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El viaje (circular) de la energía

La reinvención del sector que cimentará el camino hacia la descarbonización abre una oportunidad para empezar a rodar en clave circular mejorando la calidad del servicio, la disponibilidad energética y generando riqueza y empleo mientras ayuda a la regeneración medioambiental.

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Valeria Cafagna
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Valeria Cafagna

Hoy en día, hablar de eficiencia significa recuperar la tesis de William Stanley Jevons, el economista que en 1865 descubrió lo que se conoce como ‘paradoja de Jevons’ o ‘efecto rebote’. Se trata de una tesis aparentemente contradictoria que sostiene que, cuanto más eficiente es nuestro sistema, más motivados nos vemos a consumir sus recursos. Para demostrar su teoría, Jevons puso como ejemplo la máquina de vapor, que terminó disparando el consumo de carbón aún cuando se necesitaba una menor cantidad. En la actualidad, todos los sectores, entre ellos el sector eléctrico, están ya inmersos en un proceso de mejora de la eficiencia energética y de su sostenibilidad a través de la apuesta por la economía circular, una manera de producir y consumir más sostenible. Pero ¿cómo no caer en la trampa que Jevons describió? ¿Cómo puede el sector garantizar que su modelo circular no terminará por empeorar la situación? La respuesta es sencilla: alineando sus intereses con los de los ciudadanos.

«Afrontar una perspectiva de consumo en la economía circular se centra en conseguir el mismo resultado sin hacer uso de tanta cantidad de energía. Eso implica un modelo de democratización que ayude al ciudadano a tener un papel más activo en el proceso de producción de la electricidad», apunta Nicola Cerantola, fundador de Ecologing y experto en economía circular. Para ello, advierte el experto, es necesario aunar los intereses de los consumidores con los de las propias compañías a través de la transformación de sus procesos, desde que se genera el primer vatio de electricidad hasta que este llega a nuestras bombillas.

Las oportunidades que la economía circular promete invitan a trabajar por ello. Reducción de costes, ahorro en el transporte, aumento de la rentabilidad y una potenciación del conocimiento científico y la investigación que beneficia, en primera instancia, a las compañías, pero también a la ciudadanía. «El modelo circular genera nuevas líneas de negocio que puede crear empleo de calidad y mejorar las rentas, todo ello enmarcado en la sostenibilidad», explica Ismael Morales, responsable de comunicación de la Fundación Renovables. «Si los actores que canalizan la transición energética comienzan a hacer partícipe a la ciudadanía, pueden llegar a generar un motor a nivel microeconómico del país y a lo largo de todo el territorio (la famosa España Vacía), al hacer ilimitadas las energías renovables. Esto, además, conllevaría una mejora de la reputación de las energéticas a nivel social, que tendrían que dejar de emplear el marketing sostenible».

Endesa ha presentado hasta diecisiete proyectos para impulsar la economía circular que podrían crear más de 40.400 puestos de trabajo

Pero antes hay que parar. Y replantear. El primer paso para poner el tejado es tener buenos cimientos. En este punto del viaje, el desafío exige un enfoque que vaya más allá de la descarbonización y la eficiencia: las compañías eléctricas deben incorporar los principios de la economía circular de tal forma que permitan engranar el reto ambiental con la evolución y el desarrollo económico y social. En la prosecución de esa idea se encuentra actualmente Endesa, que el pasado mes de marzo presentó ante el Ministerio de Transición Ecológica una carta de interés para desarrollar en España hasta diecisiete proyectos que impulsen la economía circular y que podrían llegar a crear más de 40.400 puestos de trabajo.

En concreto, tres de las iniciativas implican el desarrollo de compensación síncrona en sistemas eléctricos de Baleares y Canarias. Otras tres proponen impulsar la generación de hidrógeno renovable en tres nuevas plantas ubicadas en As Pontes, Compostilla y Teruel. Cabe destacar, además, la implantación de una planta de reciclado de baterías y otra de palas eólicas en Compostilla; así como la sustitución de apoyos de madera por postes metálicos y poliéster con fibra de vidrio o la reconversión de las terminales portuarias.

