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¿Por qué no todos los plásticos pueden ir al contenedor amarillo?

El reciclaje de envases no ha dejado de crecer en los últimos años y, de hecho, en 2022 alcanzó sus máximas cifras. Pero todavía existen algunas dudas que ralentizan los procesos de reciclaje por la confusión que generan ciertos objetos (que no son envases) a la hora de seleccionarlos.

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Desde que su implantación empezara a extenderse en España allá por 1997, los 388.747 contenedores amarillos de nuestro país han sido testigos de innumerables profanaciones. Actos tan cotidianos y llenos de buena fe, como depositar en ellos vapers usados, juguetes rotos o túpers milenarios, no hacen otra cosa que complicar la función para la que fueron creados: depositar en ellos no todos los plásticos, sino solamente aquellos que son envases. Y, junto a ellos, las latas y los briks. Así es, el contenedor amarillo está destinado para esta función. El resto de plásticos que no son envases deben ir al punto limpio o al cubo gris, el de resto.

Pero bueno, no debemos tirar la toalla. A pesar de las dudas que siguen existiendo en torno al reciclaje, según los últimos datos publicados por Ecoembes en 2022 se enviaron a instalaciones recicladoras 1.627.313 toneladas de envases domésticos de plástico, metal, briks, papel y cartón para ser reciclados y darles una nueva vida, un 3,6% más con respecto al año anterior. Además, por tipo de material, de las 1.627.313 de toneladas recicladas, 708.596 toneladas fueron de envases plásticos (un 4,7% más que en 2021).

En 2022 se enviaron a instalaciones recicladoras 1.627.313 toneladas de envases domésticos, un 3,6% más con respecto al año anterior

Algunas dudas persisten en la población

Aunque 4 de cada 5 ciudadanos confiesan separar la basura en sus hogares, muchos de ellos aún tienen dudas o siguen tirando todos los plásticos al contenedor amarillo. Según un estudio de Hábitos de Reciclaje de la Población Española realizado por Kantar para Ecoembes, el 55% de las personas entrevistadas reconocían que echaban los juguetes al contenedor amarillo. Esto significa que, por mero desconocimiento, las plantas de selección de envases siguen recibiendo todo tipo de plásticos en sus instalaciones.

«A día de hoy aún hay envases que van al contenedor amarillo y la gente lo desconoce, como son los espray tipo desodorante o las bandejas blancas de carne y pescado; y, sin embargo, también hay otros objetos que no van al amarillo y nos encontramos a menudo», declara Nieves Rey, directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes, quien añade que «Hemos mejorado mucho en poco tiempo y las cifras así nos lo dicen, solo nos falta dar un pequeño empujón más para llegar al sobresaliente».

Las plantas de selección de residuos son capaces de combinar distintas tecnologías para que todos los materiales puedan ser separados correctamente, pero… ¿y si nos equivocamos y echamos al cubo amarillo objetos que no deben ir ahí?

«Es importante dejar claro que el contenedor amarillo, aunque muchas veces se le llama el de los plásticos está destinado únicamente para envases de plástico, latas y briks, pero en él no caben todo tipo de plásticos que no sean envases, ya que la composición es diferente y las plantas de selección, en el caso de los plásticos, están preparadas para separar aquellos usados únicamente para envasar» explica Albert Mateu, responsable de Relaciones Institucionales de Grupo Griñò, empresa catalana dedicada al tratamiento de residuos. «En el caso de echar plásticos de forma incorrecta al contenedor amarillo se pueden producir averías en la planta de selección, provocando la ralentización o, incluso, la parada de este proceso. Los equipos no están preparados para estos materiales, tienen su delicadeza, y echar lo que no se debe al contenedor puede hacer que esos equipos se deterioren y estropeen».

¿Qué pasa después del contenedor amarillo?

El proceso de reciclaje es muy largo. Comienza por el diseño y fabricación de los envases; continúa con su uso y depósito en el contenedor correspondiente; y finaliza con la separación y reciclaje. 

Mateu: «Las nuevas generaciones tienen intrínseco en su ADN la importancia del reciclaje y el respeto por el entorno»

En la planta de selección, a donde llegan los envases del contenedor amarillo, se separan 7 tipos distintos de materiales: PET (por ejemplo, botella de plástico de bebidas), PEAD (el plástico de botellas de suavizantes); briks; acero (latas de conservas), aluminio (muchas latas de bebidas); film (bolsas) y plástico mezcla (por ejemplo, tarrinas de mantequilla).

«Una planta de separación de envases está formada por diferentes procesos y tecnologías que se encargan de dividir el material en función de su composición», expone Albert Mateu. «Por un lado, tenemos elementos puramente mecánicos como trómeles y tambores cilíndricos con distintas aberturas, equipos de separación balística, imanes para el acero; y por otro, contamos con equipos de separación óptica por infrarrojos en base a los polímeros, robots e inteligencia artificial».

«Entrando en detalle, todo comienza cuando los camiones de la basura descargan los envases que han recogido del contenedor amarillo en las llamadas ‘playas de descarga’, las cuales se encargan de pesar los desechos recibidos. Más tarde este conjunto de materiales pasa a la zona de procesamiento, estancia que consta de distintas partes», desarrolla el responsable de Grupo Griñò. «La primera es el abrebolsas, una máquina, que como su propio nombre indica, se encarga de romper la bolsa que contiene los desechos. Después empieza el proceso de separación como tal, con tecnología que permite distinguir unos materiales de otros por su peso, por magnetismo y separación óptica. La más interesante es esta última, ya que mediante tecnología infrarroja es capaz de disgregar los envases en función de su composición. La última zona es la de control de calidad, un ámbito en el que si entra la mano humana para certificar que no ha habido ningún tipo de error en todo el proceso de selección. Una vez que se certifica que el material está correctamente separado es prensado, embalado y transportado a la planta de reciclaje correspondiente».

Hemos avanzado en reciclaje, pero aún podemos hacer más

«El sector del reciclaje aprueba, pero necesita mejorar sus procesos», sentencia Albert Mateu. «Y lo conseguiremos gracias a las nuevas tecnologías, la normativa europea y las cargas impositivas. No obstante, al igual que nosotros nos ponemos las pilas, los ciudadanos también tienen que adquirir una mayor concienciación».

El responsable de Griñó considera que la población debe seguir formándose en educación ambiental y cambiar sus hábitos de consumo por la regla de las tres erres: Reducir, Reutilizar y Reciclar.

«Las nuevas generaciones tienen intrínseco en su ADN la importancia del reciclaje y el respeto por el entorno, pero gran parte de los adultos aún no incorpora estos aspectos entre sus prioridades», comenta Albert Mateu. «Aun así, el peso de todo este cambio no puede solo recaer en el consumidor. La industria y los comercios tienen también que fomentar el consumo consciente».

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