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«En tan solo tres meses han sido asesinados más periodistas que en toda la Segunda Guerra Mundial»

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25
enero
2024

Ignacio Álvarez-Ossorio es catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid. Como especialista en el mundo árabe contemporáneo ha publicado una docena de libros, el último de ellos: ‘Siria. Revolución, sectarismo y yihad’ (Catarata, 2016). Con él hablamos sobre la situación actual en Oriente Próximo y las implicaciones del conflicto palestino-israelí.


En 2016 publicaste Siria. Revolución, sectarismo y yihad, que ampliaste con una versión más reciente hace un par de años. Cuando en 2011 comenzó la guerra siria, copaba todas las portadas, pero posteriormente cayó en el olvido. Hoy es difícil encontrar alguna referencia en la prensa generalista. ¿Cuál es la situación actual de Siria? ¿Por qué hace ya años que no oímos hablar de ella si el conflicto no se ha resuelto?

En la actualidad asistimos a una guerra de baja intensidad en Siria, ya que las posiciones de los contendientes apenas han cambiado en los últimos años. El régimen sirio ha recuperado el control de la mayor parte del país gracias al apoyo que le han prestado Rusia e Irán, con la excepción de parte de la provincia de Idlib y de algunas zonas en la frontera norte, que están en manos del ejército turco y sus aliados sirios. Las milicias kurdas, aliadas de EE. UU., también controlan buena parte del norte y el este del país, donde han establecido una administración autónoma que se financia gracias a la explotación de los yacimientos de petróleo. En el plano informativo, hay un agotamiento evidente tras trece años de conflicto: Siria ya no vende y toda la atención mediática está en Gaza, que la ha reemplazado como principal foco de tensión en Oriente Medio.

La guerra civil siria ha supuesto la crisis de desplazamiento más grande en todo el mundo, con más de 13 millones de personas que se han visto obligadas a huir. ¿Cómo se vive a día de hoy en las zonas del norte más castigadas por la guerra?

La guerra siria es, sin duda, la mayor catástrofe humanitaria que hemos vivido en lo que llevamos del siglo XXI. Las cifras hablan por sí solas, ya que tenemos más de seis millones de refugiados en los países del entorno y el continente europeo que no podrán volver mientras Bashar Al-Assad siga dirigiendo el país, ya que la mayor parte de ellos no tiene a dónde volver porque sus casas han sido destruidas y sus propiedades expropiadas por el régimen sirio. Y, en la mayor parte de los casos, son considerados por el régimen como simpatizantes de los grupos rebeldes. En el interior subsisten otros siete millones de desplazados internos que se vieron obligados a abandonar sus hogares en el curso de la contienda ante el riesgo que corrían sus vidas. Siria atraviesa, hoy en día, la crisis económica más aguda de toda su historia, ya que el 90% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, independientemente de si viven en las zonas bajo control del régimen o de los grupos rebeldes, de tal manera que sus expectativas de futuro son extraordinariamente limitadas.

«La guerra siria es, sin duda, la mayor catástrofe humanitaria que hemos vivido en lo que llevamos del siglo XXI»

Tras la retirada de las tropas estadounidenses, ¿qué influencia tienen países como Rusia o Turquía en la escalada de violencia de los últimos años? ¿Qué se juega internacionalmente en el conflicto sirio?

EE. UU. todavía conserva un pequeño contingente de tropas, que no supera el millar de efectivos, desplegados en el norte de Siria para garantizar el control kurdo de los principales campos de petróleo del país. Mediante su respaldo a la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria controlada por los kurdos pretende influir en la delimitación de la Siria de posguerra, ya que las Fuerzas Democráticas Sirias apoyadas por Washington reclaman el establecimiento de un Estado confederal en el que los kurdos dispongan de una amplia autonomía y de sus propias instituciones de gobierno. Turquía, por su parte, ha lanzado tres grandes operaciones militares en el curso de los últimos años para evitar que las fuerzas kurdas controlen la línea fronteriza, ya que son considerados aliados del PKK, la bestia negra del régimen turco. Rusia sigue disponiendo de efectivos sobre el terreno a pesar de que se haya visto obligado a retirar parte de ellos para desplegarlos en el frente ucraniano. No obstante, Moscú no contempla una retirada completa del territorio sirio, ya que todavía tiene que rentabilizar su intervención militar por medio de la explotación de los yacimientos gasísticos hallados en la costa mediterránea.

