El sistema de castas de la India
¿Existen aún los intocables en la India?
A pesar de la legislación, que prohíbe la discriminación por castas, y los avances en la sociedad, los ‘dalit’ o ‘intocables’ siguen siendo objeto de la violación sistemática de sus derechos, especialmente en el caso de las mujeres.
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El término correcto es dalits, los oprimidos, pero durante siglos se les ha conocido como los «intocables». Lo integran unos 200 millones de personas, lo que representa entre el 15 y el 18% del total de la población de la India. Al contrario de lo que se cree, no forman parte del rígido sistema de castas que determina la vida en el gigante asiático, pero soportan todo su peso, pues están en lo más bajo del escalafón, por debajo de las cuatro clases sociales que lo conforman. Un no lugar que explica el régimen de desigualdad y discriminación al que están sujetos, que persiste décadas después de la independencia del país, en 1949, y se remonta a, al menos, siete siglos antes del nacimiento de Cristo, en pleno periodo védico.
Los dalits son los ciudadanos más marginados de la India, a quienes, tradicionalmente, se les ha relegado a desempeñar los trabajos más precarizados de la sociedad, como la limpieza de restos humanos, la recogida de basuras, la quema de cadáveres, la labor en el campo –sin ser propietarios de la tierra–, el lavado de la ropa y el tratamiento del cuero. En la estratificación social de la India, los «intocables» son el grupo poblacional de mayor segregación y menor movilidad y ascenso. Quien nace dalit, lo más probable es que muera dalit. Su supuesta «impureza» en lo que se refiere a su estatus queda establecida por las divisiones de castas (varna) que promulga el hinduismo (son el único grupo poblacional que no nació de una parte del cuerpo de Brahmá, creador del universo). De esta realidad, de su no casta, deriva su posición sociocultural y económica, que va más allá de lo simbólico y los confina a lo más bajo del sistema, da igual en qué ámbito de la vida se ponga el foco.
En la estratificación social de la India, los «intocables» son el grupo poblacional de mayor segregación y menor movilidad y ascenso
A pesar de los avances que se han materializado para garantizar sus derechos más básicos, los dalit son, todavía, objeto de violencia, exclusión, acoso, violaciones en el caso de las mujeres y discriminación sistemática. La Constitución de la India, que entró en vigor en 1950, prohíbe en sus artículos 15, 16 y 17 la discriminación por castas, además de establecer la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, incluidos los dalit. La carta magna también abolió el calificativo de «intocabilidad» para referirse a esta comunidad y estableció la igualdad de oportunidades en materia de empleo en el sector público. A este respeto, se favoreció un sistema, otro, este de cuotas, por el que el 15 % de las plazas en las administraciones gubernamentales y en las instituciones educativas están reservados para ellos. En 1989, el gobierno indio fue un paso más allá y promulgó la Ley de Prevención de Atrocidades contra Castas y Tribus para proteger a los dalit y miembros de las comunidades indígenas. En esta se contempla la detención automática y sin libertad bajo fianza de quienes atenten contra estos dos colectivos por medio de «acoso verbal o físico, violencia física, asesinato, violación y robo».
El avance es representativo sobre el papel, pero en la práctica la vulneración de derechos se mantiene prácticamente inalterable. Sobre todo, en el ámbito rural, donde el aperturismo y el progreso tardan en llegar y en integrarse en el imaginario colectivo. De acuerdo con el estudio Intocabilidad en la India Rural, en el que se abarcaron las condiciones que determinan la vida de los dalit en 565 aldeas de 11 de los 28 estados que comprenden la India, en el 48,4% de estas poblaciones se les impide el acceso a las fuentes de agua; en el 33%, los trabajadores de la sanidad pública se niegan a visitar sus hogares y en el 27,6% de los casos se les imposibilita el acceso a las estaciones de policía. Según los datos que maneja la ONG Ayuda en Acción, el 48% de los niños dalit presenta signos de desnutrición y cerca del 50% de entre los 5 y los 15 años abandona los estudios sin terminarlos.
A pesar de que la discriminación por castas está prohibida por ley, la realidad es que esta persiste
En las grandes ciudades, la tímida secularización de la sociedad, la expansión en el acceso a educación y la creciente urbanización de las metrópolis ha permitido que la influencia de las castas se haya visto diluida. Algo, ligeramente. Prueba de esta “mayor” movilidad social son los matrimonios entre castas diferentes, cada vez más frecuentes. Ahora bien, la segregación que afecta de lleno a los dalit hace poco probable un enlace concertado entre un miembro de esta comunidad y el de otra superior. En otras palabras, nadie que integre el sistema de castas quiere casarse con un dalit al menos que haya una razón poderosa para hacerlo. El pago de una dote significativa, por ejemplo, al alcance de pocos teniendo en cuenta el lugar socioeconómico que integran los «intocables» y la falta de oportunidades para cambiar sus circunstancias.
En el caso de las mujeres, la discriminación es triple: por casta, clase social y género. Un estigma social que complica el reconocimiento de sus derechos. El último caso brutal de violencia contra una mujer dalit saltó de la India al mundo a principios de este año, cuando se conoció la detención de 44 personas por la violación de una niña «intocable». Un crimen que volvió a reabrir el debate sobre la violencia de la que son objeto estas mujeres y el conjunto de ciudadanos dalit y sacó a miles de personas a las calles para exigir cambios sustanciales de cara a su protección.
A pesar de las múltiples barreras que encuentran los oprimidos en la India, como colectivo han demostrado su poder político cuando actúan en bloque. Es lo que sucedió durante las últimas elecciones generales celebradas el pasado año, en las que el primer ministro Narendra Modi revalidó un tercer mandato consecutivo al frente del gobierno como líder del Bharatiya Janata Party (BJP). Si bien logró hacerse con la victoria, perdió la mayoría absoluta que consiguió en 2014 y en 2019 que le habían permitido gobernar en solitario, sin el apoyo de sus socios de coalición. Hasta ahora.
Un revés inédito que se explica por la movilización de los «intocables» y las castas más bajas en las urnas, ahogadas por el desempleo, la desigualdad creciente y la falta de oportunidades para los jóvenes. Un voto de castigo que también se entendió como la respuesta de los dalit a la posibilidad de que el gobierno de Modi enmendara la Constitución para eliminar cualquier vestigio de la discriminación positiva y de cuotas que se reserva para ellos.
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