Internacional

«Israel entiende que tiene que ganar las guerras antes que negociar las paces»

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02
noviembre
2023

Sábado 7 de octubre. En pleno Sabbat, día festivo sagrado para los judíos, el grupo terrorista Hamás atacó Israel por sorpresa lanzando cohetes sobre distintas ciudades y penetrando por tierra en suelo israelí. Los objetivos no eran solo militares, sino también civiles, como se vio en la masacre del festival de música cercano al kibutz Reim, próximo a la frontera con Gaza. Ahí abrieron fuego contra los asistentes: mataron a más de 260 personas y tomaron otras tantas como rehenes. Horas más tarde, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaraba «estamos en guerra» y anunciaba represalias inmediatas. En cambio, contrario a lo que muchos observadores e incluso la opinión pública pensaban, el ataque terrestre tardó varias semanas en llegar.

Entre medias, se produjeron ataques contra Gaza. Uno de ellos alcanzó el hospital Al Ahli, al norte de la frontera de la Franja, y causó alrededor de 500 víctimas mortales, según las autoridades gazatíes. Las primeras voces se alzaron acusando a Israel, pero las autoridades israelíes afirmaron que ese ataque fue obra de la Yihad Islámica (versión que respaldó el presidente estadounidense Joe Biden). Nada está claro. Tampoco el número de muertos en un bando (las autoridades israelíes estiman que Hamás ha acabado con la vida de unas 1.400 personas) ni en otro (el Ministerio de Salud palestino en Ramallah, controlado por Hamás, afirma que ronda las 8.000 personas).

Hablamos con José Ignacio Torreblanca (Madrid, 1968), jefe de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales y consejero editorial de Ethic, para entender las claves de esta guerra de Hamás contra Israel.


La desinformación parece una de las protagonistas de este conflicto, como de tantos otros…

Las dificultades de informar sobre el terreno y de contar los hechos y los datos sobre estas cuestiones (como vivimos con el hospital de Al Ahli), es patente. Nos va a costar mucho saber qué está pasando dentro y cómo se está produciendo. No tenemos cifras de Hamás, de cuantos de sus combatientes han caído, por ejemplo. Ese es un dato muy importante que nos permitiría saber si existe proporcionalidad o qué le está pasando como fuerza de combate (supuestamente, Hamás tiene 30.000 militantes o guerrilleros afiliados en sus organizaciones, muy bien armados). Debemos tener cuidado y mucha prudencia a la hora de interpretar los datos que recibimos, porque son datos de parte y también objeto de disputa, de intervención, de creación de conciencias, de apoyo y de debilitación de apoyos. No debemos dar nada por hecho y detrás de la información tenemos que poner siempre cuál es la fuente o si ha habido verificación independiente. Escondiendo los hechos, aunque no sea desinformación en el sentido de crear campañas, noticias o informaciones falsas y difundirlas, tenemos un elemento propagandístico muy importante; porque se omite una parte de la realidad –los hechos – y con eso se introduce un sesgo. Para las dos partes es importante mantener el control de qué lectura se hace de los hechos y qué es lo que está ocurriendo sobre el terreno.

 ¿Cómo altera la crisis de Gaza el tablero internacional?

Profundamente. Teníamos ya un conflicto entre Ucrania y Rusia que estaba generando muchas tensiones en varios ejes (entre China y Estados Unidos, entre Europa, entre Occidente y el llamado sur global) y esto ahonda aún más esas fracturas que habíamos visto aflorar con Ucrania.

«El objetivo de Hamás es la aniquilación del Estado de Israel»

Últimamente habíamos visto un acercamiento entre Estados Unidos y Arabia Saudí, en un esfuerzo de la administración Biden por establecer relaciones con el reino wahabí, acercarlo a Israel y afianzar la presencia estadounidense en la zona. ¿Cómo afecta este conflicto a esa aproximación?

