Opinión

Libertad y seguridad en Tierra Santa

Los relatos palestino e israelí, las historias que se cuentan a sí mismos y cuentan al mundo, no solo son contradictorios, sino que están en conflicto entre sí. Así como suelen estarlo los valores de la libertad y la seguridad.

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28
noviembre
2023

En varios capítulos que ha dedicado a Israel y Palestina en su podcast en The New York Times, Ezra Klein ha expuesto con honestidad y rigor las claves del conflicto, no solo en su estado actual sino desde hace décadas. Hay dos reflexiones que me parecen clave. La primera es muy obvia: los relatos palestino e israelí, es decir, las historias que se cuentan a sí mismos y cuentan al mundo, son contradictorios. Y, sin embargo, eso no significa que haya un relato falso y otro verdadero. (Aquí no hablo de los relatos propagandísticos sino de la tesis más honesta de cada uno de los bandos).

Klein piensa que la solución al conflicto, que hoy parece más inalcanzable que nunca, no pasa por la victoria de uno de esos relatos sobre el otro. Porque ambos son verdaderos y, sobre todo, legítimos. (Eso no significa que el drama de ambos lados sea equivalente. Hay una desproporcionalidad notoria de víctimas en el bando palestino, por ejemplo).

Klein lo explica con dos valores clave en filosofía política: libertad y seguridad. Suelen estar siempre en conflicto. Los ciudadanos de las democracias liberales creemos que hemos alcanzado un equilibrio perfecto entre ambos aspectos, pero no es un equilibrio natural y, sobre todo, fácil de alcanzar y sostener en el tiempo. Más libertad suele significar menos seguridad; más seguridad suele significar menos libertad.

Más libertad suele significar menos seguridad; más seguridad suele significar menos libertad

En pocos conflictos se explica mejor esa dicotomía que en el palestino-israelí. El valor dominante en Palestina es la libertad; en el caso israelí es la seguridad. A más libertad de Palestina, más inseguridad de Israel. El objetivo primordial de Hamás es la destrucción de Israel, igual que el de otros grupos terroristas en Gaza como Yihad Islámica. En la segunda intifada, que duró entre 2000 y 2005, más de 1.000 israelíes murieron en ataques suicidas en territorio israelí. El 7 de octubre de 2023 fueron asesinados 1.400 israelíes en el ataque terrorista de Hamás. No fueron actos de resistencia legítimos de un colonizado contra un colono, a no ser que uno considere como «colonos» a todos los civiles de Israel, desde los niños a los ancianos, y por lo tanto considere que su asesinato es legítimo para «descolonizar» el país (además, la mayoría de los israelíes de hoy descienden de personas que emigraron a Tierra Santa entre 1881 y 1949; muchos de los judíos que se mudaron a Israel después de 1948 lo hicieron porque fueron expulsados de sus países en el mundo árabe). Es comprensible, entonces, que el valor fundamental en Israel sea la seguridad: es una cuestión existencial.

Pero a más seguridad, de Israel, menos libertad para Palestina. La consecuencia final de la lógica de la seguridad de Israel, influida por décadas de amenazas y ataques de otros países y por la intifada y el terrorismo de Hamás y Yihad Islámica, es la opresión de los palestinos. Cuanto más controlados estén, más seguros estarán los israelíes. Esto lleva a una lógica de ocupación y represión, a la monitorización constante de sus movimientos, a su deshumanización. Es comprensible que el valor primordial de los palestinos sea la libertad. Viven oprimidos, carecen de derechos políticos, fueron expulsados de sus tierras y, además, el gobierno israelí captura más y más territorio en Cisjordania para hacer aún más difícil la convivencia. El terrorista de Hamás que entra en un kibutz de Israel y dispara indiscriminadamente a civiles es un asesino y sus actos son injustificables; el adolescente que ha perdido a su familia en un bombardeo y tira piedras al ejército israelí se deja llevar por una rabia completamente legítima.

Los dos relatos, internamente, hacen aguas. La libertad que buscan los palestinos es frente a la opresión israelí, pero difícilmente se desharán de la opresión de las propias autoridades palestinas: Hamás tiene una rama militar terrorista que quiere imponer la ley islámica, lo que implica muy poca libertad para minorías étnicas y religiosas. Y el relato de seguridad en Israel, la idea de que es el único país donde realmente estarán seguros los judíos, se rompió definitivamente el 7 de octubre con los ataques terroristas de Hamás: fue la matanza con más víctimas judías desde el Holocausto.

El relato emancipador palestino es legítimo y necesario; también lo es el relato de seguridad israelí. Son dos relatos verdaderos y no solo contradictorios, sino en conflicto el uno con el otro. No hay una solución, o si la hubiera quizá tiene que ver con otra dicotomía interesante, la que hay entre paz y justicia. En democracias liberales prósperas creemos que hemos alcanzado no solo el equilibrio entre libertad y seguridad, sino también el que hay entre paz y justicia. Pero en el conflicto palestino-israelí ese equilibrio es muchísimo más difícil. ¿Qué es mejor, una paz injusta o una guerra justa?

 

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