Economía

El sector financiero (también) tiene una huella demasiado grande

El sector puede reducir su impacto ambiental de forma sencilla, tan solo pensando qué inversiones quiere aplicar realmente (y las consecuencias que estas pueden tener o no, más allá de los beneficios).

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06
junio
2023

El 5 de junio de 2023 fue el Día de la sobrecapacidad de la Tierra. Si todas las personas del planeta viviéramos de la misma manera, ese día habríamos consumido tantas materias primas como las que produce la Tierra en todo un año. De hecho, necesitaríamos 3,5 planetas Tierra cada año, una situación insostenible que se ve reforzada por el sector financiero, ya que las decisiones de financiación no tienen en cuenta los límites planetarios. Es hora de que esto cambie: es necesario reducir la huella ecológica del sector financiero.

Toda financiación o inversión tiene un impacto, ya sea negativo o positivo. Al fin y al cabo, todo proyecto, iniciativa o empresa tiene una huella y contribuye –o no– a un mundo mejor. Por lo tanto, y por definición, las decisiones de una institución financiera al conceder un préstamo o realizar una inversión tienen consecuencias para las personas y el medio ambiente.

La realidad es que el sector financiero tiene una huella ecológica significativa. Si consideramos, por ejemplo, las inversiones en la industria fósil, las instituciones financieras en su conjunto invierten mucho más dinero en energías contaminantes que en energías limpias. Los planes actuales de acción climática de muchas entidades de dentro y fuera de España hacen promesas a largo plazo, pero tal como dictaminó recientemente el IPCC, es necesario tomar decisiones diferentes ahora para evitar que la Tierra se caliente más de 1,5º C.

Las decisiones de una institución financiera al conceder un préstamo o realizar una inversión tienen consecuencias para las personas y el medio ambiente

El sector financiero daña también el medio ambiente en otros aspectos ya que, por ejemplo, interviene en todos los flujos de materias primas que se financian. Las actividades agrícolas comunes, por ejemplo, tienen que ver con la pérdida de biodiversidad y las emisiones de nitrógeno, pero el 40 % de las empresas y bancos con responsabilidad en la deforestación no toman medidas para frenarla.

Por supuesto, se puede argumentar que son los clientes del sector financiero quienes lo hacen y que los financiadores solo financian. Y si está dentro de la ley, ¿cuál es la responsabilidad? Esa es una visión muy estrecha de la responsabilidad del sector financiero, incluso en términos de interés propio bien entendido. Además de ser una responsabilidad social, al propio sector le interesa no dejar que los problemas de la biodiversidad y el calentamiento global se les vayan de las manos. Una política de riesgos sensata exige gestionar los riesgos más existenciales.

Hay tres áreas principales en las que el sector financiero puede marcar la diferencia y reducir su huella: financiar la transición energética y fijar objetivos de reducción más ambiciosos; estimular la economía circular y fijar objetivos de circularidad y hacer que el sector agrícola sea más sostenible y fijar objetivos de nitrógeno.

En primer lugar, hay mucho que ganar con la financiación de la transición energética y la reducción de emisiones de CO2 de las carteras existentes. Fijar objetivos ambiciosos para reducir las emisiones es crucial. El año 2050 es demasiado tarde.

Es más que posible reducir los días de sobreexplotación de la Tierra a través de una mayor consciencia de las materias primas

Además, es más que posible reducir los días de sobreexplotación de la Tierra a través de una mayor consciencia de las materias primas. Cada año se utilizan más de 100.000 millones de toneladas de materias primas, de las que solo se reutiliza el 7 %. El sector financiero, así, debe primar más a las empresas que sitúan la circularidad y los materiales naturales en el centro de su modelo de negocio. No debe ser una decisión opcional: la medición del uso y el consumo de materias primas puede mejorarse y detallarse. Después de todo, España también tiene el objetivo de reducir el consumo nacional de materiales en un 30 %, mejorar la eficiencia hídrica en un 10 % y reducir la generación de residuos en un 15 % respecto a 2010.

Por último, la financiación del sistema agroalimentario debe cambiar. Actualmente, la forma en la que se lleva a cabo la agricultura tiene un gran impacto negativo sobre el medio ambiente. El sistema agrícola actual ha alcanzado sus límites: necesitamos equilibrar el uso de los ecosistemas, nuestros hábitos alimentarios y los mercados de alimentos cada vez más globalizados. Producir alimentos sanos para todas las personas respetando los límites de nuestro planeta y con un pago justo a los agricultores y agricultoras. Esto requiere cambiar a una agricultura que tenga en cuenta la naturaleza y un sector financiero que la ponga en el centro de sus estrategias. Llevar a cabo la transición no es una labor sencilla en este contexto de crisis climática con escasez de recursos básicos, especialmente para algunos sectores como el de la agricultura, que se está resintiendo gravemente por el estrés hídrico por la sequía y el aumento de temperaturas. No obstante, no puede haber una transición ecológica si esta no es justa en igualdad de oportunidades para todos y todas.

Dar pasos realmente relevantes requiere acelerar la sostenibilidad de la economía española. En primer lugar, esto puede facilitarlo el propio sector financiero con decisiones conscientes. El gobierno puede y debe hacerlo mediante la fijación de precios, normas y prohibiciones. La fijación de precios tiene que ver con el CO2, pero también con los alimentos y las materias primas.

En las últimas décadas, el sector financiero parece haber cobrado vida propia y no estar ya al servicio de la economía real. Tenemos que revertir esa tendencia. Si ponen el foco en la reducción de las emisiones de CO2 y su huella, las entidades financieras pueden ayudar a retrasar el Día de la sobrecapacidad de la Tierra ya desde el año que viene.


Mikel García Prieto es director general de Triodos Bank España.

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