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«La auténtica especie en peligro de extinción somos nosotros»
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COLABORA2019
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Más allá de un rostro apolíneo y de un oficio más que acreditado, Leonardo DiCaprio (Los Ángeles, 1974) es una de las personalidades públicas más militantes en la lucha contra el cambio climático. El actor, productor y activista es también Mensajero de la Paz de Naciones Unidas para el cambio climático, consejero de varias organizaciones ecologistas internacionales, como el World Wildlife Fund o National Geographic, y ha sido galardonado con el Clinton Global Citizen Award y el Crystal Award del Foro Económico Mundial. Nos encontramos con él en Cannes, la ciudad francesa que cada año desde 1946 reúne a los máximos exponentes del cine mundial.
Vocación y compromiso. Tal vez estos dos sustantivos sean los que mejor definen al actor Leonardo DiCaprio. Satisfecho por su último trabajo, Érase una vez en Hollywood, de Quentin Tarantino, en el que comparte reparto con Brad Pitt y Margot Robbie, celebra con el mismo entusiasmo el veinte aniversario de la fundación que lleva su nombre, una institución que ha repartido más de cien millones de dólares en doscientos proyectos financiados en cincuenta países, centrados en la conservación de áreas salvajes, los océanos, el cambio climático y los derechos de los indígenas, entre otras áreas de actuación.
A su nueva película (centrada en los crímenes de la familia Manson) se suma la recién inaugurada Earth Alliance, una entidad que trabaja a favor del medio ambiente, impulsada por el propio actor junto a Lauren Powell Jobs (viuda de Steve Jobs) y Brian Sheth (cofundador de Vista Equity Partners). Aún hay más. Tres documentales en los que participa como productor: Sea of Shadows, de National Geographic, que denuncia cómo los pescadores ilegales, coludidos por las mafias mejicana y china, ponen en peligro la supervivencia de la vaquita marina, el cetáceo más pequeño del mundo; Ice on Fire, de HBO, que indaga sobre los peligros de las bolsas de metano que yacen bajo el hielo de algunas regiones del planeta y que saldrían a la atmósfera de producirse su deshielo, resultando tan letal como el dióxido de carbono para el efecto invernadero; y And We Go Green, una historia sobre carreras de coches… eléctricos, presentada en el último Festival de Cannes.
P.- De las distintas iniciativas que a lo largo de estos veinte años ha desarrollado tu fundación, ¿cuál te hace sentir especialmente orgulloso?
R.- Nuestro apoyo a las comunidades indígenas, porque ellas son las que realmente están en el frente, las que se juegan el tipo. Lo que está pasando en Brasil, por ejemplo, donde el Gobierno no solo quiere instalar en el Amazonas diques hidroeléctricos, sino que está alterando la minería y la ganadería, es muy preocupante. Se está destruyendo la forma de vida tradicional de esta gente. Hablamos de los últimos pulmones de la Tierra, y necesitamos apoyar a estas tribus indígenas porque son las únicas que defienden estos lugares y evitan que desaparezcan para siempre. Estas tribus luchan no solo por su supervivencia, sino por el hábitat y la biodiversidad que existe en sus tierras.
DiCaprio respaldó las numerosas marchas estudiantiles que salieron a las calles de Europa para reclamar medidas eficaces contra el cambio climático. «Ni los Gobiernos ni el sector privado con sus grandes corporaciones están haciéndose cargo de la situación. Las redes sociales ayudan a concienciar, pero tiene que haber gente en las calles. Hace falta algún tipo de revolución si queremos cambiar esta situación en la que los intereses corporativos y gubernamentales están por encima de los valores. Es la voz de la gente la que tiene que cambiar las cosas. Y las nuevas generaciones asumen su compromiso y su responsabilidad, porque son ellas quienes más se verán afectadas. No logro entender que aún haya parte de la sociedad que reniegue de la ciencia. Nunca había visto algo así».
«No logro entender que aún haya parte de la sociedad que reniegue de la ciencia»
El actor ha participado, además, en numerosas campañas de la ONU por la protección de las especies y la lucha contra el cambio climático. «Lo único que he hecho en realidad fue atraer la atención sobre algunas cuestiones a las que me pareció que los medios no le estaban dando suficiente protagonismo». No siempre la fama hace naufragar biografías: «Después de Titanic empecé a cuestionarme ciertas cosas, a pensar en cómo canalizar el poder que concentraba para hacer algo positivo, no solo respecto a mi carrera, también respecto al mundo. Me tomé un descanso profesional de dos años y decidí involucrarme en actividades más significativas. Ese parón me permitió devolver al mundo parte de las bendiciones que había recibido».