Ese era uno de los objetivos principales de Hamás con este ataque. Cada vez que hay un proceso de paz o de distensión, hay actores que quieren sabotearlo y este ha sido un caso claro. Tengamos en cuenta que Hamás nace para reventar los Acuerdos de Oslo [en 1993 entre Isaac Rabin, Yaseer Arafat y Bill Clinton]; es decir, su objetivo no es la solución de los dos Estados, sino la aniquilación del Estado de Israel. Ahora, en un momento en el que Estados Unidos estaba a punto de cerrar un acuerdo muy importante con Arabia Saudí, –tras los Acuerdos de Abraham [en 2020 entre Emiratos Árabes Unidos, Barein, Sudán, Marruecos e Israel, mediado por la administración Trump], Arabia Saudí era el país que iba a llevar a cimentar la presencia estadounidense– Hamás ha llevado a cabo este ataque, cuya brutalidad está diseñada para provocar este tipo de respuesta: no solo en un plano militar, sino total y colectivo. Y como siempre, el daño colateral [recae] sobre los palestinos.

Entonces, ¿este es el motivo que ha instigado a Hamás a lanzar este ataque precisamente ahora?

Todas las indicaciones que tenemos son que la inminencia de este acuerdo es algo que ha hecho a Hamás movilizarse y lanzar este tipo de ataque. Y, efectivamente, ha conseguido polarizar y dividir a Occidente y los países árabes, y poner en una situación muy incómoda a los países que sí habían firmado la paz con Israel, como Egipto, los jordanos y ahora iban a hacer los saudíes. [Esta lógica] la hemos visto también con el papel de Irán, que estaba implicado en esto. Si no ha sido la causa, sí ha sido un detonante o un acelerador.

«A Putin este conflicto le viene muy bien para azuzar divisiones»

Mencionas a Irán, que respalda a Hamás, como también lo hace Hezbolá (el grupo militar libanés). Además, hace unos días, Putin recibió a representantes de Hamás en Moscú con la excusa de buscar soluciones que activen la solución de los dos Estados. ¿En qué medida estos apoyos o relaciones complican el conflicto?

Putin es un oportunista y necesita construir sus apoyos o que los demás no construyan un frente unido en contra de Rusia. Hemos visto que explota cualquier oportunidad –como los precios a los alimentos, por ejemplo– y para él este conflicto no solo desvía la atención de su invasión en Ucrania, sino que pone el foco otra vez en las contradicciones o los dobles raseros de Occidente. A Putin le interesa mucho que este conflicto siga en el tiempo y escale en intensidad; le viene muy bien para azuzar divisiones.

Cuando Hamás atentó contra Israel, el 7 de octubre, Netanyahu anunció represalias inminentes. Pero pasaron más de tres semanas antes de que Israel atacara militarmente. ¿A qué se ha debido este tiempo de espera? ¿Cuál es la estrategia de Israel?

Estados Unidos ha pedido tiempo a Israel para posicionarse en el frente regional. Desde el principio se sabía que esto no iba a ser solo una operación de Israel contra Hamás en Gaza, sino que la baza de Hamás es recabar ayuda: hemos visto reuniones [que han mantenido] con Hezbolá y con la Yihad Islámica, el papel que quieren que juegue Hezbolá en Líbano y, por supuesto, el rol de los iraníes. Incluso hemos visto lanzamiento de misiles desde Yemen. Así que Estados Unidos le ha pedido tiempo a Israel para posicionar grupos aeronavales con portaviones y poder garantizar que no haya una escalada nacional o que esta escalada pueda ser contenida, de tal manera que proteja a Israel para que se pueda concentrar en la operación en Gaza. Aun así, la fuerza aérea israelí ha estado tomando posiciones y bombardeando Siria, porque quiere cortar los suministros de Irán que pasan a través de Irak y que acaban en Siria, en Líbano y en Gaza. De hecho, las fuerzas estadounidenses estacionadas en Irak y en la parte de Siria en la que están, han recibido ataques de milicias apoyadas por Irán. El problema no es Israel, sino que el objetivo son Israel y Estados Unidos.

