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El objetivo de un planeta circular

El nuevo informe elaborado por Mapfre y la Cámara de Comercio de España demuestra que, aunque nuestro país aplica múltiples medidas de cara a la economía circular, todavía queda un gran esfuerzo por hacer en las empresas, especialmente en la formación de los empleados.

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30
marzo
2021

La tesis de la economía circular se antoja en la actualidad como el único escape posible para una sociedad que nunca parece detenerse. La ética que rodea a esta concepción de la economía busca implementar un modelo de producción y consumo que implique compartir, reutilizar, renovar o reciclar materiales y productos, alargando así su vida útil. En esta línea, los resultados de la economía circular están fuertemente ligados al desarrollo ecológico. No obstante, el triunfo de este sistema depende de asumir como sociedad que, mientras la población aumente, los recursos continuarán siendo finitos.

Las empresas y los sectores económicos nacionales se dirigen con esa idea, como lo refleja el último informe sobre economía circular realizado por Mapfre en colaboración con la Cámara de Comercio de España. Desde la compañía privada afirman que «hoy cambiamos los productos antes de que lleguen al final de su vida útil», una declaración que, aunque sencilla, muestra el principal obstáculo creado por el modelo económico actual y su enfoque lineal dividido en tres pasos principales: usar, consumir y tirar. Esta cadena productiva es la causante de gran parte de la contaminación que impacta, día tras día, sobre aire, suelo y agua, golpeando los rincones más abstractos de la sociedad a través de una estructura de consumo efímero que provoca una actitud consumista incompatible con la reutilización.

Las condiciones para la total implantación de este modelo ya están presentes: España es el séptimo país de la Unión Europea con mayor empleo (alrededor de un 2%) relacionado con la economía circular. Además, se calcula que hasta el año 2030 los puestos de trabajo relativos a este ámbito crezcan entre 23 mil y 160 mil empleos. Una evolución que fomenta también la implantación social de este nuevo modelo económico –la mayoría de las empresas declaran realizar actividades propias del modelo circular–, a pesar de que solo cinco de cada diez pymes conozcan de qué se trata realmente. Es más: cuanto más aumenta el tamaño de las empresas, más crece el conocimiento circular.

Se necesitarían casi tres planetas Tierra para poder proporcionar los recursos necesarios en el ritmo de vida actual

La hostelería, por ejemplo, es uno de los sectores económicos que muestran un mayor compromiso con la sostenibilidad eliminando plásticos de un solo uso. En el caso de las microempresas, su ahorro energético es cada vez mayor gracias al uso de placas solares o sistemas más energéticamente eficaces. Estos pequeños avances diarios –otro ejemplo es la sustitución de iluminación tradicional por luces LED– son los que permiten continuar, paso a paso, en la senda de la economía circular.

Pero todavía queda trabajo por hacer en aspectos más complejos, como la formación de los empleados: el informe elaborado por Mapfre y la Cámara de Comercio constata que un 57% de pequeñas y medianas empresas no forman a su personal en gestión de residuos y consumo de recursos. Teniendo en cuenta que, según el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR), 7.313 de las 8.437 instalaciones industriales son pequeñas y medianas empresas, la tendencia invita a situar sobre ellas el foco de la circularidad. Al fin y al cabo, la gran cantidad de toneladas de residuos (22,8 millones) generadas por las pymes ofrecen la oportunidad no solo de crear un país más limpio, sino también de reutilizar recursos y convertirlos, tras su segunda vida, en materias primas.

No obstante, los datos de las Naciones Unidas cifran el incremento de la población global en 2.000 millones de personas para los próximos treinta años, convirtiendo la carrera de la circularidad en una competición a contrarreloj: con dicha previsión, necesitaremos tres planetas Tierra si seguimos manteniendo el ritmo de vida actual. «El modelo de economía circular es crítico porque nos ayuda en la descarbonización y en el uso eficiente de recursos que no son ilimitados», explicaba Sara Fernández, Subdirectora de Medio Ambiente en Mapfre, durante la presentación del informe.

Parte del atractivo de este modelo productivo recae también en el interés económico: partiendo del más puro beneficio corporativo, cualquier empresa debería comenzar a enfocar su mirada en esta dirección para alcanzar un mayor aprovechamiento de sus potenciales recursos materiales y económicos. Una forma de ahorrar para que el planeta, finalmente, no se rompa como una frágil hucha.

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