¿Se puede prever un final próximo para la guerra?

La guerra terminará cuando los principales actores internacionales con intereses en el país alcancen un acuerdo en torno a la repartición de los recursos sirios. Hoy por hoy, son Rusia e Irán los actores que disponen de mayor ascendencia sobre el régimen sirio, pero ambos tienen pésimas relaciones con Occidente. La asignatura pendiente es el control de la provincia de Idlib, que está en manos de grupos yihadistas y rebeldes apoyados por Turquía. El principal problema es que en dicha provincia viven cientos de miles de desplazados internos que tuvieron que abandonar sus lugares de origen ante el avance de las fuerzas del régimen. Como las fronteras sirio-turcas están cerradas a cal y canto, no tienen dónde huir y su vida podría correr peligro en el caso de una ofensiva por parte de Damasco para tratar de controlar este último bastión rebelde.

El regreso de Siria a la Liga Árabe, ¿puede tomarse como un espaldarazo a Bashar al-Assad? ¿Podría suponer una apertura comercial de Siria que redundara en una mejora económica?

«Rusia e Irán, los principales sostenes del régimen sirio, inmersos en crisis internas, no disponen de los recursos para invertir en la reconstrucción siria»

La normalización entre el régimen sirio y el mundo árabe avanza a marchas forzadas y se consagró en la Cumbre de la Liga Árabe celebra en Yedda en mayo del año pasado. El principal artífice de la normalización ha sido Emiratos Árabes Unidos, quien restableció las relaciones diplomáticas con Damasco en 2018. A partir de entonces, otros países de la región siguieron su estela, aunque todavía otros como Kuwait o Qatar se oponen a la normalización hasta que Bashar Al-Assad rinda cuentas por los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en la última década. A pesar de este acercamiento de posiciones, no se han registrado avances en el proceso de reconstrucción del país ante la inseguridad existente. Las petromonarquías del Golfo, que son las que cuentan con más recursos, tienen otras prioridades como el desarrollo de sus países y su inserción en las rutas comerciales de la Iniciativa de la Franja y la Ruta promovida por China. Rusia e Irán, los principales sostenes del régimen sirio, se encuentran inmersos en profundas crisis internas y no disponen de los recursos necesarios para invertir en la reconstrucción siria.

Hezbolá está también presente en el teatro de operaciones sirio, y hubo ataques aéreos israelíes a los aeropuertos de Damasco y Aleppo. ¿Hay alguna consecuencia del conflicto entre Israel y Palestina que esté impactando en Siria?

Tanto la Guardia Revolucionaria iraní como el Hezbolá libanés tienen presencia en territorio sirio. Durante estos últimos trece años, Israel ha atacado territorio sirio en numerosas ocasiones siempre utilizando el mismo argumento: evitar que Irán establezca bases militares permanentes y provea de armamento sofisticado a Hezbolá. Estos ataques se han intensificado desde el 7 de octubre y se ha dirigido esencialmente a los principales aeropuertos del país, que han sido bombardeados para evitar que lleguen nuevos cargamentos de armas a la milicia chií libanesa.

¿Y en otros países de la zona?

El principal riesgo es la escalada entre Israel y Hezbolá, como ya ocurrió en 2006. Desde entonces, impera una calma tensa entre ambos actores que se traduce en frecuentes tensiones fronterizas y en escaramuzas puntuales. En el curso de la actual crisis, el gobierno israelí ha advertido a Hezbolá para que no abra un nuevo frente en la zona fronteriza señalando que, si lo hace, Líbano será bombardeado al igual que Gaza y «volverá a la Edad de Piedra», tal y como señaló el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant. También EE. UU. ha tratado de evitar una escalada regional con la presencia de dos portaviones en la costa israelí, listos para golpear las posiciones de Hezbolá en caso de colisión.