Vemos el rol de Estados Unidos, mencionabas también los países árabes; meto ahora en la ecuación a Europa, por delimitar tres grandes bloques geopolíticos. ¿Qué papel debe jugar la sociedad internacional?

En primer lugar, están los organismos de Naciones Unidas, que tienen que cumplir su papel. Sin embargo, es muy difícil hacer valer el Derecho Internacional Humanitario por la propia naturaleza del conflicto: es muy asimétrico, no hay dos ejércitos regulares luchando entre ellos, sino que se lucha en un territorio muy densamente poblado contra un movimiento terrorista que practica técnicas de guerrilla que utiliza o se esconde entre la población. El Derecho Internacional «permite» que cuando una fuerza se esconde o utiliza estructuras civiles se «puedan» atacar esas infraestructuras y se habla de proporcionalidad; pero, ¿qué es la proporcionalidad? ¿Cómo se practica? En el inmediato plazo, el papel de la comunidad internacional es, por un lado, intentar que haya las mínimas víctimas civiles; por otro, intentar que se abra un proceso por el cual pudiera haber una mínima negociación, algo imposible en el caso de Hamás, porque solo quiere negociar para intercambiar los rehenes por sus prisioneros. Es una manera de alimentar la guerra: no va a negociar la solución de dos Estados, porque ya ha dicho que no cree en ella y que solo cree en un Estado islámico que derrote a Israel. Pero Israel no responde a presiones ni a la opinión pública internacional. Ellos viven sus circunstancias, con su cultura de seguridad y su manera de ver el mundo y la percepción que tengamos en Europa o las manifestaciones de la sociedad civil internacional no les van a afectar mientras Estados Unidos no les retire el apoyo.

Al hilo de la opinión pública internacional y de Naciones Unidas, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, dijo hace unos días que los ataques de Hamás no habían salido de la nada y que los palestinos viven una ocupación sofocante desde hace 56 años, mientras apelaba a un alto el fuego y a la solución de los dos Estados (conforme a las resoluciones de Naciones Unidas). Unas declaraciones que sentaron francamente mal a Israel, que pidió su dimisión y amenazó con denegar visados a representantes de la ONU. ¿Proceden los comentarios de Guterres? ¿Cabe esperar estas reacciones de Israel?

El papel del secretario general de Naciones Unidas es ser útil, no tener razón. Si quieres tener razón, pero eso te convierte en un actor no útil, entonces no estás cumpliendo tu papel. Puedes estar de acuerdo con lo que ha dicho Guterres, pero el papel del secretario general debe ser otro; eso lo podemos decir todos los demás, no él. Por otra parte, Guterres dibuja una línea muy fina. Los atentados de Atocha también tenían un contexto: podemos decir que era el apoyo de España a la guerra de Irak. Todo terrorismo tiene un contexto, no se trata de un nihilismo por el cual se mate a gente aleatoriamente; siempre hay una causa que se dice defender, de una manera u otra. Y eso es lo que ha dolido a Israel. Israel está muy aislado y reacciona de forma furibunda contra todos los que toman posturas equidistantes o críticas con ellos, porque necesita elevar el coste de aquellos que le abandonan o no están de su lado. Es una táctica de la diplomacia israelí, no tienen tantos aliados (como se ha visto en la votación en Naciones Unidas: 14 países a favor, 120 en contra y 45 abstenciones). El aislamiento o la soledad internacional de Israel es evidente y por eso tiene que criticar duramente cada factor que le hace daño en esa legitimidad.

Mencionabas antes el Derecho Internacional Humanitario. Más allá de la ayuda humanitaria, estos días estamos oyendo hablar de «pausas humanitarias», un nuevo concepto que la Unión Europea ha puesto sobre la mesa. ¿Qué significa exactamente y qué implicaciones tiene?