«Si yo fuera presidente…»
«No demos este planeta por sentado», advirtió en 2016 DiCaprio al recibir su primer Oscar por su interpretación en El renacido, dirigida por Alejandro González Iñárritu. El actor pasó prácticamente un año de rodaje a caballo entre las montañas rocosas canadienses y la Patagonia argentina, con unas condiciones climatológicas de extrema dureza.
P.- A día de hoy, ¿qué te mueve y apasiona más: tu carrera como actor o la defensa del medio ambiente?
R.- Me apasionan ambas facetas, pero en este momento la cuestión del medio ambiente es primordial y está antes que cualquier forma de expresión artística. Hay cosas que tienen que cambiar y tienen que hacerlo ya; de lo contrario, es posible que seamos la generación más vilipendiada de la historia. La cuestión de la ecología para mí es vital. Es vital para todo el mundo. Por desgracia, nuestros gobiernos y corporaciones no tomaron las medidas necesarias para proteger los recursos naturales de nuestro planeta. La naturaleza me fascinó siempre, desde niño. De hecho, en una época quería ser biólogo marino. Supongo que por eso, cuando no hago películas, me ocupo mucho más de mi vertiente ecologista y trato de hacer públicas cuestiones que me parecen de enorme relevancia.
Fue el vicepresidente de Estados Unidos entre 1993 y 2001 quien hizo del actor un concienzudo militante. «A finales de los noventa conocí a Al Gore, quien cambió mi vida. Él me educó, me explicó qué es el calentamiento global, cómo contribuimos a él. Su película, Una verdad incómoda, me produjo un profundo impacto».
Acaso el presente, lo real, sea el argumento más terrorífico al que se enfrenta no solo el actor sino cada uno de nosotros. «La tragedia es que vivimos en un mundo de extinciones. Podríamos perder entre un tercio y la mitad de las especies del planeta en los próximos cincuenta o cien años. Pero la auténtica especie en peligro de extinción somos nosotros. El planeta sobrevivirá, pero la humanidad posiblemente no. El error fundamental que hemos cometido como especie es pensar que somos seres independientes de la naturaleza. Ella nos creó. Por eso hay que respetar sus reglas de juego. Hay que aprender de nuevo a jugar. Como civilización nos encontramos en un punto crucial».
Al Gore, pero también Clinton. Hace algunas décadas, DiCaprio participó en un programa especial de la cadena ABC (una de las cuatro grandes en Estados Unidos, propiedad de Disney) en el que entrevistó al entonces presidente norteamericano a propósito de cuestiones relacionadas con el medio ambiente. Cosechó numerosas críticas por la falta de rigor periodístico. DiCaprio asistió en calidad de presidente de la asociación medioambiental Earth Day. «A partir de ese programa, me di cuenta de que, a pesar de que el noventa por ciento de los científicos y de los Premios Nobel explican con claridad la dramática situación del planeta, hay un diez por ciento de gente que lo niega, y uno tiene que preguntarse de dónde obtienen la información y quién la financia. Cuando hice aquel especial televisivo nadie creía de lo que se estaba hablando, pensaban que eso de que la temperatura global aumentaría peligrosamente era tan probable como que un meteorito impactase contra la Tierra y nos matase a todos».
Pero Estados Unidos ha cambiado peligrosamente demasiado desde aquel programa. Si DiCaprio trabajó junto a Clinton, Al Gore y Obama en la lucha contra el cambio climático, Donald Trump es el reverso siniestro de la Casa Blanca en este asunto. No solo ha sacado al país del Acuerdo de París, sino que no pierde ocasión alguna para mofarse de lo que considera atrabiliarias amenazas climáticas. «Me encantaría ser presidente de Estados Unidos para cambiar nuestras políticas. Nos estamos quedando atrás. Somos los que más contribuimos al calentamiento global, representando tan solo el cinco por ciento de la población mundial. Aprovecharía la presidencia para que este país invirtiera cuanto hiciera falta en tecnología verde. Conseguiría aprobar unas cuantas leyes y después me volvería a casa…», nos revela DiCaprio.
Ya lo dijo algunas líneas más arriba: de no ser actor, se hubiera dedicado a la Biología: «O hubiese trabajado en algo que tuviera que ver con la ciencia y con los animales». Pero se cruzó primero el cine. «En la vida tienes que estar preparado para cuando aparezca tu oportunidad, y la mía fue This boy’s life. Aunque si no hubiese vivido en Los Ángeles, si mi madre no me hubiese llevado a tantas audiciones cuando yo era niño, no se hubiera presentado esa oportunidad. También se trata de estar en el lugar correcto a la hora exacta».
