Siglo XXI
Objetivo 2030: el reloj sigue corriendo
Han pasado más de tres años desde que se firmaran los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sería aventurado valorar si cumpliremos o no esta agenda global. La única certeza es que el planeta no se puede permitir encontrarnos de brazos cruzados. El sector privado, junto al compromiso de los poderes públicos y la suma de acciones individuales, es una palanca clave para acelerar esta transición.
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Si teclea «Objetivos de Desarrollo Sostenible» en Google tendrá a su disposición casi 100 millones de resultados de búsqueda en tan solo 0,53 segundos. Tranquilo, no es el único que tiene que recurrir a Internet para saber de qué le hablan. El informe Qué sabe y piensa la gente sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible publicado hace menos de un año por la OCDE recoge que solo entre el 28 y el 45% de las personas han oído hablar alguna vez de los ODS. Aunque ese solo quizá sea un éxito, más aún si lo contrastamos con los datos del Eurobarómetro, que señala que ese porcentaje apenas llega al 10% en el caso de los europeos.
Trascendiendo las cifras, la conclusión es clara: después de que en septiembre de 2015 Naciones Unidas marcase esos 17 objetivos a cumplir antes de 2030, gran parte de la población aún no sabe cuál es el compromiso real ni quiénes son los responsables de cumplirlo. «Aunque haya sido de manera lenta, los medios han ido incorporando estos términos y es cada vez más habitual hacer referencia a ellos o hablar de desarrollo sostenible como algo cotidiano, y no como algo de un grupo reducido de activistas», analiza Gonzalo Fanjul, investigador y activista contra la pobreza, e impulsor de la Fundación PorCausa.
La urgencia de desarrollar medidas para hacer frente a los desafíos sociales y medioambientales es más que evidente. Hace unos meses, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó un informe en el que se constata la necesidad de fijar en los 1,5 grados el techo del calentamiento global –y no en 2 como se reflejaba en el Acuerdo de París– para que las consecuencias no sean irreversibles. Reducir la pobreza y la desigualdad o garantizar el acceso de todos a la sanidad o la educación también son tareas pendientes. Y, para tacharlas de la lista, se precisa del compromiso de todos: sociedad civil, Administraciones Públicas y sector privado.
El 80% de las empresas del Ibex han publicado compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible
«Queda un largo camino por recorrer, pero las empresas estamos en la posición perfecta para impulsar el cambio. Aún así, no podemos olvidar que todas las compañías están formadas por personas. Sin el convencimiento, actitud y compromiso individual, será imposible avanzar hacia un modelo más sostenible. La pasión, y no la imposición, es lo que está impulsando esta transformación, por lo que cada uno es indispensable en este reto», afirma por su parte Ignacio Sánchez, director general de Leroy Merlin. La compañía presentó hace pocos meses su Informe de Sostenibilidad, en el que recogen sus avances en materia de desarrollo sostenible y las actividades concretas que han llevado a cabo alineadas con los puntos de la Agenda 2030.
Un ejemplo de este tipo de iniciativas es la Reserva de Energía Solidaria, que se enmarca en la colaboración de la compañía con el programa Ni un hogar sin energía de Ecodes: cada año, durante el último fin de semana de octubre, destinan un 5% de las ventas de los productos de Eco-Opciones (que cuentan con más de 74.000 referencias validadas por esta misma organización, desde bombillas de bajo consumo a suelos laminados) a este fondo social para paliar la pobreza energética. Un drama que afecta a más de cuatro millones de hogares españoles y es abordado en el séptimo de los ODS. Con ellos también realizan acciones de voluntariado corporativo destinadas al diagnóstico y mejora de la eficiencia energética de estos hogares.
«Inicialmente, nuestro modelo de trabajo era identificar las familias que se encontraban en situación de vulnerabilidad, ir a su hogar y hacer diagnósticos de cómo ahorrar cambiando sus hábitos de consumo, su contratación o con la solicitud del bono social, y con medidas de microeficiencia que se podrían tomar en el hogar. Empezamos haciéndolo con nuestros propios técnicos, pero nos dimos cuenta de que, si queríamos ser más ambiciosos, no podíamos hacerlo solos. Decidimos poner en marcha un programa de voluntariado y, como una de las líneas de trabajo de Leroy Merlin es la promoción de la eficiencia energética, pusimos en común proyectos como estos», explica Cecilia Foronda, directora del área de Ciudades Sostenibles de Ecodes.