El lenguaje diplomático tiene muchos matices. Un alto el fuego implica la existencia de dos partes que son iguales; las pausas humanitarias no describen ni definen el conflicto, sino que simplemente dice que es necesaria esa pausa para que los actores puedan introducir ayuda humanitaria: no prejuzga o carga la cuestión. Esto puede parecer un matiz irrelevante, pero es muy importante para los actores. La ayuda humanitaria, que en teoría debería poder hacerse valer por sí misma sin instrumentalizaciones, es también parte del conflicto. Importa cómo se define, quiénes son los actores legitimados para gestionarla y, ahora, qué actores están legitimados para gestionar esas pausas. Por eso ha sido tan complicada esa resolución.

«Si hay un horizonte de paz, vendrá después de la derrota de Hamás»

Países como Egipto* o Jordania, que cuentan con una numerosa población palestina, han vetado la entrada en sus territorios a aquellos que huyen de Gaza, porque temen que Israel fuerce una expulsión permanente que anule las posibilidades de creación de un Estado Palestino. ¿Qué va a pasar entonces con el pueblo palestino en un futuro inmediato?

Los matices diplomáticos, la diplomacia y la política al final interfieren en decisiones que deberían ser estrictamente morales. Si hay una guerra en un territorio tan superpoblado como Gaza, lo normal sería que el país cercano que no está en conflicto [con él] acogiera a esos refugiados y los protegiera. Sin embargo, ningún país árabe quiere hacerse cargo de los refugiados palestinos por dos razones: primero, porque en el pasado ha tenido efectos desestabilizadores internos. Jordania tuvo una parte importante de palestinos después del año 67 y luego del año 73 y esto generó muchos problemas, porque esos palestinos se organizaban; no estaban ahí para integrarse, sino para defender su causa, con milicias y con su propia organización. De hecho, hubo un conflicto importante entre jordanos y palestinos: el Septiembre Negro (1970-1971). Egipto está en una situación muy complicada y no puede hacerse cargo de refugiados palestinos de forma masiva. Segundo, a los países árabes eso les parecería que es facilitarle el trabajo a Israel de vaciar la franja de Gaza y quedarse a luchar solo con Hamás, porque sería como colaborar con una limpieza étnica. Son decisiones que tienen sentido de acuerdo con una lógica política y diplomática, pero no de justicia.

*Tras 26 días de guerra en la frontera de Gaza, el miércoles 1 de noviembre, Egipto abría el paso de Rafah para evacuar a un número limitado de personas (heridos graves, palestinos con doble nacionalidad y extranjeros), gracias a un acuerdo entre Egipto, Israel y Hamás en el que han mediado Qatar y Estados Unidos.

¿Cuáles crees que van a ser los siguientes acontecimientos? Es decir, ¿cómo se va a desarrollar este conflicto? ¿Qué podemos esperar en las próximas semanas?

Lo que hemos visto en el pasado, en la manera de comportarse de Israel cada vez que ha sido atacado, es que por su posición geográfica y militar y por su futuro, entiende que necesita ganar las guerras antes que negociar las paces. En este caso no va a ser muy distinto. Si hay un horizonte de paz, vendrá después de la derrota de Hamás; aunque tampoco sabemos cómo se definen derrota y victoria. Vamos a ver mucho conflicto. La guerra se podría detener si se llega a una situación en la que Israel no pueda derrotar a Hamás y tenga que abandonar ese empeño, pero no parece, porque negociar desde la debilidad sería muy problemático para Israel, así que van a empeñarse en debilitar muchísimo a Hamás. Incluso que Israel vaya ganando en un momento dado no quiere decir que el conflicto se acerque a su resolución, sino que hay más incentivos para una escalada regional, porque cuanto más cerca esté Israel de derrotar a Hamás, más alicientes tendrán Hezbolá e Irán para aliviar la presión abriendo un segundo frente en Líbano o en el Golfo Pérsico.

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