En el conflicto entre Israel y Palestina sorprende la desproporcionalidad de las acciones del gobierno israelí, con crímenes contra la humanidad cometiéndose a plena luz del día y sin ningún tipo de miramientos. ¿Por qué se puede permitir Israel ignorar todo tipo de convenciones humanitarias?

Desde su creación, Israel ha gozado de una completa impunidad que le ha llevado a incumplir decenas de resoluciones de la ONU que reclaman su retirada de los territorios ocupados, el derecho al retorno de los refugiados o el final de la colonización. El apoyo incondicional de EE. UU. es indispensable para explicar esta excepcionalidad de Israel a lo largo del tiempo. No cabe duda de que el ejército israelí ha perpetrado graves crímenes de guerra y de lesa humanidad en su ofensiva contra la Franja de Gaza que han provocado decenas de miles de víctimas. Ante la complicidad del mundo occidental, ha sido Sudáfrica, un país del Sur Global que sabe bien lo que es el apartheid, el que he elevado una denuncia por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, la instancia judicial más relevante dentro del sistema de Naciones Unidas, al entender que Israel no está luchando contra Hamas, sino librando una guerra de exterminio contra el pueblo palestino en la que utiliza el hambre como arma de guerra.

El periodismo local está siendo un objetivo de los bombardeos israelíes, y la posibilidad de informar desde allí es muy complicada. ¿Qué papel juegan los medios de comunicación?

En tan solo tres meses han sido asesinados más periodistas que en toda la Segunda Guerra Mundial, lo que demuestra que Israel no quiere testigos que documenten lo que está haciendo en la Franja de Gaza. En los primeros cien días de ofensiva, Israel asesinó a más de cien periodistas palestinos, en muchos de los casos con sus familias. Al controlar todas las fronteras de Gaza, también impide la entrada de periodistas extranjeros que cuenten lo que está ocurriendo. Es una situación sin precedentes que no ha suscitado prácticamente ningún tipo de protesta en los países occidentales.

«Israel impide la entrada de periodistas extranjeros que cuenten lo que está ocurriendo»

¿Qué hay de cierto en los rumores de que Netanyahu fue el principal «beneficiario» de las acciones de Hamas? ¿Ha financiado Israel activamente al grupo terrorista? 

En las décadas de los setenta y ochenta, el principal enemigo de Israel era la Organización para la Liberación de Palestina dirigida por Yasir Arafat. Cualquier movimiento que le disputase este monopolio político era visto con buenos ojos por los gobernantes israelíes. De ahí que el movimiento islamista palestino obtuviera un trato de favor que le permitió expandirse por Gaza y Cisjordania en sus comienzos. No obstante, el ascenso político de Hamas y su victoria electoral en 2006 encendieron todas las alarmas y llevaron al gobierno israelí a cerrar la Franja de Gaza a cal y canto con el visto bueno de la comunidad occidental. En los últimos años, Israel y Hamas habían alcanzado un pacto informal de no agresión que permitió cierto florecimiento económico de Gaza gracias a la ayuda económica enviada por Qatar. Esta situación se tradujo en cierta complacencia por parte de las autoridades israelíes, que concentraron la mayor parte de sus efectivos en Cisjordania para apoyar al movimiento colono y sentar las bases para una eventual anexión de las zonas C, que representan el 60% del territorio ocupado.

¿Crees que el gobierno israelí está usando a Hamás para deslegitimar al resto de las organizaciones palestinas, como la Autoridad Palestina?

El actual gobierno israelí, que es el más extremista de toda su historia, no contempla ningún tipo de negociación con ningún actor palestino, se llame como se llame y sea cual sea su ideología. Su programa político está basado en la creación de hechos consumados para la futura anexión de los territorios palestinos. Es lo que establece el programa de gobierno de Netanyahu, que dirige una coalición integrada por partidos ultraortodoxos y ultranacionalistas en la que sobresalen los supremacistas judíos Smotrich y Ben-Gvir, del Partido Sionista Religioso, que abogan abiertamente por la expulsión de cinco millones de palestinos de sus hogares por medio de una limpieza étnica.

«El programa de gobierno de Netanyahu está basado en la creación de hechos consumados para la futura anexión de los territorios palestinos»

¿Responde el ataque de Hamas a una aceleración de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y el mundo árabe en los últimos años?

La prioridad absoluta del primer ministro Benjamin Netanyahu era, y sigue siendo, impulsar el proceso de normalización entre Israel y el mundo árabe. En el pasado, los países árabes condicionaron el reconocimiento de Israel a que se retirase de los territorios ocupados desde 1967 y permitiese la creación de un Estado palestino. Este consenso se rompió con los denominados Acuerdos de Abraham entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin en 2020. La normalización con Israel se había convertido prácticamente en una obsesión tanto de Netanyahu como del presidente Biden, ya que implicaría prácticamente la liquidación de la cuestión palestina. Los ataques del 7 de octubre vienen a demostrar el fracaso de esta estrategia y la centralidad de la cuestión palestina.

¿Por qué los demás países no muestran más contundencia, e incluso justifican las acciones de Israel? ¿Es previsible que algún país del entorno se involucre activamente a favor de Palestina?

El mundo árabe está profundamente dividido en torno a la relación a mantener con Israel. Hay un grupo de países que sigue manteniendo su posición tradicional de respaldo a la causa palestina, pero hay otros países que han decidido priorizar las relaciones con Israel. En esta cuestión tienen especial relevancia las expectativas de colaboración en los terrenos de inteligencia, seguridad y defensa, en los que Israel es una potencia internacional. De hecho, Israel ha ido escalando posiciones en el ranking de principales exportadores de armamento y ya ocupa el décimo lugar (inmediatamente por debajo de España) a pesar de su escaso tamaño y población. Esto es lo que ha llevado a países como Emiratos o Marruecos a establecer plenas relaciones diplomáticas a cambio de la recepción de armamento sofisticado y de tecnología punta.

Los ataques en el Mar Rojo han hecho que el conflicto palestino-israelí se convierta en una amenaza geoeconómica global. ¿Es previsible que esto siga escalando?

La milicia yemení de Ansar Allah, también conocida por el nombre de los hutíes, ha perpetrado, hasta el momento, dos docenas de ataques contra cargueros en el estrecho de Bab al-Mandab, que da paso al mar Rojo y por el que transita casi el 15% del comercio mundial. Este grupo chií es considerado uno de los satélites regionales de Irán y, de hecho, integra el denominado Eje de Resistencia. Como el Hezbolá libanés, también tiene un compromiso muy claro con la causa palestina y, por eso, ha decidido atacar a barcos con pabellón israelí o que se dirijan al puerto de Eilat, lo que pone en peligro la libertad de navegación y podría provocar disrupciones en el comercio mundial.

En el contexto actual, ¿sería posible revivir el espíritu de los Acuerdos de Oslo? ¿Habrá alguna vez un intento legítimo con posibilidades reales de alcanzar la paz?

Hoy por hoy, no es factible reeditar el proceso de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, ya que, para aplaudir, como dice un refrán árabe, son necesarias dos manos. El propósito del actual gobierno israelí es destruir Gaza y promover la expulsión de su población a los países del entorno. No está solo en este empeño, ya que la Administración Biden sigue aportando financiación y armamento para que lleve a cabo este proyecto y, además, veta cualquier tipo de resolución que trate de imponer un alto el fuego. La posibilidad de que Europa equilibre la balanza se ha diluido por completo, dado el respaldo incondicional que Reino Unido, Alemania y Francia han prestado a Netanyahu tras los ataques del 7 de octubre, que ha sido interpretado como un cheque en blanco para destruir no solo a Hamas, sino la Franja de Gaza.

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