«Las tribus indígenas luchan no solo por su supervivencia, sino por la biodiversidad que existe en sus tierras»
Siempre quiso interpretar a Spiderman, su superhéroe favorito. Pero consideraron que su gran amigo Tobey Maguire daba mejor el perfil. Rechazó protagonizar el musical Moulin Rouge, porque no confiaba en sus dotes como cantante, papel que finalmente interpretó Ewan McGregor. Y declinó enfundarse en la piel del psicópata de American psycho por considerarlo perjudicial para su carrera. «Desde que empecé a trabajar en esta industria, cuando tenía 13 años, soñaba con seguir haciendo películas toda mi vida. Cuando hice mi primer anuncio para televisión supe que eso era exactamente lo que quería hacer el resto de mis días. Después me di cuenta de que el cine es un arte tan legítimo como la escultura o la pintura. Y siento mucha curiosidad por saber qué películas sobrevivirán de aquí a mil años. Me encantaría haber participado en alguna de ellas. Ese es mi sueño».
No es difícil que se cumpla ese deseo. Además de haber trabajado con inmensos actores (Robert De Niro, Johnny Deep, Gene Hackman, Kate Winslet, Jeremy Irons, Gerard Depardieu o John Malkovich), ha estado a las órdenes de algunos de los grandes directores de la historia del cine (Martin Scorsese, Woody Allen o Steven Spielberg). De ser un ídolo juvenil a labrarse una carrera profesional incontestable. «Siempre me tomé con seriedad lo de ser actor. Interpretando mi primer papel serio, en This boy’s life, me dediqué a estudiar a los otros actores, particularmente a De Niro. Viniendo de la televisión y viendo la enorme intensidad que él pone en cada personaje, fue algo que cambió mi manera de pensar y me condicionó para siempre».
«No sé que es ser una celebridad»
Sesenta películas en su haber, cinco series, un Oscar, dos Globos de Oro al mejor actor de drama (por El aviador y El renacido) y otro al mejor actor de comedia o musical (por El lobo de Wall Street), también recibió el premio del Sindicato de actores y el Oso de Plata, entre otros. Es una celebridad. ¿O no? «No sé qué es ser una celebridad. Supongo que es el resultado de que los medios centren demasiada atención en alguien. A mí eso no me interesa. Uno tiene que usar su popularidad para promocionar sus películas, pero más allá de eso no hay ninguna razón para seguir apareciendo en los medios, salvo cuestiones solidarias. Cuanto más te ven en ellos, más difícil es para la gente aceptarte en papeles diferentes. Eso sí me preocupa».
P.- En más de una ocasión has interpretado personajes dueños de inmensas fortunas. ¿Ha cambiado esto tu relación con las posesiones materiales?
R.- Claro. Cada vez que te pones a investigar un poco sobre los asuntos que más castigan al medio ambiente, o sobre cualquier otro gran problema que afecta al mundo, te das cuenta de que el origen es siempre el mismo: la acumulación de riqueza, gente tratando de enriquecerse a cualquier precio. Y sí, tienes razón, de una forma u otra muchos de mis papeles tienen que ver con la acumulación de riqueza. En ‘Django desencadenado’, mi personaje era un dueño de esclavos cuya riqueza podía contarse en vidas humanas; Gatsby es un criminal que hizo dinero con alcohol de contrabando, y lo mismo Jordan Belfort en ‘El lobo de Wall Street’. Podrían conformar una trilogía sobre el modo norteamericano de amasar riqueza.
En ocasiones, interpretar personajes aviesos, turbios, no solo reporta el goce del desafío sino que brinda la oportunidad al espectador de entender la naturaleza humana. «Algunos de los personajes más sombríos del cine son los que mayor huella me han dejado como espectador. El cine permite explorar esos aspectos de lo humano. Aunque hay quienes después de ver Scarface querían ser gánster, o quienes, después de ver El lobo de Wall Street, soñaron con emular a Gordon Gekko, como fue el caso de Jordan Belfort. Pero ese tipo de películas son las que más me interesan.
Por ir acabando. Sus clásicos. Sus imprescindibles: «Diría que 2001: una odisea en el espacio, en ciencia-ficción. Mi película extranjera: El ladrón de bicicletas. En cuanto a los dramas, probablemente me quedaría con Al este del Edén. En animación, con La princesa Mononoke. En comedia, con Cuando Harry encontró a Sally. No sé por qué me gusta tanto esa película, pero es así, me encanta. Y como independiente, Taxi Driver. Fue una película que me cambió como actor. Verla resultó para mí una de las experiencias más catárticas que he tenido».
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