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«La idea de España se está usando como arma arrojadiza»

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Noemí del Val
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27
febrero
2023

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Noemí del Val

El desasosiego cotidiano contado –y tocado– con fiereza marca el tono del último disco de Los Punsetes, capaces de reflejar la realidad hasta tal punto que sus seis álbumes ya editados son una involuntaria y certera crónica de los últimos 15 años. En un día tan lluvioso como sus letras y atrincherada en su local de ensayo, la banda madrileña recibe a Ethic para hablar sobre música, pero también sobre todo lo demás.


«Lo siento, el resto no va a venir». Ariadna y Jorge –sin apellidos, como les gusta presentarse–, cantante y guitarrista de Los Punsetes, esperan en su local de ensayo rodeados de amplificadores, instrumentos y pies de micro. La idea inicial era realizar la entrevista y la sesión de fotos mientras tocaban los temas de su último disco, AFDTRQHOT –un título acróstico formado con las iniciales del verso de una de las canciones, «al final del túnel resulta que hay otro túnel»–, pero Chema, el batería, está indispuesto; a Manu, guitarra y letrista, le ha pillado un atasco; y Luis, el bajista, está perdido en alguna parte del mundo. Ariadna lo confirma cuando se le enciende la pantalla del móvil y muestra un mensaje de WhatsApp que reza «no sé cómo salir del país».

«No tengo ni idea de dónde está», reconoce la vocalista, «tal vez en Londres, que ha caído una nevada increíble y hay mucha gente atrapada en el aeropuerto». «Con Luis nunca se sabe», aporta su compañero.

Un temporal asola toda Europa, también este rincón del barrio madrileño de Carabanchel. La ciudad está colapsada bajo un telón de lluvia incesante y el viento azota las calles con la misma violencia con la que las canciones de Los Punsetes azotan conciencias. Aunque ellos nunca lo han pretendido. «El otro día, después de una entrevista, en las redes nos llamaron tibios, porque no nos posicionábamos», dice Jorge, que es coautor de algunas letras. «Manu y yo tenemos muy clara cuál es nuestra posición ideológica y, a poco que uno nos haya seguido, no es tan complicado intuirla; pero eso no significa que nos veamos en la necesidad de verterla en nuestras canciones». «No está mal ser tibio», interviene Ariadna; «de hecho, está infravalorado, y ahora no nos vendría mal un poco más de tibieza, con tanta crispación».

punsetes

La rutina

AFDTRQHOT es Los Punsetes en estado puro, el sexto disco –además de un recopilatorio– de una banda que apenas ha cambiado su forma de hacer música en 15 años, ni de diseccionar la realidad. La voz de Ariadna se abre paso entre marañas de guitarras distorsionadas y bases rítmicas contundentes, y vuelven a echar a su picadora sónica el punk patrio de los ochenta aderezado con algo de indie noventero, siempre deudores del noise de las bandas anglosajonas de finales de siglo.

Ariadna: «’Ocultismo’ habla de la rutina insufrible a la que nos aboca el mundo laboral»

Cambia un poco, eso sí, la producción: es su primer largo desde que ficharon por Sonido Muchacho y en la mezcla ha intervenido John Agnello, que cuenta en su currículum con artistas como Kurt Vile o Dinosaur Jr. «Queríamos sonar algo más sucios, con la voz un poco menos presente, pero no se puede decir que sea un disco rupturista», matiza Jorge. También han compuesto la canción más larga de su carrera, Ocultismo: casi diez minutos, cuando raramente pasan de los tres. «Desde hace años nos gustaba la posibilidad de hacer algo como Siberian Brake de MGMT, que nos gusta mucho, pero no nos veíamos capaces de hacer algo así». Al final, les salió de forma natural: la canción iba a ser mucho más corta, pero no sabían cómo acabarla y empezaron a añadirle partes, en un afortunado brainstorming que ha resultado en el tema más complejo y psicodélico de su carrera.

Lo que cuenta Ocultismo, eso sí, es tan aplastantemente cotidiano como siempre: «Habla de la rutina insufrible a la que nos aboca el mundo laboral», dice Ariadna, «de ese “otro día más de mierda sin texto adicional”». Habla, en definitiva, de ellos mismos, especialmente en el último tramo: «Soy un bien reproductivo en una multinacional […], pero conozco algunas formas de magia para escapar de este lugar». La banda madrileña nunca ha podido vivir solo de la música. «Plantea la contraposición entre el arte y el trabajo; todos tenemos nuestros empleos y eso nos ha complicado mucho las agendas. En el pasado, tuvimos que renunciar a una gira por Latinoamérica que tal vez habría cambiado las cosas, quién sabe», dice la cantante, que añade que «lo que está claro es que el grupo a mí me da esa magia para escapar, esa parte artística que tanto necesito, sin la cual no podría seguir adelante con todo lo demás».

Los prejuicios

En la banda todos, menos Luis, superan con holgura los 40 años, pero ni las letras ni el sonido han perdido un ápice de su filo inicial. «Somos de guitarras, nunca nos hemos visto en la necesidad de salirnos de los cánones del rock», comenta Jorge. En más de una década, sin embargo, los gustos han dado unos cuantos vaivenes y ahora los más jóvenes se abrazan a sonidos más urbanos, más sintéticos, más –en definitiva– digitales.

