10 casos de especulación a lo largo de la historia
De los tulipanes a las criptomonedas, la especulación puede acabar generando burbujas al aumentar el precio de un activo de manera prolongada sin fundamentos económicos sólidos.
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«¡Véndeme este boli!», grita Jordan Belfort, encarnado por Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street. «¿Lo veis? Sabe crear necesidad», aclama el bróker cinematográfico. Esa lógica de anticiparse al deseo del otro y aprovechar las oportunidades del mercado es, en esencia, el núcleo de la especulación: la acción de comprar un bien —ya sea una mercancía o un activo financiero— con la intención de venderlo en el futuro a un precio más alto y obtener así un beneficio, aprovechando las fluctuaciones del mercado.
Este fenómeno puede desarrollarse dentro de la legalidad, permite ganar dinero de forma cómoda y hay quien ve los peligros de la incertidumbre como parte de las reglas del juego que está dispuesta a asumir.
Sin embargo, la especulación puede acabar generando burbujas al aumentar el precio de un activo de manera prolongada sin fundamentos económicos sólidos. Y, como todas las burbujas, acaba pinchando y generando un colapso en que la confianza y los precios se desploman y alumbran una crisis económica. Estos son 10 ejemplos que lo demuestran.
Cambio de corte de Madrid a Valladolid (España, 1601-1606)
La mudanza temporal de la corte provocó una intensa especulación inmobiliaria en el siglo XVII en España: subieron los precios en Valladolid y se desplomaron en Madrid, hasta que el regreso de la corte invirtió la situación. El traslado fue motivado por el duque de Lerma, natural de Tordesillas, que había adquirido propiedades en su provincia natal y que aprovechó su influencia sobre Felipe III para que trasladara la corte a Valladolid. El duque aprovechó el alza de los precios para vender esas propiedades por mucho más dinero que lo que él había pagado y comprar otras en el devaluado Madrid.
Burbuja de los tulipanes (Holanda, 1634-1637)
El culpable de la que está considerada como la gran burbuja especulativa de la historia es una flor: el tulipán. La tulipomanía se desató entre los holandeses que veían en estas flores un bien de lujo con un precio muy elevado debido a la dificultad que presentaba su cultivo. Los más caros podían llegar a costar el precio de una casa o el equivalente a un salario anual. Aunque hay discusión sobre las consecuencias reales que tuvo la burbuja, lo cierto es que el mercado acabó colapsando en febrero de 1637. Los precios habían alcanzado su punto más alto en enero y las subastas ya no encontraron compradores dispuestos a pagarlos.
Burbuja de los Mares del Sur (Inglaterra, 1720)
El Tratado de Utrecht otorgó a Inglaterra el derecho al comercio de esclavos y a un barco de mercancías al año con América del Sur en las colonias españolas. La Compañía de los Mares del Sur, respaldada por la Corona británica, asumió la explotación de esos privilegios y prometió a los inversores unos beneficios que equivalían a una renta de por vida. A pesar de que no realizó apenas expediciones y que estas obtuvieron dudosos resultados, la compañía siguió publicitándose como una apuesta segura para el éxito hasta crear una burbuja especulativa que dejó sin nada a muchos inversores. El propio Isaac Newton estuvo afectado por el estallido y cuentan que, cuando se enteró de que sus ahorros se habían esfumado en pocos meses, dijo: «Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes».
Burbuja de los ferrocarriles (Reino Unido, siglo XIX)
En un mundo de diligencias, el ferrocarril se convirtió en una auténtica revolución que transformó el transporte. El éxito de la línea Liverpool-Manchester (1830) demostró la viabilidad del ferrocarril y flexibilizó los requisitos para los inversores, haciendo más accesible la compra de acciones. Los datos registrados revelan que las inversiones en construcción ferroviaria pasaron de 13 millones de libras en 1845 a 30 millones en 1846, y alcanzando un máximo de 44 millones en 1847, casi el 8 % del PIB británico y el doble del presupuesto militar de ese año. Además de las proyecciones excesivamente optimistas sobre los beneficios que traería el ferrocarril, la mala gestión, los casos de fraude y la sobreoferta acabaron por quebrar el sistema y añadieron leña al fuego de la crisis comercial de 1847.