En este aspecto, Morales subraya la necesidad de aplicar medidas que sean capaces de encontrar una simbiosis entre la industria eléctrica y el medio ambiente, además de contribuir a la reducción de emisiones y la reutilización de materias primas. «En el caso de la energía fotovoltaica, los paneles en desuso pueden integrarse en cerramientos de edificios, mientras que las batería de los vehículos eléctricos pueden tener una segunda vida como baterías fijas en el hogar», sugiere Morales. Y añade: «Respecto a la energía eólica, aunque ciertas partes de las turbinas están compuestas de materiales fácilmente reciclables (hormigón, acero, cobre), las palas están fabricadas con los mismos materiales que se utilizan para fabricar barcos, aviones o tablas de windsurf, lo que complica mucho más su reutilización».

Electricidad circular, en alianza con las personas

La visión de la economía circular de Endesa integra, en su cadena de valor, cinco valores fundamentales: uso de fuentes renovables de materiales reciclados, extensión de la vida útil de las máquinas, un nuevo modelo de negocio que ofrece la contratación de un servicio en lugar de la venta de un producto y soluciones digitales para preservar el valor de los productos al llegar al fin de su vida. En esta visión juega un papel fundamental el ecodiseño. Como explica Cerantola, gran parte de la maquinaria utilizada en el sector eléctrico puede ser reutilizable si se enfoca desde nuevas estrategias para facilitar su desmontaje y reciclado –por ejemplo, se puede apostar por utilizar materiales alternativos al cobre para las líneas de distribución–.

La ciudadanía va a convertirse en el centro del sistema gracias al autoconsumo, el vehículo eléctrico y la gestión de la demanda de energía activa

No obstante, la alianza tecnológica también se convierte en un importante vector a la hora de hacer las redes de distribución más inteligentes. «La monitorización de procesos, la inteligencia artificial y los algoritmos permitirán detectar, enfocar, mejorar y aplicar los procesos de economía circular y, sobre todo, encontrar esos huecos en el flujo de materiales que pueden mejorarse», añade Morales. Para ello, las compañías deben crear competencias básicas en materia de diseño circular y así facilitar todas las fases del proceso, que van desde la selección de materiales, el uso de componentes estandarizados, la separación y reutilización de materiales, y el establecimiento de criterios de diseño de fabricación que tengan en cuenta posibles subproductos y desechos.

Pero eso no es todo, porque transformar implica prever y minimizar el impacto de los procesos en el medio ambiente. Para conseguir una reindustrialización circular, desde la Fundación Renovables recomiendan aplicar el principio de la precaución de cara a adoptar medidas protectoras ante procesos peligrosos, además de llevar a cabo una planificación medioambiental y energética de las líneas de actividad, poniendo especial énfasis en el cierre del ciclo de los materiales, las fuentes renovables y la minimización de partículas contaminantes. «También un enfoque integrado que alinee sectores industriales y abrace el diseño ecológico de todo tipo de procesos, además de crear una oferta comercial diferenciada para sustituir el equipamiento ineficiente solo al final de su vida útil», señalan.

Y para acabar este proceso de construcción hace falta la pieza clave: el ciudadano. «Lo que tiene que cambiar es la mejora de la integración del ciudadano en el sistema eléctrico. Esto permitiría dejar de un lado la creencia de que todo lo relacionado con la energía es un mero vector económico sujeto a la mejora de la rentabilidad y un aumento de los beneficios», explica Morales. En este sentido, la solución radica en pasar de un modelo centralizado a uno distribuido, donde la independencia de los consumidores sea el fin último de una transición energética social, inclusiva y equitativa. «No olvidemos que, ante el vertiginoso ritmo que está cogiendo la transición energética, la ciudadanía va a convertirse en el centro del sistema gracias al autoconsumo, el vehículo eléctrico y la gestión de la demanda de energía activa. La economía circular también deberá aplicarse en instrumentos como redes de baja tensión, contadores o bombas de calor», añade.

Precisamente, para dar el impulso necesario al desarrollo de una economía sostenible y respetuosa con el medio ambiente, Endesa ha puesto en marcha ‘Comunidad de Economía Circular’, una ambiciosa iniciativa integrada por personas de las distintas línea de negocio de la compañía. El objetivo no es otro que encontrar un nuevo modelo productivo que ponga en marcha proyectos con propósito, capaces de garantizar el suministro desde el ángulo del mínimo gasto energético y hacer que la historia de Jevons sea solo una simple anécdota que contar.

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