TENDENCIAS
Advertisement
Educación

Damià Bardera

«Estamos instalados en una gran mentira: los profesores hacemos ver que enseñamos y los alumnos que aprenden»

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
26
marzo
2025

¿Está en crisis el sistema educativo? La pregunta parece más vieja que la tos, pero es todavía una de las que protagonizan enzarzados debates en el presente. El filósofo y profesor Damià Bardera acaba de aportar con ‘Incompetencias básicas’ (que Península acaba de traducir al castellano tras su publicación viral en Cataluña) argumentos para la crítica. «El mundo occidental está viviendo una crisis educativa que es en realidad una crisis de aprendizaje», señala en el epílogo al libro Gregorio Luri. «En el nivel más profundo, incluso es una crisis de valores, de lo que valoramos y lo que dejamos de valorar, aunque sea inconscientemente», añade al otro lado del teléfono Damià. Al final, señala, «no hay alternativa a los codos, al esfuerzo» a la hora de aprender. No hay atajos para adquirir conocimientos, indica. Y ahí es donde está parte del problema de la educación del presente.


De los niños y niñas de la LOGSE ya se decía que éramos una generación perdida por nuestro sistema educativo, aunque nuestros profesores eran los mismos profesores que los de EGB y, yo que viví el cambio, testimonio que las mismas experiencias en clase. Llevamos hablando de estas cosas 40 años. ¿No tenemos una especie de adanismo, de pensar que tiempos pasados siempre han sido mejores y mejor educados?

Este es el argumento típico de los pedagogos. Yo hice séptimo y octavo [de EGB] y entonces me pilló la reforma. No quiero idealizar ni mucho menos, porque había muchísima gente que se quedaba fuera. Los que venían del [anterior modelo] pusieron el grito en el cielo. En su momento había una inercia y todavía se aguantaba la cosa, pero con los años se ha ido degradando. Al ser una degradación paulatina no lo parece hasta que llega un punto en el que dices «oye, esto empieza a cantar». Ahora mismo tienes indicadores externos [que lo señalan]. En Cataluña hace ya diez años que los resultados de PISA han hecho un descenso muy pronunciado. Hablo de Cataluña, pero lo puedes hacer extensible al resto de España. Estos indicadores están ahí, la realidad que ve el profesor cada día en sus aulas con unas carencias, sobre todo de comprensión lectora, espeluznantes. El que me niegue que el nivel no se está degradando es que no está pisando un aula. En 1º de la ESO, un tercio de los alumnos no tienen las competencias básicas de 6º. Quiere decir que no saben leer ni escribir correctamente. Estos alumnos van pasando de curso y al final acaban teniendo el graduado de ESO, pero sin unos mínimos; que puedan funcionar en la vida o que puedan recibir una carta de la administración y entender lo que dice.

«El que me niegue que el nivel no se está degradando es que no está pisando un aula»

Las cartas de la administración yo creo que ni con un doctorado eres capaz de entenderlas… 

Que te llega la factura de la luz y ya cuesta entenderla, pues imagínate gente que no entiende un texto simple. Y no son casos aislados. ¿Cómo vas a dar ecuaciones si tienes siete u ocho alumnos que no saben mucho? Este es el gran drama. Después está el tema de la disciplina, que es algo tabú. Lo interesante es que los alumnos acaben teniendo autodisciplina, pero para que la tengan deben haber visto disciplina en casa o como mínimo en el colegio. Es un caos. Hay alumnos acosadores que humillan a los compañeros o incluso al profesor. Los conductuales, que así se les llama, no son la mayoría ni mucho menos, a lo mejor un 5%, pero con que solo tengas un par impiden dar clase. ¿Qué se va a hacer con estos alumnos? No se quiere hablar de este problema. Estos alumnos requieren de una atención especial para que aprendan las normas y puedan después volver. Otro de los grandes problemas es que desde la democracia hemos tenido nueve o diez leyes educativas. Esto es absolutamente infumable. Nadie se preocupa de estudiar, de hacer un seguimiento de las consecuencias de una ley educativa. Se tendría que dar un paradigma estable en el que la gente confíe y vaya trabajando. En educación se necesita una ley que estabilice el sistema, que no sea una ley partidista, sino consensuada. A partir de ahí, vamos a trabajar con este marco.

¿Necesitaríamos entonces un pacto de Estado de la educación?