Crack de 1929 (Estados Unidos)
Durante los «felices años 20», la bolsa de Nueva York vivió un auge especulativo: los inversores compraban acciones con crédito fácil, confiando en que los precios subirían indefinidamente. La caída comenzó el 24 de octubre (el «Jueves Negro») y se intensificó el 29 de octubre (el «Martes Negro»), desencadenando la Gran Depresión, con quiebras bancarias, desempleo masivo y una recesión global.
Burbuja inmobiliaria en Japón (1986-1991)
En 1985, representantes de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón y Alemania se reunieron en el Hotel Plaza de Nueva York y firmaron una serie de medidas para devaluar el dólar estadounidense. Esto permitió impulsar el crecimiento económico en Japón, que ya estaba viviendo un empuje tras la recuperación de la Segunda Guerra Mundial y que, tras la apreciación del yen, redujo drásticamente los tipos de interés. El crédito barato disparó la inversión y provocó un crecimiento excesivo en bolsa y en el sector inmobiliario, creando una burbuja que se volvió insostenible: se prestaba a largo plazo con dinero a corto plazo y se asignaban recursos de forma poco eficiente. En solo cinco años, el índice Nikkei, principal referencia bursátil del país, triplicó su valor. Cuando el Banco de Japón subió los tipos de interés para frenar la inflación, el castillo de naipes se vino abajo. El estallido provocó una «década perdida» marcada por la deflación, el estancamiento y el endeudamiento masivo de empresas y bancos.
Burbuja de los osos de peluche (Estados Unidos, años 90)
A mediados de los años 90, los peluches Beanie Babies, creados por Ty Inc., se convirtieron en un fenómeno de coleccionismo. Su éxito se debió en parte a la estrategia de escasez artificial implementada por la empresa, que retiraba modelos del mercado y limitaba su distribución. Esto generó una demanda creciente y un mercado secundario donde los precios de reventa se dispararon. Sin embargo, hacia el año 2000, la sobreoferta, la pérdida de interés y la saturación del mercado provocaron una caída abrupta en los precios, dejando a muchos coleccionistas con productos que ya no tenían valor.
Burbuja ‘dotcom’ (Estados Unidos, finales de los 90)
Como toda revolución en sus inicios, internet ofrecía un abanico de posibilidades, pero pocos ingresos reales. Los inversores asumieron que el crecimiento exponencial de usuarios de internet equivalía a un crecimiento exponencial de los beneficios, pero lo cierto es que los modelos de negocio eran frágiles y poco sostenibles. La decepción se hizo patente a principios de los 2000. La venta masiva de las acciones provocó la quiebra de muchas empresas y que el NASDAQ perdiera más del 70% de su valor en dos años.
La quiebra de Lehman Brothers (Estados Unidos, 2008)
El colapso del banco de inversión Lehman Brothers, tras el hundimiento de las hipotecas subprime, marcó el estallido de la burbuja inmobiliaria y crediticia global. Su quiebra desencadenó una crisis financiera internacional que afectó a todo el sistema bancario y llevó a la Gran Recesión.
Burbuja de las criptomonedas (2017-2018)
En 2017, el mercado de criptomonedas registró un crecimiento extraordinario. El precio de Bitcoin pasó de unos pocos miles de dólares a rozar los 20.000 dólares en diciembre, mientras que otras monedas como Ethereum también experimentaron fuertes subidas. La promesa de beneficios rápidos en un mercado sin apenas regulación atrajo a un número masivo de inversores que impulsó este aumento, confiando en que el valor seguiría creciendo indefinidamente. Sin embargo, a comienzos de 2018, los precios cayeron de manera abrupta, con una disminución significativa en el valor de las principales criptomonedas.
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