Sorolla y la pintura social
Además de sus conocidas pinturas marinas, Joaquín Sorolla representó en su obra momentos vitales de personas pobres, prostitutas, marineros y enfermos de finales del siglo XIX.
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Joaquín Sorolla (1863-1923) supo pintar la luz del Mediterráneo como nadie. El pintor valenciano, uno de los más reconocidos y aclamados de España, supo trasladar el impresionismo a sus composiciones, siendo el máximo representante de este movimiento artístico en el país.
Sin embargo, sus cuadros sobre temática social también son sobresalientes. La exposición del Museo del Prado «Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)» recogió gran parte de las obras sociales de Sorolla en temáticas que apenas ha mostrado el museo antes (el 12 % de las obras de esta exposición forma parte de la colección del Prado) como el trabajo industrial, la enfermedad y la medicina, la prostitución, la pobreza, la marginación, el anarquismo, las huelgas y las reivindicaciones obreras.
El pintor inicia su etapa social en 1892, con la representación de la triste escena de ¡Otra Margarita!, que fue premiada con la medalla de primera clase en la Exposición Nacional, y en 1893 en la Exposición Internacional de Chicago. Tras el éxito obtenido con esta obra, logra otra medalla en la Exposición Nacional de 1895 con ¡Aún dicen que el pescado es caro!
Este emblemático cuadro, el más famoso entre los que pintó el autor durante su juventud, muestra la realidad de muchos de sus paisanos de aquella época: representa el interior de la bodega de una barca de pesca, en la que un joven marinero yace tendido en el suelo tras sufrir un accidente. Dos compañeros mayores que él lo atienden y lo curan, con una composición similar a una piedad. Uno de ellos lo sujeta por los hombros, mientras el otro le aplica una compresa en la herida. El dramatismo sereno de la composición muestra la crítica sobre lo que supone un accidente laboral en un joven, apenas un niño, en la dureza del mar.
La vuelta de la pesca, de 1894, fue uno de los primeros éxitos internacionales de Sorolla, pues presentó el cuadro en el Salón de París de 1895. Representa una faena marinera, donde hombres y bueyes tiran de una barca para situarla en la orilla del mar. Este cuadro demuestra la inspiración de las playas de Valencia en la obra temprana del pintor, aunque es mucho menos dramática que ¡Aún dicen que el pescado es caro!
La obra ‘¡Aún dicen que el pescado es caro!’ es una de las más reconocidas de la etapa social de Sorolla
Su interés por la injusticia social pasa también por la representación de la explotación y la prostitución en Trata de blancas, de 1894. En este cuadro reduce la escena a un vagón de tercera, y su composición muestra a cuatro prostitutas jóvenes acompañadas de su alcahueta. La única de la escena que aparece despierta es la proxeneta que vigila a las muchachas.
Mientras estudiaba la pesca valenciana, Sorolla descubrió la imagen de este cuadro de 1899: ¡Triste herencia!. Muestra a un grupo de niños desnudos junto a la figura de un fraile completamente cubierto. Varios de ellos, con cuerpos muy enclenques, intentan caminar por la arena con bastones. Con una gran carga expresiva, representa a niños acogidos del hospital de San Juan de Dios; la sociedad los considera como apestados o retrasados, pero inocentes de las enfermedades que han heredado.
«Sufrí terriblemente cuando lo pinté. Tuve que forzarme todo el tiempo. Nunca volveré a pintar un tema como ese», expresó Sorolla en una entrevista en Nueva York unos años después de terminar el lienzo. Con este cuadro volvió a conseguir el máximo galardón en la Exposición Universal de París de 1900.
Una investigación también representa una sección de la realidad social de finales del siglo XIX. En este lienzo, de 1897, Sorolla retrata al neuropsiquiatra Luis Simarro sentado en su laboratorio con sus discípulos. El pintor presenta la luz en las manos del médico y la mesa de investigaciones, donde tiene lugar el progreso científico. La figura del médico en esta época, marcada por avances médicos como las vacunas o las normas higiénicas, representa la ética frente a los abusos de las clases dominantes hacia los obreros.
Preparación de la pasa, de 1900, enseña la dureza del trabajo del campo y se interesa en la expresión de los diferentes movimientos de los trabajadores y en los contrastes de las luces, como se puede contemplar en la tabla en la que se transporta la uva para su secado. Esta última obra del periodo social supone una apertura hacia un estilo más lumínico que muestra en obras posteriores como Paseo a orillas del mar (1909) o Chicos en la playa (1910).
A pesar de que Sorolla no siguió su carrera como pintor representado el realismo social, sus obras más realistas nos muestran la dureza de la España de la época, la crisis moral, política y social que supusieron los años anteriores del Desastre del 98. Sorolla retrató como nadie la luz, aunque no debemos olvidar que representó asimismo las sombras de la pobreza.
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