Economía

Así se desinfla la burbuja de las criptomonedas

Desde el pasado 12 de mayo, cuando la caída del valor de las criptomonedas se hizo más que evidente, el mercado global de la divisa digital ya ha perdido 200.000 millones de dólares. El pánico generado por el desplome de dos monedas concretas amenaza con arrastrar por contagio a las demás, poniendo a miles de personas en la cuerda floja. ¿Cómo hemos llegado a este punto?

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25
mayo
2022

Hay una frase que en estas últimas semanas se habrá escuchado repetidamente en los hogares y el entorno cercano de aquellas personas que habían invertido sus ahorros en criptomonedas habrá sido: «¡Te lo dije!». En realidad, los criptoescépticos llevaban tiempo guardándosela (las monedas virtuales han despertado todo tipo de recelos desde su nacimiento), pero no fue hasta el pasado 12 de mayo cuando sus malos augurios se vieron confirmados y pudieron, al fin, presumir de sus dotes adivinatorias.

Ese fatídico día –aunque el cataclismo ya venía dando señales de alarma desde las dos jornadas anteriores– los confiados propietarios de criptomonedas Terra (LUNA) vivieron su particular lunes negro (en realidad fue un jueves) al ver cómo sus activos digitales perdían de la noche a la mañana un 99% de su valor, pasando en apenas 24 horas de 80 dólares a menos de 10 centavos. Para hacerse una idea de la magnitud del batacazo, pongamos el caso estándar de una persona que hubiera invertido 40.000 dólares de sus ahorros en LUNA: en relativamente poco tiempo habría visto como su apuesta doblaba su valor hasta los 80.000 pero, si hubiera ido a comprobar su saldo el día 12, se habría encontrado con con cuatro dólares esperándole.

La debacle de LUNA ha llevado a miles de inversores en todo el mundo de la incredulidad al estupor, y desde ahí, a la desesperación. «He perdido más de 450.000 dólares, no puedo pagarle al banco. Perderé mi casa pronto y me convertiré en un sin techo. El suicidio es la única salida para mí», se lamentaba de manera dramática un tuitero poco después del desastre. Otros no terminan de resignarse, y esperan un milagro, un rescate o incluso planean denunciar ante los tribunales al surcoreano Do Kwon, fundador y creador de LUNA, por este caso que ya ha sido bautizado como el Lehman Brothers de las criptomonedas.

LUNA no es un Titanic aislado, sino la punta de lanza de algo que llevan tiempo advirtiendo numerosos analistas, entre ellos ocho Premios Nobel

El sentimiento general es que esto no ha hecho más que empezar, y que LUNA no es un Titanic aislado, sino la punta de lanza de una nueva burbuja financiera explosionando con la potencia de una bomba nuclear. Algo de lo que, por otra parte, llevan tiempo advirtiendo numerosos analistas (entre ellos, ocho Premios Nobel de Economía, como Paul Krugman, Robert j. Shiller o Ricard Thaller), que nunca han acabado de ver del todo claro el misterioso algoritmo en el que se fundamenta este críptico criptosistema de las criptomonedas.

La teoría de burbuja gana peso si se tiene en cuenta que, el mismo día 12, el mercado global de criptomonedas perdió 200.000 millones de dólares. Solo una semana antes de que el valor de LUNA se evaporara, otro token de la empresa de Do Kwon, TerraUSD, había perdido el 65% de su valor. El caso de TerraUSD es especialmente sangrante porque se trata de una stablecoin, un tipo de criptomoneda que está ligada a una moneda tradicional (en este caso, el dólar norteamericano) precisamente para evitar sobresaltos. El algoritmo garantiza mantenerse en niveles próximos a la paridad 1:1 (1$=1USD), lo que aporta un colchón de seguridad a los inversores. Hace unas semanas, sin embargo, esta criptomoneda perdió este anclaje con su equivalente real, lo que ayudó a precipitar su caída.

El pánico generado por el desplome de estas dos monedas digitales amenaza con arrastrar por contagio a las demás. Bitcoin, la criptodivisa más famosa y extendida del mundo («la madre de todas las burbujas», como la llamó el profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini) o ethereum están sus niveles más bajos. Si a ello le sumamos la incertidumbre provocada por la guerra en Ucrania, la crisis energética, la alta inflación o la subida de tipos de interés, la conclusión es que corren malos tiempos para el dinero virtual. El capital no se caracteriza precisamente por su audacia, y en tiempos de alta incertidumbre e inestabilidad, los inversores prefieren el calor de los valores más seguros y tradicionales.

El mercado de las criptomonedas nunca ha contado con una legislación clara o entidades centralizadas que aporten mecanismos de control y garantías de liquidez

El mal momento que viven las criptomonedas está haciendo aflorar las costuras a un sistema que, por otra parte, nunca ha andado sobrado de garantías. La ausencia de una legislación clara (que ahora sí es reclamada por los inversores) o de entidades centralizadas que regulen su uso y aporten mecanismos de control, los complejos y opacos sistemas de minería digital que subyacen a estas operaciones, la vulnerabilidad ante potenciales hackeos informáticos –como el que recientemente se ha llevado por delante a MtGox, la principal plataforma de intercambio y custodia de bitcoins– o la dificultad para obtener liquidez inmediata de un valor que solo se sustenta en una promesa de futuro son grietas que hoy parecen mucho más evidentes de lo que lo eran hace solo dos o tres semanas. 

¿Qué dicen los expertos? La recomendación general es estudiar exhaustivamente cada inversión antes de hacerla y poner pequeñas cantidades en diferentes criptoactivos para diversificar el riesgo… Lo que viene a ser tanto como no decir nada. Eso sí, a las celebridades como Matt Damon, LeBron James o Andrés Iniesta les están lloviéndolas críticas por promocionar las criptomonedas a través de videos o spots de televisión. Algo un tanto injusto y ventajista, sobre todo, si se tiene en cuenta que desde el principio resultaba bastante evidente que en el entorno criptomoneda no era precisamente un bunker en cuanto a seguridad y fiabilidad. Así que, ¿a qué viene echarle la culpa a los demás? Además, ¿sabes qué? ¡Te lo dije!

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