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La pandemia exhibió muchos de los problemas sociales que, de algún modo, permanecían latentes o alejados del debate público. Hablamos de la soledad no deseada o de la despoblación. Pero la crisis sanitaria causada por el coronavirus también mostró que el silencio y la indiferencia resultan cómplices de otras lacras de nuestra sociedad que merecen una respuesta urgente, como la violencia de género, por ejemplo. Ante todas estas situaciones críticas, antes, durante y después de la pandemia, hay gente que ha estado en primera línea haciendo frente a ellas, es decir, los y las farmacéuticas. Ana López-Casero Beltrán, tesorera del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos de España, aborda estos temas en relación a la importancia de la farmacia como elemento clave en la recomposición del tejido social en un país que sigue sufriendo por el éxodo del campo a las ciudades, por el envejecimiento y por mujeres que siguen siendo víctimas de un sinfín de violencias. Porque, para ella, la salud «no sólo es el bienestar físico y mental, sino que también es social».
Recientemente habéis presentado la Estrategia Social de la Profesión Farmacéutica, un plan de transformación en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que persigue hacer frente a retos como la salud mental, la igualdad o el cuidado medio ambiente. ¿Cuáles son las claves para aumentar el impacto positivo de las farmacias? ¿Qué elementos permiten a las farmacias y farmacéuticos convertirse en motores de transformación?
Hay varios datos imprescindibles para comprender la importancia de la farmacia en España: hay 22.100 farmacias, aproximadamente. Más del 65% de ellas se encuentran fuera de las capitales de provincia: 5.000 están en zonas rurales, más de 2.000 en poblaciones con menos de 1.000 habitantes y, finalmente, más de 1.000 farmacias están en poblaciones con menos de 500 habitantes. Hay tres claves que determinan su impacto social. La primera de ellas es la capilaridad: no hay un rincón del país al que no llegue una farmacia; el 98% de los ciudadanos tiene una de ellas en su localidad. Eso es algo que aporta un valor social inmenso. La segunda es la conectividad: todas las farmacias están conectadas en red, lo que quiere decir que hay una gran inteligencia asistencial, sanitaria y social. Están arraigadas al territorio y conocen muy bien a las personas. Son una parte fundamental de cada comunidad. La tercera es la empatía, ya que el farmacéutico es un profesional sanitario de 360 grados. De acuerdo con la OMS, la salud no sólo es la ausencia de enfermedad, sino que es un estado completo de bienestar físico, mental y social. Respecto a la salud social, aún hay cierta reticencia sobre su aceptación. Es lamentable, porque hablamos de problemas graves como la violencia de género, la exclusión social o la soledad no deseada, pero el farmacéutico sí que los considera como problemas, lo que es un gran avance dentro de las comunidades. Por último, tenemos una profunda vocación, algo que creo que quedó patente durante la pandemia.
«La salud no sólo es la ausencia de enfermedad, sino que es un estado completo de bienestar físico, mental y social»
Muchas mujeres siguen siendo víctimas de la violencia de género, un delito que se escuda en el silencio, sobre todo en la España rural. ¿Cómo pueden ayudar las farmacias a frenar un problema que afecta a la mitad de la población española? ¿Es la cercanía con el cliente y la amplitud de la red farmacéutica la clave?
Por supuesto, la cercanía con la gente es lo que permite que las farmacias sean un punto de encuentro. El Consejo General de Colegios de Farmacéuticos de España es miembro del Pacto de Estado contra la violencia de género, pero hemos querido dar un paso más allá convirtiendo a nuestra red de farmacias en lugares de refugio para las mujeres que son víctima de este grave problema. También hemos empezado a trabajar con la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, entendiendo que esta lacra social es tarea de todos. Incluso hemos hecho una campaña con un claim muy inspirador: «La farmacia es un lugar seguro». Con todo ello queremos colocar a la red de farmacias como un recurso estratégico para la prevención y la detección precoz de este grave problema. En pocas palabras, lo que pretendemos es que el farmacéutico, que además de proporcionar información, formación y teléfonos de asistencia, pueda detectar a tiempo alguno de estos casos para poder derivarlo a los recursos asistenciales. Otro punto importante es la formación a los farmacéuticos: es necesario que sepan que la violencia de género es un problema de todos y que es un problema de salud. Nosotros lo que podemos hacer es sensibilizar, prevenir, detectar y derivar a las entidades correspondientes.
Las localidades rurales también son las más afectadas por la creciente despoblación en algunas regiones de España, sobre todo por la migración de jóvenes del campo hacia las ciudades. ¿Puede ayudar la farmacia a frenar la despoblación rural?
