Mujer, estás en un lugar seguro

El Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha distribuido entre sus miembros un protocolo de actuación para que sus profesionales de la salud se conviertan en una mano tendida a las mujeres víctima de violencia de género.

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Matilda Lombas
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Claudia, de 17 años, se ha convertido en la última mujer en ser asesinada por su pareja, de 19 años. Este crimen machista, perpetrado en la localidad murciana de Totana, hace de la joven la mujer número 1.129 en morir a manos de su pareja sentimental desde 2003, año en que se empezaron a recopilar datos de este tipo de crímenes. Ahora, bajo el lema Estás en un lugar seguro: Ante una situación de violencia de género, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha estrenado una ambiciosa campaña para que los casos como el de Claudia sean cada vez más residuales y, con suerte, lleguen a desaparecer de nuestra sociedad.

Para ello se ha distribuido un protocolo de actuación con el objetivo de que los profesionales de la salud sean capaces de «detectar las primeras señales de violencia y saber cómo actuar ante un posible caso», todo ello encaminado a un objetivo final: erradicar esta lacra social. La iniciativa, que ha nacido del trabajo conjunto con la institución con la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, nos recuerda que la farmacia siempre ha sido un punto de apoyo importante para la sociedad, a la que acuden personas de todo tipo a informarse de la mano de los sanitarios más accesibles a los ciudadanos: los farmacéuticos.

Democratizar las denuncias

Una macroencuesta realizada desde el Ministerio de Igualdad en 2019 y publicada un año más tarde puso en evidencia que hay decenas de mujeres en nuestro entorno que en algún momento se han sentido violentadas física, psíquica o sexualmente por sus parejas u otros hombres. 57,3% es el inmoral porcentaje que, traducido al total de la población femenina, arroja la inmensa cifra de 11.688.411 mujeres que han sido acosadas por una persona del género masculino. Y, sin embargo, las denuncias de ese año se quedaron en un aceptable pero insuficiente 168.057. ¿Por qué? ¿Por qué de las 37 víctimas mortales de 2021 tan solo ocho habían presentado una denuncia?

El miedo impide a miles de mujeres hablar sobre el pozo en el que se encuentran

El entramado psicológico y social que puede haber detrás de ello se puede resumir, bastamente, en un concepto: el miedo. El miedo al agresor, el miedo a quedarse sola, el miedo a quedarse sin recursos o el miedo a reconocerse como víctima. Asimismo, un escaso o inexistente apoyo familiar y social terminan de inclinar la balanza hacia el silencio, alargando así una situación de sufrimiento inmerecido.

En un panorama que pinta demasiado oscuro, las farmacias quieren presentarse como una luz cercana, un faro en el que una víctima de violencia de género pueda ser atendida por profesionales de la salud de la misma forma que lo son los pacientes que acuden en busca de consejo para calmar un molesto sarpullido, un inconveniente malestar de tripa o un punzante dolor de cabeza.

El protocolo

El protocolo que se ha empezado a distribuir este pasado 7 de febrero viene avalado por el Pacto contra la Violencia de Género, un acuerdo firmado originalmente en 2017 y renovado en noviembre de 2021. Dicho acuerdo, que busca no solo luchar contra la violencia de género en el ámbito de las parejas, sino que aspira erradicar toda agresión machista, es el que determina la distribución de los fondos necesarios a las diferentes organizaciones o entidades feministas que trabajan para hacer frente a este problema, así como la coordinación institucional.

La iniciativa busca formar a los farmacéuticos para que aprendan a detectar indicios de violencia de género

Para lograr efectividad en sus propósitos, el protocolo del Consejo General de Colegios Farmacéuticos busca formar a sus sanitarios resaltando unos objetivos específicos, los posibles síntomas físicos o psicológicos de las mujeres maltratadas (baja autoestima, sentimiento de culpa, abuso de fármacos, dolor crónico general…), las actitudes que pudieran delatar al maltratador (interrupciones, críticas, control de la documentación o del teléfono), actitudes de las víctimas (agresividad, falta de cuidado personal, justificación de lesiones) y maneras de actuar ante un posible caso de violencia de género.

Estas mujeres son las que, por norma general, acuden más a los centros de salud, ya sea a los de Atención Primaria, Obstetricia, Urgencias o Salud Mental y, en consecuencia, a las farmacias. Que el Pacto contra la Violencia de Género y el Colegio de Farmacéuticos hayan trabajado codo con codo es un símbolo de esperanza, una puerta abierta de salida del infierno para todas las que viven atrapadas o han sufrido episodios de violencia machista a lo largo de sus vidas.

La mano tendida de las farmacias

Este enfoque sanitario sobre la violencia de género no es nuevo. En 2015 se llevó a cabo una campaña llamada Hay salida a la violencia de género, en la cual se repartieron en numerosas farmacias folletos informativos sobre los posibles tipos de maltrato. Y a raíz del confinamiento decretado por el Gobierno para frenar la oleada de contagios por la covid-19, decenas de farmacias imprimieron en todos sus tiques de compra el teléfono de ayuda a las mujeres, el 016, como recordatorio a las mujeres que pasaban por una situación complicada que no estaban solas.

Igualmente hay que destacar la implicación de los sanitarios en la iniciativa Mascarilla-19, una idea que nació en Tenerife en marzo de 2020 y que se extendió a nivel nacional –e incluso internacional– y que convertía esta palabra en una clave que alertaba a los farmacéuticos de que una mujer estaba atrapada en una situación de violencia. Esta técnica permitía dar la alarma sin que el maltratador –con quién muchas se vieron obligadas a convivir 24 horas al día siete días a la semana– se diera cuenta.

El éxito de estas iniciativas radica en la cercanía que suponen las farmacias tanto en las grades ciudades como en las zonas más rurales, quizá especialmente en estas, donde las mujeres, particularmente las más mayores, pueden sentirse abrumadoramente aisladas de la sociedad. Así, estos locales se convierten en puntos de referencia que dan confianza a una mujer para preguntar sus dudas o exponer sus problemas, adoptando una actitud de apertura que probablemente no sentirían en otro lugar (una comisaría de policía o un juzgado, por ejemplo) por miedo o vergüenza.


016: Servicio de atención a todas las formas de violencia contra las mujeres

600 000 016: WhatsApp

016-online@igualdad.gob.es

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