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La Orquesta que recicla instrumentos y talento

La Orquesta de La Música del Reciclaje, impulsada por Ecoembes, es un espacio en el que, además de numerosos instrumentos, suenan la solidaridad, la motivación y el compromiso a través de los cuarenta niños y adolescentes en riesgo de exclusión que forman el grupo.

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«Mi violín no es como cualquiera. En algún momento fue un violín normal, pero ahora está reparado con latas de refrescos, tiene un tenedor en el mástil, y chapas. Suena un poco más bajo, por la caja de resonancia, pero si lo sabes tocar puedes sacarle mucho partido. Yo no lo cambiaría». A sus 14 años, Paola Benítez forma parte de la Orquesta de La Música del Reciclaje, compuesta por un grupo de niños en situación de riesgo que han encontrado en la música una segunda oportunidad de vida, que les ofrece una manera distinta, llena de belleza y solidaridad, de afrontar sus problemas. «Se trata de hacer música juntos, de ayudarnos unos a otros», comenta esta estudiante de tercero de la ESO.

Este grupo fue creado por Ecoembes inspirándose en la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, un barrio con escasos recursos ubicado alrededor de un vertedero de Asunción, Paraguay. Con los más inverosímiles desechos que encuentran en ese mismo vertedero construyen instrumentos para que los niños y adolescentes puedan expresarse con la música. Ambas orquestas están hermanadas.

Paola Benítez, 14 años: «Se trata de hacer música juntos, de ayudarnos unos a otros»

Cuarenta niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad componen la Orquesta de La Música del Reciclaje, pero en el proyecto hay 140 jóvenes. «Empezamos con niños de 7 u 8 años, y trabajamos con ellos siempre en grupo. En una primera etapa, descubren cómo hacer música de una manera muy básica, percutiendo sobre la mesa, con cucharas o con las palmas de las manos. Después se familiarizan con los instrumentos, van probándolos hasta que eligen, de manera consensuada, el que quieren aprender a tocar, y entonces empiezan a ensayar el repertorio de la orquesta», explica Mercedes Gómez, directora pedagógica del proyecto y profesora de guitarra.

Nerea Campos forma parte de la orquesta desde el principio. Tiene 19 años, y lleva 10 años tocando la flauta travesera, un instrumento que «parece oxidado, con chapas y tapones de botellas a modo de teclas», pero cuyo sonido «me ha hecho ser mejor persona; mis problemas no se van, pero con la música me resulta más fácil enfrentarme a ellos». «Hacer disfrutar a la gente que viene a escucharnos es algo que no se puede describir», asegura. Al fin y al cabo, como dijo el compositor Pat Conroy, «sin música, la vida es un viaje por un desierto». 

Nerea Campos, 19 años: «Mis problemas no se van, pero con la música me resulta más fácil enfrentarme a ellos»

En el proyecto participan actualmente seis centros, donde se imparten entre una y dos horas semanales en horario escolar, y cuando los jóvenes se habitúan a su instrumento, se incorporan poco a poco a la orquesta. No se trata únicamente de seguir la partitura, es algo mucho más importante: asumir la responsabilidad, comprometerse con los ensayos, trabajar en equipo, cuidarse los unos a los otros. «Esta orquesta es como mi segunda familia. Al principio me dio mucha vergüenza tocar, tenía miedo de equivocarme, pero todos te ayudan, y tú también los ayudas, y eso te hace sentir importante», comenta Giben Cariaga, violonchelista. Tiene 15 años y está becado en una escuela de música gracias a la orquesta. 

Aunque no es el objetivo de la orquesta, cuando alguno de estos niños o adolescentes muestra dotes para la música se le facilita el camino para que pueda desarrollarse profesionalmente en el ámbito musical, como en el caso de Giben.

Muchos son los artistas que han actuado con la orquesta en los años que lleva activa, desde Miguel Poveda a Luz Casal, pasando por Raphael, Diana Navarro, Mikel Erentxun, Víctor Manuel o Iván Ferreiro

Los instrumentos de segunda mano que repara el luthier, Fernando Solar, resultan únicos, como el bajo recompuesto con un monopatín. Todo sirve. Así de diversa es la orquesta, con niños y adolescentes de distintas edades, culturas, religiones, etnias, situaciones familiares y algunos con discapacidad. Un proyecto que demuestra que nadie (ni nada) sobra.  

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