El último de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el número 17, se centra, de hecho, en la necesidad de crear alianzas entre los distintos actores sociales para lograr los dieciséis retos que lo preceden. Precisamente, la Red Española del Pacto Mundial lanzaba hace unos meses las conclusiones del informe ODS año 3. Una alianza global para la Agenda 2030, en el que se recoge que el 80% de las empresas del Ibex 35 ya están comprometidas con la Agenda 2030 según las memorias de sostenibilidad. Sin embargo, solo el 17% de ellas establece metas medibles y cuantificables.
«Nosotros hemos visto una evolución clara, no tanto a nivel cuantitativo en el avance de los indicadores como en la idea de colaborar y avanzar juntos en el cumplimiento de una agenda común en la que todo el mundo tiene un rol. Es la primera vez que hay algo así. En los Objetivos de Desarrollo del Milenio no existía tanto consenso ni se hablaba tanto de ellos, pero hay un antes y un después de la Agenda 2030. Tenemos que ser optimistas, porque, aunque son muy ambiciosos y, siendo realistas, es complicado que se consigan todos en 2030, sí se están sentando las bases para avanzar de forma considerable en muchos de ellos», afirma Cristina Sánchez, subdirectora de la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas, que cuenta actualmente con más de dos mil corporaciones adheridas, entre grandes empresas, pymes y otro tipo de entidades del tercer sector.
«Las empresas vinculadas a temas de sostenibilidad sí conocen la agenda, pero es necesario que todas se identifiquen con ella y sepan cuál es su papel para poder escalarlo en los consejos de administración y en los socios. Para eso es importante que la ciudadanía conozca los ODS, porque al final todos trabajamos o somos usuarios de los servicios del sector privado. Organizaciones como la nuestra pueden facilitar su contribución dotándolo de recursos, pero se necesitan incentivos y colaboración entre todos los actores», explica Cristina Sánchez.
Los fondos de la Reserva de Energía Solidaria se destinan a familias en riesgo de pobreza energética
«Por nuestra parte, queremos ser una empresa referente en el consumo. No queremos consumir demasiados recursos ni desaprovechar los que generamos. Trabajamos para que los residuos generados se reciclen al 100%», aclara Ignacio Sánchez, y añade: «Además, alargar la vida útil de los objetos y materiales que ponemos en el mercado es una forma de ser más sostenibles. Hay una infinidad de pequeños gestos en nuestro día a día que contribuyen a hogares más sanos. El aprovechamiento del agua, el aislamiento térmico o la producción de energía renovable son fórmulas de sostenibilidad ambiental indispensables en el hogar del futuro». Sánchez matiza: «La innovación juega un papel fundamental, pero sobre todo debemos hacer un uso responsable. No se trata de no talar árboles, sino de fomentar un modelo que permita una explotación sostenible de los bosques y de los recursos».
«El principal problema es que la mayoría no percibe que los ODS sean un contrato que les obligue», apunta Fanjul, «sino una orientación casi retórica de un compromiso superficial que aún no tiene un aterrizaje en un plan nacional concreto sobre ello. Para un país como España, un Estado de derecho, social, y que tiene líneas de acción con más o menos éxito en todos los asuntos que los tocan, la gran pregunta es qué valor añadido aporta la Agenda 2030». El experto advierte: «Se plantea en un periodo de tiempo que parece largo pero que es muy corto, y es necesario definir un orden de prioridades concreto para la gente. Eso aún está por hacer».
Tenemos el material del examen, los compañeros con los que compartir apuntes y los recursos para aprobarlo. Si perdemos el tiempo, no habrá un profesor compasivo que nos salve del suspenso. Con el planeta dando los últimos avisos, tampoco existe una opción de repetir curso: la única salida es sacar la agenda… y ponerse a trabajar.
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