Ariadna: «Parece que la gente de 20 años solo hace y escucha trap, pero lo que pasa es que no se casan con un solo género»

«Yo creo que no es una percepción del todo acertada», rebate Ariadna. «Parece que la gente de 20 años solo hace y escucha trap, pero lo que pasa es que ahora no se casan con un solo género. Son más abiertos de mente de lo que éramos nosotros cuando empezamos y esa diversidad es algo que enriquece mucho el panorama». «Ahora están saliendo muchas bandas jóvenes guitarreras, como Carolina Durante, Cariño, Venturi…», añade Jorge. «La diferencia es que no reniegan de otros estilos y los adoptan con más facilidad. A mí, hace años, la música latina me parecía una mierda; el otro día estuve en el concierto de Rosalía. Supongo que nosotros también nos hemos quitado prejuicios, nos abrimos a escuchar otras cosas, aunque eso no permea en la música que hacemos». «Siempre bromeamos con hacer un tema bakalao», desvela Ariadna, «quién sabe [ríe]…».

El elitismo

Tiene mérito que Los Punsetes sigan sonando a Los Punsetes y saquen un disco cada dos años, con la que está cayendo. «Esta espiral inflacionaria que vivimos también está afectando a la música. Se han generalizado los 70 euros por entrada como si fuera algo normal y eso está convirtiendo la melomanía en algo elitista», dice Jorge. «Si no tienes dinero para ir a ver un grupo, es que realmente estás mal de dinero», reflexiona Ariadna. «Y por desgracia, hoy hay muchas más personas que no pueden ir a conciertos porque la subida ha sido, como en tantas otras cosas, muy desacompasada respecto a la de los salarios, el poder adquisitivo está por los suelos; yo misma descarté ir a ver a The Cure el mes pasado por lo caro que era», añade.

Los Punsetes no han entrado en esa rueda alcista: en su último concierto en una sala de renombre como La Riviera, la entrada más cara costaba 26 euros. «Pero cada vez cuesta más sacar adelante a una banda. Ha subido todo: el alquiler de las salas, la gasolina, la comida, el alojamiento… Es habitual irte a tocar un fin de semana y perder dinero», dice Jorge. Y pone un ejemplo: «Animal Collective anunciaron hace poco en su Twitter que renunciaban a su gira europea porque no podían asumir el encarecimiento de los vuelos, los hoteles… Son cuatro, llevarán a ocho personas mínimo, más el diseño de luces, que en su caso siempre es muy sofisticado. Están en un nivel en el que deberían volverse más pequeños para asumir la subida del coste de la vida, subir muchísimo el precio de la entrada o directamente renunciar a tocar. Y eso es lo que han hecho. No es un buen precedente».

La crisis

Ambos coinciden en que se avecina una etapa muy dura. «Esta crisis va a ser más fuerte que la de 2008, es energética y añade una subida de precios que no para. No soy optimista porque los precios no bajan nunca. En realidad, el futuro es bastante impredecible», opina Ariadna. «Yo también soy pesimista, porque no me creo eso de que el mercado se ajusta solo», añade Jorge; «más bien lo ajustan unos pocos en su beneficio».

Jorge: «Soy pesimista. No me creo eso de que el mercado se ajusta solo más bien lo ajustan unos pocos en su beneficio»

Se autodefinen como una banda de clase media, y saben que eso, hoy, comporta sus riesgos. «Las clases medias están hoy más cerca de la pobreza que nunca. Muchas familias, por primera vez, no van a poder poner la calefacción», lamenta Ariadna.

La clase política, dicen, aporta pocas soluciones y está azuzando la crispación. «Vivimos una época muy tensa con mucha falta de cultura política, pase lo que pase es muy difícil que el partido de la oposición apoye una propuesta del Gobierno, aunque sean propuestas de pura lógica, siempre encuentran la manera de tumbarlas», reflexiona Jorge; «siempre ha sido así, gobierne quien gobierne, pero ahora parece que se ha agudizado, falta una actitud mucho más constructiva, por eso la gente cada vez pasa más de la política». «Si el partido al que votas hace algo que no te gusta y no lo reconoces, estás entrando en un terreno peligroso; estamos en una época de posicionarse mucho y escuchar poco», puntualiza Ariadna.

La bandera

La conversación desemboca inevitablemente en el primer single de su disco, España corazones, que habla del manoseo impúdico que se le está haciendo a la enseña rojigualda. «La idea de España se usa cada vez más como arma arrojadiza y la canción refleja algo que se dice mucho hoy en día: “Tú eres un mal español y yo soy un buen español”», explica Jorge. «Eso provoca que mucha gente se avergüence de la bandera, y no me extraña», interviene Ariadna: «Estoy agotada de escuchar hablar a los políticos, pero también de escuchar hablar de política».

Sin dudarlo, los dos ponen en un brete al entrevistador: «Los medios de comunicación están siendo absolutamente irresponsables, contribuyen a ese atrincheramiento, los periódicos se han convertido en groupies de ciertos partidos, ves las portadas y sabes perfectamente el objetivo de cada noticia, que casi siempre es atacar, antes que informar», se arranca Jorge.

«Sin duda la crispación que hay en España se refleja en los medios, pero no creo que eso cale tanto en la sociedad», tranquiliza Ariadna. «Todo el mundo tiene colegas con los que no comulga y eso no significa que estemos tirándonos los trastos a la cabeza». Y concluye: «Los jóvenes entran menos al trapo, no entran en ese juego del insulto constante. Y al final, el futuro va a ser lo que ellos quieran».

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