Con el máximo consenso posible y que sea un poco de sentido común. Lo que tiene que contemplar es una estabilidad, un sistema. Que la gente tiene que aprender, salir con unos mínimos. Lo que tiene que haber necesariamente son evaluaciones externas, porque es que no hay ninguna. Te dirán que esto es franquista, pero son de antes, de la II República e incluso del siglo XIX. Si en cualquier empresa tiene que haber un control de calidad, en educación hace muchos años que no hay y el sistema se degrada. ¿Por qué aguanta todavía el Bachillerato? Porque hay una Selectividad. Sin evaluaciones externas no se sabe dónde estamos haciendo las cosas bien y mal. Permitiría dar una oportunidad a estos alumnos en las zonas más degradadas o en las que cuesta más, porque con el buenismo de la inclusión, que es una falsa inclusión, lo que se está haciendo es que a algunos los estás condenando a una segregación. Van a salir de la escuela sin unos mínimos de conocimientos para poder desarrollarse en el mundo en el que viven.

En el libro hablas de Cataluña, pero como ejemplo que se puede aplicar al resto del país. Y estos debates no solo están pasando en España, sino en general en el mundo occidental. ¿Dónde está la raíz del problema? ¿Es una cuestión del impacto del fin del siglo XX, tan individualista? ¿O viene de antes? En el libro ya se habla de Rousseau.

Esto requeriría otro libro. El sistema capitalista tras la caída del Muro de Berlín puso la directa. Se convirtió en el neoliberalismo, este neoliberalismo de la mano de la educación emocional (todo es cómo te sientes niño, así eres feliz, qué quieres ser de mayor…). Después, convertir a los estudiantes en clientes. Todo forma parte del mismo sistema. Los estudiantes se convierten en clientes y el cliente tiene que estar satisfecho. [Suma] el rollo de las pantallitas. Estas son empresas privadas. Aquí hay un saqueo de la escuela pública. La escuela tendría que ser un lugar de socialización humanística, de valores, de cultura, de leer y escribir. En vez de esto, es todo lo contrario. Te vienen con rollos como que la escuela tiene que preparar para las profesiones del futuro. ¿Cómo vas a saber que habrá en el futuro de las profesiones? ¿Qué eres, futurólogo? Te lo dicen estos pedagogos que no han pisado nunca un aula. El problema, si quieres resumirlo, es que estamos instalados en una gran mentira. Los profesores hacemos ver que enseñamos y los alumnos hacen ver que aprenden. La gran mentira es que los estudiantes salen con las notas infladas, no son reales. Los profesores los acaban aprobando para no tener problemas.

«La escuela tendría que ser un lugar de socialización humanística, de valores, de cultura, de leer y escribir»

¿Y nos dejamos llevar por mundos ideales sin analizarlos a fondo y sin pensar en qué falla antes en la base? Estoy pensando en cómo hace unos años estaba tan de moda Finlandia y su educación. Todo el mundo quería copiarla como solución a todos los problemas.

En Cataluña somos los alumnos aventajados. Nosotros nos fijamos en Finlandia cuando Finlandia ya no era un modelo de éxito. Se intentan reproducir modelos que, desde un punto de vista sociológico, no tienen nada que ver. Aquí lo que se hace es crear una comisión —que básicamente son gente que no ha pisado un aula— viendo el sistema, cómo funciona y lo intentan imponer sin diálogo. Por decreto se imponen metodologías. Que si grupos cooperativos, lo que sea. No estoy en contra, es sencillamente que cómo vas a imponer metodologías si no se ha hablado con el equipo docente y los profesores no tienen esa formación. Se intentan hacer experimentos constantemente. Lo que me gustaría saber es si con sus hijos también les gusta que se hagan estos experimentos.

E imagino que no se pueden hacer grandes cambios si no tienes los recursos. Estoy pensando en una conversación en la que escuché a una persona con expectativas de encontrarse el método Montessori en primaria en una escuela pública, una escuela que tenía una docente con una clase sobrecargada.

Sí, vamos a hablar de esto. Lo que te decía antes de que el alumno se ve como cliente: las jornadas de puertas abiertas de los colegios están pensadas para los clientes. Pasa lo siguiente: tenemos unos profesores que han hecho unas formaciones —que algunas no sirven para nada, no tienen ninguna exigencia o rigor— y esto les permite el día de las jornadas de puertas abiertas decir que hacen método Montessori. Es mentira. Incluso podría ser ilegal, porque hay una asociación internacional Montessori que te tiene que acreditar como escuela Montessori. Pero claro, tú no puedes hacer método Montessori cuando el sistema no está preparado para ello. Las familias tampoco saben muy bien de qué va. Entonces se dicen mentiras más o menos conscientes. No es serio.

Ya hay colegios que empiezan a notar la bajada del número de niños y se cierran clases. ¿Crees que las jornadas de puertas abiertas han ayudado a pervertir el sistema? Porque ahora tienes que estar compitiendo para que los padres te escojan.

Sí. Cuando te vas a vivir a un sitio te toca un centro de atención primaria. No te lo que tienes que plantear. La jornada de puertas abiertas es un estrés para el profesorado y se vende un producto que es publicidad. Es propaganda, no es algo real. También es un factor estresante para las familias que tienen que escoger. ¿No tendría más sentido que te toque el que te toque y ya está, que todo el sistema esté bien? Fíjate una cosa. En Cataluña, en el primer año que se hacía pruebas PISA, en 2000, estábamos de las primeras comunidades autónomas. Al cabo de 20 años, estamos a la cola. ¿Qué ha pasado? Aparte de que todos los resultados de España van en general mal, en los 80 la pública en Cataluña estaba mejor. Los alumnos salían mejor preparados que de la privada. Al cabo de 40 años, es exactamente todo lo contrario. El que se puede permitir una educación pagando, se va a la privada. La escuela en vez de ser un servicio para el ciudadano se ha convertido en una especie de negocio, de personalización. Esto ha pervertido muchísimo el sistema. Si hay un instituto que tiene fama de aprobar a todos, al final la gente va allí donde dan títulos. Aprender no le interesa. El título de 4º de la ESO es igual para todo el mundo. Después te los encuentras en Bachillerato. Un tercio no quiere estar ahí. ¿Qué problema habría con que hubiera títulos diferentes que diesen acceso a diferentes sitios? Un título de la ESO da acceso al Bachillerato, otro a otras cosas.

«La escuela en vez de ser un servicio para el ciudadano se ha convertido en una especie de negocio, de personalización»

Ya hay modelos que utilizan caminos así. Y al final el sesgo no es tanto por capacidades, sino por cuestiones de clase. Un «por dónde has estudiado estás como predestinado a»…

O no. Esto no tiene que ser irreversible. Hay cursos puente. Si tú en determinado momento escoges un camino y después quieres cambiar, pues cambia, no pasa nada. También tendría que haber becas. No veo el problema. Vamos a las cuestiones prácticas. Porque aquí no se dice, pero alumnos inmigrantes, ¿cuántos ahora mismo pueden ir a la universidad para que el día de mañana puedan asumir cargos políticos, responsabilidades o trabajos de nivel? Prácticamente ninguno.

¿Entonces, cómo debería ser esa educación? ¿Ese sistema educativo ideal deberíamos invertir más recursos? Porque al final si es verdad que es muy fácil ver los fallos, pero ¿cuáles son las soluciones?

Hay muchas soluciones. De los recursos, en Cataluña la misma ley de educación para la escuela inclusiva determina que se tiene que destinar el 6% del PIB. No se destina ni el 3%. Fíjate lo absurdo de que los que hacen las leyes ellos mismos son los que incumplen. Hay cuestiones prácticas que son muy elementales. Por ejemplo, Nuno Crato fue el ministro de Educación de Portugal en tiempo de crisis y consiguió revertir los resultados. Hizo cosas de sentido común. Para empezar, los profesores no tenemos que perder el tiempo generando materiales didácticos. Hay una cosa que se llama libro. Los libros los hacen unos especialistas y son una herramienta perfecta para que el alumno aprenda. Después, un currículum centrado en contenidos bien secuenciados. Y evaluaciones externas para ver si se están cumpliendo estos mínimos. Después, el alumno de 14 años que no tiene ningunas ganas de estudiar —porque los hay—, ¿por qué lo estás castigando en el aula convencional? Se puede quedar dos días en el aula y otros 3 hacer prácticas en un taller mecánico. Diversificar si se tiene que hacer, que es una cosa reversible. Luego, los alumnos con problemas conductuales severos —que el problema del bullying en gran parte viene de aquí, que no hay un control y es la ley de la selva— se tendría que escolarizar durante un tiempo aparte, para que entiendan las normas que rigen la sociedad. Si no, es que es infumable y no les están haciendo ningún favor. Acaban teniendo la sensación de que sus conductas no tienen consecuencias.

«Los profesores no tenemos que perder el tiempo generando materiales didácticos»

Desde fuera parece una solución un tanto radical.

Sí, claro que radical, pero ¿qué vas a hacer? ¿Cuál es la alternativa?

¿Pero no los estás metiendo en un gueto?

Porque luego lo que tiene el buenismo es que hay más bullying. Lo que tiene es que la salud mental de los profesores está muy deteriorada y alumnos que, en principio no deberían tener problemas conductuales, se suben al carro. Y evidentemente pantallitas fuera de los centros. Todo lo que sea privatización de la educación y pantallitas, todo esto fuera. Una educación humanística. La educación tiene que transmitir el legado cultural y científico de nuestra civilización.

O sea, más ética y menos pantalla.

Por supuesto. No es que haya una mano negra que diga «vamos a hacer que estos sean unos incultos». Creo que es la inercia del sistema. Con la inteligencia artificial hay un tercio de la población que no va a trabajar. Si esa gente está formada y tiene criterio va a ser un problema social grave. Entonces es mucho mejor tener una bolsa de gente que no trabajo, no tenga criterio y no se queje.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME