¿Cómo ordenar la mente?
Cuando parece que el exterior nos desborda, mirar hacia dentro puede ayudarnos ordenar nuestra vida. ¿Cómo podemos mantener la claridad mental en un entorno que invita a la dispersión?
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Entre las estanterías de cualquier librería, encontramos títulos que prometen una vida más tranquila y feliz siguiendo algunos «sencillos pasos». Los consejos para alcanzar nuestros sueños, atraer la abundancia económica o encontrar el sentido de nuestra existencia pueden ser muchos y variados, pero suelen sostenerse en dos pilares: fuerza de voluntad y disciplina. Además, muchos coinciden en la importancia de definir nuestras metas y avanzar hacia ellas.
¿Realmente es tan sencillo? ¿Y si ni siquiera sabemos qué queremos? Aunque nuestro caos mental pueda parecernos un problema individual, hay muchos condicionantes sociales y económicos que pueden estar influyéndonos. El entorno en el que vivimos y otros factores, como nuestra situación laboral o familiar, pueden afectar a nuestra concentración y organización mental. Por ejemplo, no son pocos los informes que muestran cómo el burnout es cada vez más frecuente, ni los estudios que hablan del impacto de los dispositivos móviles en nuestra capacidad de concentración o las consecuencias de no desconectar nunca del trabajo. Además, problemas como el desempleo, la pobreza o las dificultades para acceder a una vivienda generan una enorme carga mental.
En medio de esta realidad compleja capaz de abrumar a cualquiera, ¿hay algo que podamos hacer? ¿Cómo aclarar la mente cuando todo parece un caos?
Limpiar la mente
«Si el pensamiento provoca inconvenientes, malestar o sufrimiento es debido a que algo está desordenado, a que hay errores que están produciendo ese desorden y hay que explorar cuáles son dichos errores, en profundidad, para resolverlos», explican Ibáñez Goicoechea y Jiménez Cascallana en su libro Ordena tu mente para ordenar tu vida. Es decir, no basta con decidir ser más optimista para estar bien. Si fuera tan sencillo, todo el mundo sería feliz.
No hay recetas universales y, en muchos casos, necesitaremos acompañamiento profesional para descubrir qué nos provoca ese malestar. Sin embargo, cuando los pensamientos se acumulan, tenemos miles de tareas iniciadas y ninguna terminada y sentimos que no llegamos a todo, sí existen pequeñas acciones que pueden aliviarnos y ayudarnos a desenredar la mente. Por ejemplo, en momentos de estrés, hacer una simple lista de tareas pendientes puede servir para planificar y priorizar, pero también para establecer un orden que no desanime. Podemos empezar por lo más sencillo e ir tachando. Poco a poco, despejaremos esa lista que parecía interminable.
En momentos de bloqueo personal más complejos, quizás necesitemos detenernos y reflexionar. Puede que tengamos ideas o creencias arraigadas que no nos permitan vivir como nos gustaría. «No somos lo que pensamos, pero lo que pensamos tiene un impacto directo en lo que hacemos y esto acaba formando parte de lo que somos», afirma Sara Aranda, psicóloga y autora del libro Las creencias limitantes.
Igual que cuando hacemos limpieza general y tiramos objetos que no usamos, hay pensamientos que solo hacen ruido.
Por eso, es tan importante reflexionar y analizar qué creencias «nos limitan en la búsqueda de nuestra verdadera esencia, proyectos y aspiraciones». Aunque algunas parezcan rígidas, no son verdades absolutas y podemos cuestionarlas y transformarlas.
Un primer paso es detectar las creencias que ya no nos representan. Igual que cuando hacemos limpieza general en casa y tiramos objetos que no usamos, hay pensamientos que solo hacen ruido. Por ejemplo, quizás en la niñez alguien nos dijo que no se nos daba bien algo y hemos crecido con esa creencia. Pero ¿está basada en nuestra experiencia? ¿Está basada en la realidad? ¿Nos sirve de algo?
Escribir una lista de diez ideas o creencias que nos limitan puede ayudarnos a tomar distancia, evaluarlas y decidir cuáles no necesitamos. Así, convertimos un pensamiento difuso en algo concreto sobre lo que podemos actuar.
Ordenar el tiempo y el espacio
Si echamos un vistazo a nuestra casa o a nuestra habitación, ¿cómo está? ¿Hay un lugar para cada cosa? Diversos estudios en psicología ambiental señalan que un entorno desordenado puede aumentar la sensación de estrés y dificultar la concentración, mientras que un espacio organizado transmite calma y sensación de control. Por eso, mirarlo puede ayudarnos a entender cómo estamos.
Del mismo modo, ordenar nuestro tiempo también ayuda a calmar la mente. Mantener horarios o reservar unos minutos diarios para organizar tareas puede ayudarnos a ver todo con más claridad. Además, seguir ciertos hábitos pueden ayudarnos a reducir el estrés y la ansiedad: mantener un horario de sueño estable, practicar deporte o pasar más tiempo al aire libre. Sin embargo, es importante ser realistas, porque tener tiempo y recursos para todo lo que recomiendan algunos gurús del bienestar suele estar lejos de nuestras posibilidades.
Antes de iniciar una nueva rutina conviene preguntarnos: ¿qué puedo hacer para ponérmelo más fácil?
Wendy Wood, psicóloga de la Universidad del Sur de California y autora del libro Buenos hábitos, malos hábitos, explica por qué es tan común que, pese a la motivación, no logremos mantener nuestros propósitos. Es fácil apuntarse al gimnasio. Lo complicado es decidir, cada día, si ir o no. Ese debate («debería ir, seguro que luego me encuentro mejor, pero tengo mucho trabajo y mañana tengo que madrugar») resulta agotador. Para esta investigadora, la constancia se crea con el hábito porque los hábitos «están adaptados para funcionar automáticamente, más que para entregarse al esfuerzo y el tumulto del debate que suele acompañar a la toma de decisiones».
¿Y cómo logramos ese hábito? Una clave es identificar los obstáculos que lo dificultan. «Lo que pasa con la fricción es que no nos centramos en ella cuando intentamos cambiar nuestro comportamiento. Nos enfocamos en mantenernos motivados y ejerciendo fuerza de voluntad». En otras palabras, debemos detectar los factores que nos frenan.
Por eso, antes de iniciar una nueva rutina conviene preguntarnos: ¿qué puedo hacer para ponérmelo más fácil? Puede ser tan simple como dejar la ropa lista por la noche para caminar al amanecer o llevar la mochila del gimnasio al trabajo para ir directamente al salir. Lo importante es encontrar rutinas sostenibles y realizar cambios pequeños y constantes.
Hacia un orden compartido
Aunque el esfuerzo personal es esencial, no podemos perder de vista los factores sociales que impactan en nuestra salud mental. Tener una mente ordenada requiere también políticas que garanticen estabilidad económica, acceso a servicios de salud mental y condiciones laborales que no saturen nuestra atención. Requiere diseñar ciudades que favorezcan el descanso, la convivencia y el bienestar. Requiere entender que la salud mental no es una empresa individual, sino un bien común. Y eso es, también, un trabajo y una responsabilidad compartida.
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