La clave para frenar este fenómeno es la creación de empleo. Eso supondría más progreso, así como un futuro y una mejor calidad de vida para quienes viven en el entorno rural. Sin embargo, lo que la farmacia puede hacer es mejorar la calidad de vida de las personas: en muchas localidades, el farmacéutico es el único profesional sanitario que reside allí. Participa con los ayuntamientos en programas de educación sanitaria, de detección precoz de determinadas enfermedades, así como en proyectos de desarrollo social. Nosotros queremos potenciar y ampliar más la capacidad de acción de los farmacéuticos en los entornos rurales. Por otra parte, hemos hecho saber a Reto Demográfico, a la administración sanitaria y al Gobierno de España que tienen en nosotros una red de profesionales con vocación sanitaria y con vocación de quedarse. La red de farmacias garantiza la cohesión social. Para nosotros, el reto demográfico representa una oportunidad para demostrar que somos una profesión que siempre quiere hacer mucho más.
«En muchas localidades, el farmacéutico es el único profesional sanitario que reside allí»
Durante los días más cruentos del confinamiento, las farmacias demostraron su papel esencial para la atención y cuidado de la salud física de la ciudadanía. Pero la pandemia también ha exhibido –y magnificado– otros problemas de índole mental como la ansiedad o la depresión entre otros. ¿Cómo podemos hacer frente a esta silenciosa pandemia? Como garantes en primera línea de la salud de la ciudadanía, ¿qué papel pueden asumir las farmacias y farmacéuticos?
Solemos decir que durante la pandemia los farmacéuticos también dispensaron medicamentos para el alma. La farmacia es el espacio de humanización por excelencia. No creo que haya un espacio sanitario más humano que una farmacia comunitaria. Mucha gente con un alto grado de vulnerabilidad pasa por ella. Lo que los farmacéuticos tienen delante no son «clientes» ni «pacientes», lo que tienen, en realidad, es a gente a la que acompañan. Durante la pandemia se vivió mucho miedo, inseguridad, impotencia y ansiedad, y el farmacéutico ha estado allí, en primera línea, dando la información correcta, acompañando a quienes lo necesitaban y amortiguando la incertidumbre descontrolada que muchas personas sufrieron. Y claro que fue duro, porque, entonces, no se sabía bien qué era y cómo se desarrollaba la covid-19. Por eso mismo, el farmacéutico ha dispensado solidaridad, empatía y cariño. Definitivamente, durante la pandemia, ha salido nuestra raza sanitaria.
Ha mencionado la importancia de la formación, y precisamente esa fue una de las cuestiones más desconcertantes durante la irrupción del coronavirus en nuestras vidas. Nadie sabía cómo actuar ante una pandemia reconvertida en problema global de esa magnitud. ¿Qué opina de la reacción que tuvieron los farmacéuticos ante una situación tan inesperada como esa?
Yo diría que el farmacéutico ni lo pensó, simplemente se lanzó a ayudar. Como organización colegial, nosotros formamos parte de la PGEU –una asociación europea que representa a más de 400.000 farmacias– y recibimos un montón de información de otros países para redactar documentos y protocolos para que nuestros profesionales estuviesen al máximo nivel profesional para hacer frente a un fenómeno que jamás habíamos vivido como fue la pandemia. Las farmacias fueron establecimientos esenciales y así lo demostraron abriendo sus puertas en todo momento para y por la gente. En momentos así es cuando sale la raza: a nadie se le cruzó por la cabeza no abrir una farmacia, ya que era una situación muy delicada; todos los farmacéuticos dieron el 100%. Creo que el sentimiento de poder ayudar a otros es una de las principales motivaciones profesionales y personales que existen en este mundo. Respecto a la pandemia, creo que nos ha enseñado que se puede trabajar de otra manera: de una más alineada con el propósito de nuestro sistema sanitario, que es el bienestar del paciente. Si no reflexionamos sobre las lecciones que tendríamos que haber aprendido de todo lo que ha sucedido durante los dos últimos años estaremos haciendo un flaco favor a todo el sufrimiento que hemos vivido.
«Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado nos contactaron, porque entendieron que la farmacia puede ser un radar para detectar problemas de soledad»
Kodokushi es el término que los japoneses han dado a morir (involuntariamente) en soledad. Ese es un fenómeno que crece aceleradamente en España, un país cada vez más envejecido. Según datos del INE, más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas. Sin embargo, muchas de ellas acuden con especial frecuencia a las farmacias. ¿Pueden estos espacios convertirse en una ventana de oportunidad para atajar y atender el problema de la soledad no deseada?
