Internacional

La era de la revancha

El mundo se precipita en una nueva y turbulenta época marcada por pulsos entre potencias y entre clases. El periodista Andrea Rizzi analiza los diferentes laberintos geopolíticos en ‘La era de la revancha’ (Anagrama, 2025).

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
19
febrero
2025

Artículo

Tanto la impugnación del orden internacional por parte de los regímenes autoritarios como la reacción de las clases occidentales en dificultades son revueltas con instintos revanchistas: buscan, envueltas en el nacionalismo, recuperar territorios perdidos. En el plano geopolítico, a veces lo son en el sentido clásico del revanchismo, con acciones o anhelos de reconquista geográfica –como en el caso de Rusia con Ucrania y Georgia, China con Taiwán, Azerbaiyán con el Nagorno Karabaj o Hamás con Palestina–. Otras veces lo son en un sentido ampliado del concepto, como deseo de recuperación, por medio de una ideología nacionalista, de posiciones de preeminencia.

En el plano social, significa el deseo de recuperación de terreno económico y cultural, de un indefinido control –según el iluminador eslogan del Brexit– y hasta del pasado: una suerte de busca política del tiempo perdido. Un tiempo del que se añoran a la vez cosas apreciables –empleos estables que permitían adquirir viviendas– y cosas intolerables –los privilegios de los hombres frente a las mujeres–. Es, a veces, en los casos más extremos, un deseo de venganza –según el término utilizado por Trump en el mitin de Waco. Es, siempre, la voluntad de regreso a antiguas posiciones de imperio, protagonismo, gloria; o a un pasado social que luce en la memoria nostálgica como un espejismo lleno de promesas, de progreso, de una tranquilizadora homogeneidad. El primero puede conseguirse con la fuerza; el segundo parece inalcanzable.

El mundo ha cambiado estructuralmente, esas sociedades no pueden volver. Y el ejercicio proustiano puede conducir a sentir la plenitud del yo en la dimensión del tiempo en el plano individual, pero las realidades colectivas son diferentes, no se prestan a la culminación de esa recherche, y solo queda melancolía. Estos dos impulsos son probablemente los elementos más relevantes del cambio histórico al que se refirió Xi. Son un pulso entre potencias y un pulso entre clases. La invasión de Ucrania y el triunfo del trumpismo representan sus momentos más emblemáticos, pero se trata de dos corrientes amplias, oceánicas, multiformes, que arrastran, enturbian, enfervorizan, engañan. Que agitan el mundo y amenazan la democracia y los derechos humanos. Que generan una fuerza centrífuga creando un vacío donde debería haber racionalidad, espíritu crítico, diálogo, pragmatismo.

El desafío de los regímenes autoritarios y el auge de las fuerzas nacionalpopulistas interactúan y se retroalimentan

Corrientes en las que, de distintas maneras, prosperan imperialismo, autoritarismo, nacionalismo, populismo, partidismo, mesianismo y un nihilismo resignado, en las que se afianzan tiranos, demagogos y oligarcas a costa de la democracia. Corrientes que confluyen, que interactúan entre ellas, alimentando un remolino colosal que succiona hacia un abismo oscuro: la era de la revancha.

(…)

Los dos movimientos –el desafío de los regímenes autoritarios y el auge de las fuerzas nacionalpopulistas– interactúan y se retroalimentan de muchas maneras, de forma cooperativa o involuntaria. Esta interacción es un elemento esencial en la génesis del nuevo tiempo. Es una fenomenología amplia, a veces evidente, otras menos. Un símbolo claro es la sintonía ideológica –anclada en el ultraconservadurismo– y estratégica entre Putin y un nacionalpopulista occidental como Viktor Orbán, que constantemente ha torpedeado las sanciones europeas a Rusia. Pero cabe notar el fuerte respaldo que China proporciona al líder húngaro con grandes inversiones en su país, que las agradeció votando en contra de los aranceles europeos a los vehículos eléctricos chinos.

Otro símbolo evidente es la figura de Elon Musk, magnate que adquirió en octubre de 2022 X (el antiguo Twitter) para convertirla en una descarada red de apoyo a Trump mientras en paralelo, según informaciones publicadas por The Wall Street Journal –diario no sospechoso de simpatías progresistas–, mantuvo a partir de finales de ese mismo año contactos periódicos con Putin. El presidente ruso llegó incluso a pedirle por cuenta de Xi el favor de no activar el servicio de internet satelital Starlink en Taiwán.

Aquí también cabe subrayar el papel de China: por un lado, puede observarse que un 40% de la capacidad de producción de coches Tesla, compañía de la que Musk es accionista de referencia, está ubicada en una planta en Shanghái desarrollada con préstamos del sector financiero chino por valor de 1.400 millones de dólares en condiciones de favor, lo que establece un significativo nexo entre Pekín y una figura clave en el regreso de Trump al poder; por otro lado, debe analizarse el papel de la plataforma digital TikTok, controlada por la empresa china ByteDance y especialmente popular entre los jóvenes, que experimenta un fuerte auge del número de usuarios occidentales que la utilizan para informarse, según datos del Reuters Institute de Oxford, que alerta de que en la red tienen particular prominencia opinadores partidistas o influencers más que medios profesionales.

En Estados Unidos, la mitad de los usuarios menores de treinta años se informa a través de la red china, señala el Pew Center. Uno de los principales accionistas de la compañía, Jeff Yass, fue también uno de los mayores donantes al Partido Republicano durante la campaña de 2024. El círculo esclarecedor abierto en la Hungría de Orbán puede cerrarse en uno de sus países vecinos, Rumanía, en el cual el nacionalpopulista filorruso Calin Georgescu cosechó un asombroso éxito electoral precisamente gracias a una turbia campaña en TikTok. El Tribunal Constitucional rumano anuló las elecciones al detectar un esquema de interferencias rusas a través de la red china. Tiranos, demagogos y tecnoligarcas de Oriente y Occidente confluyen en la embestida contra la democracia. Son solo algunos ejemplos de dos corrientes que se enroscan como las hebras de la doble hélice del ADN. El código genético de nuestro tiempo, de un nuevo mundo. Un mundo peligroso.


Este texto es un fragmento de ‘La era de la revancha’ (Anagrama, 2025), de Andrea Rizzi. 

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME