Educación

Así son las clases de la mejor profesora del mundo

Andria Zafirakou es la nueva ganadora del Global Teacher Prize, considerado el Nobel de Educación, por su impresionante trabajo en el Alperton Community School: ha conseguido que pase de ser uno de los peores colegios del país a uno de los centros mejor valorados de todo Reino Unido.

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19
marzo
2019

El barrio londinense de Brent es uno de los más peligrosos de la ciudad, por no decir del país. Con altas tasas de delincuencia, violencia callejera y abandono escolar, es fácil caer en las redes de las bandas juveniles a edades muy tempranas. Ante este panorama, cualquiera diría que es imposible que uno de los mejores colegios del Reino Unido se encuentre precisamente allí. Sin embargo, ese es el caso del Alperton Community School: en pocos años ha pasado de ser uno de los centros peor valorados a obtener las calificaciones más altas de todo el territorio británico. Su éxito no es producto de ningún truco de magia, sino del esfuerzo y la motivación de la mejor profesora del mundo: Andria Zafirakou, que ha sido galardonada con el Global Teacher Prize de la Fundación Varkey, considerado el premio Nobel de Educación.

Cuando Andria aterrizó en Alperton como profesora de Arte, se dio cuenta rápidamente de las condiciones en las que vivían sus alumnos. En Brent, uno de los barrios más multiculturales de Londres, se hablan hasta ciento treinta idiomas diferentes como lengua materna y el 85% de los 1.400 estudiantes de esta escuela secundaria no escucha ni habla inglés en casa. «No importa si un alumno no puede hablar inglés, lo que hacemos es ayudarle a desarrollar diferentes habilidades y a aprender de la manera que mejor le convenga», asegura Andria. Sin embargo, el empobrecimiento de la población hace que esto no sea tarea fácil, ya que las situaciones en el hogar familiar no siempre son propicias para favorecer el estudio. Muchos de los alumnos conviven hasta con cinco familias más en sus hogares, por ejemplo. «Si estos niños no cuentan con consejeros, terapeutas y mentores, y acceso a la policía en su entorno más cercano, acabarán viviendo situaciones extremadamente vulnerables y serán presa fácil de la violencia callejera», explica Andria. Con ese pensamiento por bandera, se marcó como propósito que ningún niño quedase desatendido en la escuela.

El 85% de los estudiantes del Alperton Community School no habla inglés en casa

Ahora, como subdirectora del colegio —aunque sigue siendo profesora de Arte—, ha conseguido motivar a profesorado y alumnado para alcanzar su mayor potencial. Para ello, a pesar del complejo entorno que hace de la profesión de profesor todo un reto, Andria puso patas arriba los currículos académicos de todas las asignaturas para adaptarlas a las necesidades de aprendizaje de cada clase y, además, para que aprovechasen la multiculturalidad de sus estudiantes.

A través de las artes plásticas, los jóvenes expresan sus preocupaciones, sueños y miedos. La clase funciona como una especie de terapia con la que los niños y niñas se enfrentan a su día a día y afrontan las situaciones complicadas que viven fuera de las aulas. Gracias al proyecto Artists in Residence, impulsado por la propia Andria, Alperton destaca como uno de los mejores colegios para estudiar artes visuales. Las clases de matemáticas ahora incluyen casos prácticos reales, que dan una nueva perspectiva a la asignatura y motivan tanto al alumnado que, en 2017, el equipo de matemáticas logró ganar un campeonato. Además, la mejor profesora del mundo ayudó a su colega de música a crear un coro vocal somalí que ayuda a reforzar los lazos entre los jóvenes de esta comunidad.

A parte de todas las actividades escolares, lo que de verdad destaca en Alperton son todas las opciones extracurriculares que Andria ha iniciado. Por ejemplo, los tiempos se han adaptado de tal manera que las niñas de familias ultraconservadoras pueden practicar deportes en un horario en el que no haya chicos. De esta manera, se ha conseguido que dejen de sentirse apartadas de las actividades de la escuela con tal éxito que el equipo femenino de cricket ha llegado a ganar varias competiciones. Para alejar a los alumnos de las calles por las tardes y noches, también ha impulsado diferentes grupos de estudio para los niños que tienen dificultades para estudiar en casa y ha organizado un club de boxeo que ayuda a los jóvenes a controlar sus emociones y su rabia. «Mi objetivo en la vida es que cada uno de los niños a los que doy clase alcance su mayor potencial, y me aseguro de que eso ocurra sea como sea», confiesa la profesora. Prueba de ello es que acompaña a los alumnos hasta las paradas de autobuses a la hora de salida, para asegurarse de que no haya bandas rondando para intentar captarles y colabora con la policía local para impedir que sus alumnos «se metan en líos».

«Mi objetivo es que cada uno de los niños a los que doy clase alcance su mayor potencial sea como sea», confiesa Andria

Los estudiantes y el resto de profesores aseguran que antes de la llegada de Andria se sentían marginados, poco entendidos y desamparados. Para conectar mejor con los alumnos, aprendió «lo básico» de las treinta y cinco lenguas de las que son nativos la mayoría de los alumnos del colegio. De esta manera, no solo se ha ganado la confianza de los jóvenes, sino también de sus familias. Todo ello, junto a las iniciativas que ha puesto en marcha, la han llevado a ganar el título de la mejor profesora del mundo y, de paso, ha hecho que Alperton gane el Premio de Platino de Desarrollo Profesional del Instituto de Educación de la University College London, galardón concedido a menos de diez escuelas británicas.

Para Andria, lo que hace no se sale de lo normal y forma parte de lo que significa para ella ser profesora: «No hay trabajo mejor que la educación. ¿En qué otra profesión puedes dedicarte completamente y de manera desinteresada a crear las oportunidades idóneas para otra persona? Estar en el aula en el momento preciso en el que un estudiante tiene una idea y la desarrolla es lo más satisfactorio que te puede ocurrir, y eso es lo que intentamos hacer todos los días en Alperton», concluye.

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