La Red de Farmacias para la Soledad forma parte de nuestra Estrategia Social. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado nos contactaron, porque entendieron que la farmacia puede ser un radar social para detectar problemas importantes de soledad. Ellos saben que hay personas mayores que acuden regularmente a las farmacias para retirar su medicación. El contacto nació para establecer una colaboración para la detección de posibles casos de personas que dejaran de ir a la farmacia y que pudiesen estar en riesgo de caer en la soledad involuntaria. Estamos dando nuestros primeros pasos al respecto. Pero sí que nos gustaría, en algún momento, medir el impacto, así como el nivel de intervenciones, del farmacéutico en la prevención y en la detección de esos casos.
Uno de los aspectos que más parece acentuar la brecha entre generaciones es la eclosión de las tecnologías digitales: mientras los más jóvenes navegan constantemente estos entornos, muchos mayores son reacios a siquiera adentrarse en ellos. Pero ¿podrían dirigirse las virtudes de la digitalización hacia una sociedad más inclusiva? Iniciativas como App Medicamento Accesible Plus parecen apuntar en esta dirección. ¿Qué oportunidades brindan las nuevas tecnologías para acercar la salud a todos los segmentos de la población?
Este es un proyecto que desarrollamos con la Fundación Once y la Fundación Vodafone. Se trata de una app muy sencilla que contiene la base de datos de todos los medicamentos del paciente y que tiene una lectura muy fácil para las personas mayores. A través de ella, pueden saber qué tipo de medicación tienen, la frecuencia para tomarla, etcétera. También hemos querido que sea inclusiva y accesible para personas que tienen alguna discapacidad auditiva o visual. Otro de los objetivos de este proyecto es que el paciente, al saber más acerca de sus medicamentos, pueda ser más corresponsable de su enfermedad. Esto hace que sea más consciente de lo que está tomando y de los horarios de medicación, lo que le brinda un empoderamiento y una capacidad mayor para gestionar su enfermedad. También nos gustaría desarrollar más soluciones digitales, sobre todo para personas con discapacidad, ya que la tecnología, sin duda alguna, facilita la accesibilidad.
«Al saber más acerca de sus medicamentos, el paciente se empodera y adquiere una mayor capacidad para gestionar su enfermedad»
La exitosa campaña de vacunación contra la covid-19 parece acercarnos al fin de la pandemia. Sin embargo, existen muchas otras enfermedades a las que también podemos hacer frente a través de la vacunación. ¿Cómo pueden ayudar las farmacias, por ejemplo, como punto de información y concienciación?
Hemos propuesto la creación de la Red de Farmacias Centinela: una red en la que participen en actividades como la detección precoz de enfermedades, el cribado y las campañas de vacunación. Un ejemplo: la Red Centinela de Farmacias de Castilla y León hizo un estudio sobre las distintas reacciones –en los distintos grupos poblacionales– a las distintas vacunas contra la covid-19. El resultado fue muy interesante, ya que se hizo un seguimiento sobre el efecto que tuvieron las distintas vacunas. Aparecieron otros efectos secundarios que, en principio, no habían sido reflejados en las fichas técnicas. Además, se pudo medir la eficacia de cada una de ellas. Es decir, este es un ejemplo de cómo la farmacia también puede participar activamente en el seguimiento de los resultados de cada campaña de vacunación, o la aplicación de nuevos fármacos.
Otro de los grandes retos actuales es el proceso global de degradación medioambiental acelerado, en parte, por la acumulación de residuos. ¿Cómo pueden contribuir los farmacéuticos a impulsar un futuro circular? ¿Qué puede contarnos sobre las Ecofarmacias?
Desde hace muchos años formamos parte de un sistema integrado de gestión de residuos y envases (SIGRE). Hemos logrado que los medicamentos se recojan, en contenedores blancos y verdes, en las farmacias, y que la gente sea consciente de ello y no los tire directamente a la basura. El objetivo es la adecuada gestión de los residuos sanitarios. Eso lo tenemos interiorizado desde hace tiempo, y por eso trabajamos constantemente con campañas de sensibilización. Los farmacéuticos tenemos muy claro el objetivo de la transición ecológica. Tenemos presentes los temas referentes al medio ambiente, la circularidad y la sostenibilidad porque son tareas que nos incluyen a todos. Con SIGRE buscamos el sello de Ecofarmacia para que todas ellas puedan tener esa garantía de sostenibilidad y circularidad, más allá de la recogida y gestión de los medicamentos. Por otra parte, trabajamos con la administración sanitaria y con otras organizaciones en el movimiento de Sanidad por el Clima y queremos unirnos al movimiento de descarbonización global.
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