sin excepción, en que la ‘operación bikini’ es una conducta lesiva desde su propio nombre, puesto que limita la pérdida de peso, que en ocasiones puede ser saludable, a unos pocos meses. Como señala una experta en psicología en su columna de The New York Times, «a largo plazo, una dieta así rara vez es efectiva. No mejora la salud de manera confiable y hace más daño que bien. Hay una mejor forma de comer».
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