Michael Woodford
«Hay que aumentar la educación financiera desde el instituto»
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Michael Woodford (Chicopee, Estados Unidos, 1955), uno de los economistas más prestigiosos del mundo, ha recibido este año el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas. Su trabajo académico ha estado centrado en la labor de los bancos centrales. Con una orientación neokeynesiana, ha sido el responsable de que los nuevos modelos económicos que se aplican en las economías más avanzadas tengan en cuenta la política monetaria. Y lo ha hecho insistiendo en la necesidad de que la economía deje de ser una ciencia oscura alejada de la ciudadanía. A fin de cuentas, la economía es algo que nos afecta a todos, aunque los planes de estudio parezcan obviarlo.
¿Cuáles son, en su opinión, los mayores obstáculos económicos a los que nos enfrentamos en la actualidad?
Retos desde luego no nos faltan, pero probablemente el más grande sea el cambio climático, sobre todo por las dificultades que presenta nuestro sistema político y económico a la hora de afrontarlo. A diferencia de otros aspectos molestos de la vida cotidiana, en este no habrá un inventor de un nuevo producto (como podría ser el caso con un coche eléctrico más barato, por ejemplo) que pueda esperar que el consumidor pague el valor completo de su contribución a la sociedad, porque ese hipotético comprador individual no puede disfrutar por sí mismo de un clima diferente solo por haberlo comprado. Solo un cambio en los hábitos de consumo y los procesos de producción de la humanidad en conjunto puede hacer una diferencia material. Por ende, no se puede esperar que nuestro sistema privado de empresas sea igual de bueno proveyendo soluciones en esta área que en las otras. Pero nuestro sistema de regulación gubernamental no está a la altura del desafío tampoco. Las leyes operan a nivel regional o nacional, y una vez más, ningún país puede esperar beneficiarse ni siquiera tras un cambio drástico en sus emisiones a no ser que otros estén dispuestos a actuar de la misma manera. El problema climático plantea obstáculos realmente fundamentales a la manera como organizamos nuestra vida económica.
«El problema climático plantea obstáculos fundamentales a la manera como organizamos nuestra vida económica»
¿Cree que la educación financiera está reservada para una élite económica? ¿Cómo podemos combatirlo?
Desgraciadamente, esto es cierto en mi propio país y probablemente en muchos otros también. La principal razón es que la economía y las finanzas tienden a ser enseñadas solo en la universidad. Si bien es cierto que el número de gente que toma estudios universitarios ha aumentado en los últimos 75 años, sigue sin ser la mayoría, y aquellos que reciben estas enseñanzas son aquellos con desproporcionadamente más medios económicos. Creo que el remedio más importante a esto sería aumentar la educación financiera y económica desde el instituto, haciéndolo así más disponible a la mayoría de la sociedad. También hay que señalar que periodistas y autores desempeñan un gran papel divulgativo para el público general.
¿Cuáles son las principales barreras a la hora de recibir educación financiera?
Puede que la mayor barrera de todas sea la relativa falta de atención que se le presta al tema dentro del sistema público educativo. La escuela pública ofrece un control parcial de ciertas habilidades (habilidades lingüísticas básicas y aritmética, por ejemplo) que han sido importantes para la vida en sociedades urbanas durante siglos, y además se suele prestar bastante atención al tipo de historia política que ayuda a la gente a entender las instituciones del Estado en el que viven. Especialmente en los cursos más avanzados, los alumnos aprenden algunas de las ciencias ya establecidas hace un par de siglos (aunque afortunadamente se enseñan algunos de los nuevos avances también) pero el currículo no cambia muy rápido, y en mi opinión no hemos cumplido con las necesidades de los ciudadanos del mundo moderno. Temas como la economía o las finanzas e incluso el estudio de la estadística como rama de las matemáticas, no recibían la suficiente atención académica antes del siglo XIX y aún hoy se sigue viendo en el currículo escolar a pesar de su importancia en la vida moderna, tanto para las finanzas personales como para participar en debates sobre la política pública. Realmente no son materias mucho más complicadas que otras que sí que reciben más atención durante los años formativos de instituto. Si no se hace es por el conservadurismo académico y su resistencia al cambio.
Su trabajo se ha centrado en hacer más comprensible la labor de los bancos centrales. ¿Qué pasos cree que los bancos centrales pueden dar para mejorar sus estrategias de comunicación?
Los anuncios de política mismos se han vuelto mucho más informativos en los últimos 30 años. Por ejemplo, en EE.UU., hasta 1994, cuando se modificaban los tipos de interés no se anunciaba públicamente el objetivo que se buscaba y los periodistas económicos tenían que especular sobre lo que leían en los informes de participantes en el mercado. Hemos tenido otras innovaciones en los últimos 15 años como celebrar ruedas de prensa periódicas y publicar encuestas de proyecciones económicas, que también se han adoptado en el Banco Central Europeo y esto es positivo. Sin embargo, necesitamos seguir avanzando. Los bancos centrales necesitan explicar por qué sus decisiones se basan en desarrollos económicos concretos según una perspectiva política. A menudo oímos a la Reserva afirmar que la política debe basarse en los datos, sin explicar qué datos serán relevantes ni cómo dependerá la política de ellos. Si no se especifica, puede ser una excusa para eludir cualquier responsabilidad. También necesitamos un mayor esfuerzo para explicar a la ciudadanía los principios que guían la política monetaria. La mayor parte del tiempo, el objetivo será contener la inflación en unos límites deseados, pero en momentos de crisis, la prioridad será evitar un colapso del sistema financiero.
«Necesitamos un mayor esfuerzo para explicar a la ciudadanía los principios que guían la política monetaria»
¿Hasta qué punto han influido sus ideas de «mercados imperfectamente competitivos» y «precios y salarios pegajosos» en las decisiones de los bancos centrales?
Han permitido el desarrollo de una nueva generación de modelos macroeconómicos que han sido muy útiles para responder a cuestiones sobre los efectos de las distintas decisiones políticas. Diversos bancos centrales han desarrollado modelos de este tipo para elaborar proyecciones cuantitativas de las posibles evoluciones económicas según las distintas decisiones políticas que se adopten. Y a su vez han contribuido a las deliberaciones políticas. Y, al menos en algunos países, la publicación de las proyecciones cuantitativas también se ha convertido en un aspecto clave de la explicación de las decisiones políticas al público. Los bancos centrales de Reino Unido, Suecia y Noruega han seguido estos modelos, por ejemplo.
¿Cómo cambiaron sus avances metodológicos nuestra forma de entender la relación entre las políticas fiscales y monetarias y sus efectos en la economía y la estabilidad de un país?
Al menos en círculos académicos, el enfoque de modelaje macroeconómico de los años 80 y 90 fue conocido como «teoría cíclica de negocio verdadero». Según esta teoría, la política monetaria no tenía ningún efecto en la evolución de la política económica. Los «Nuevos Modelos Keynesianos» que los profesores Blanchard, Galí y yo mismo hemos ayudado a desarrollar implican en su lugar que la política monetaria puede tener efectos muy relevantes en el empleo, los salarios o la actividad económica agregada. Los nuevos modelos no niegan los efectos de perturbaciones estructurales en la economía, pero muestran los efectos de aquellas alteraciones que pueden ser enormemente amplificadas o mitigadas dependiendo de la política monetaria que se ejecute en respuesta a ellas. El desarrollo de los nuevos modelos ha demostrado la importancia de la política monetaria. Esto, a su vez, ha facilitado respuestas políticas más precisas ante las condiciones cambiantes y un aumento sustancial en cómo los bancos centrales se comunican con la ciudadanía para explicar lo que están haciendo y lo que se espera que hagan en el futuro. Ambos avances han mejorado la estabilidad económica. Si bien no han podido evitar que las crisis económicas ocurran, como la crisis financiera de 2008 y la más reciente de la pandemia del covid-19, sí han permitido respuestas más oportunas y efectivas.
«La política monetaria puede tener efectos muy relevantes en el empleo y los salarios»
Su trabajo ha supuesto las bases teóricas para fijar objetivos de inflación flexibles. ¿Cómo ha evolucionado este enfoque para que haya sido tanto un objetivo de los bancos centrales como un compromiso político con la ciudadanía?
Desde los años 90, estaba claro que contener la inflación era el objetivo de la política monetaria y así había que trasladárselo al gran público. Pero también sabíamos que no tenía sentido mantener siempre una misma tasa de inflación. Lo ideal es que la gente pueda confiar en que la inflación se mantenga estable a medio y largo plazo, pero también es importante permitir que la inflación pueda cambiar por un tiempo corto para ayudar a lograr otros objetivos económicos. Esto nos plantea una duda: ¿cómo se puede permitir que la inflación cambie a corto plazo y, al mismo tiempo, mantener la confianza en que el banco central cumplirá su objetivo a largo plazo? La teoría de los objetivos flexibles de inflación explica que el banco central puede comprometerse con reglas que no solo definan una tasa objetivo para el futuro, sino también cuándo y en qué condiciones puede desviarse temporalmente de ese objetivo. Así, el banco central garantiza que la inflación se mantendrá en promedio cerca de la meta en el largo plazo, y al mismo tiempo da transparencia sobre por qué toma ciertas decisiones para afrontar cambios a corto plazo. De esta manera, las personas pueden confiar en el compromiso del banco central, incluso si hay ajustes temporales en la política para adaptarse a las circunstancias.
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