Medio Ambiente

Alquile su ropa (y no deje huella)

Los europeos utilizamos cada prenda una media de siete veces antes de desterrarla al olvido, lo que vuelve nuestro armario no solo menos sostenibles, sino mucho más caro de lo que debería.

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20
octubre
2022
Portada de la revista de moda ‘Art-Goût-Beauté’ (1928).

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«Algunas personas sueñan con piscinas. Yo sueño con armarios», decía la actriz Audrey Hepburn. Vestirse, además de un ritual, es un conjuro en el que aspiraciones, representaciones e identidades (también máscaras) entran en juego. Las prendas hablan de y por nosotros, pero actualmente, la industria textil es un modelo de negocio basado en la explotación de la pobreza. No solo porque ningún trabajador que fabrique ropa en Asia, África, Centroamérica o Europa del este cobre lo suficiente para vivir con dignidad (según datos de la oenegé Ropa Limpia), sino porque la de la moda es la segunda industria más contaminante del mundo, después de la petroquímica: según Greenpeace, es responsable del 10% de las emisiones de CO2 (o lo que es lo mismo, el equivalente a lo que genera la Unión Europa por sí sola). 

Cada europeo compra de media unos 40 artículos cada año, utilizando cada prenda tan solo una media de 7 veces antes de desterrarla al olvido: el 70% de las que ceban nuestro armario no se utilizan, pero cada temporada seguimos invirtiendo en bolsos, zapatos, vestidos o pantalones. Los consumidores, sin embargo, parecen cambiar: apuestan cada vez con más perseverancia por los armarios circulares, en los que prima la ropa adquirida de segunda mano, hecha por uno mismo, remendada o intervenida… e incluso los préstamos de prendas e indumentaria alquilada. Y aunque en España esta fórmula está despegando, el alquiler de ropa alcanzará en 2025 más de 2.000 millones de dólares de facturación a nivel global.

Dada la perspectiva de negocio que abre la posibilidad de alquiler de ropa, empresas como el grupo Kering (al que pertenecen, entre otras firmas, Gucci, Bottega Veneta o Saint Laurent), Decathlon (en época de esquí o surf) o H&M, cuentan con la opción de alquilar sus prendas. La idea surgió en 2009, cuando dos estudiantes de Harvard fundaron Rent The Runway, una aplicación para alquilar vestidos y accesorios (y que hoy factura más de 100 millones de euros anuales). 

Cada europeo utiliza cada prenda tan solo una media de 7 veces antes de desterrarla al olvido

Si la iniciativa comenzó centrándose en un tipo de indumentaria que comprábamos sabiendo que iba a tener poco uso (como trajes de boda, de fiesta o relativos a compromisos laborales), a día de hoy también se han incorporado las prendas diarias. La sensación es la misma que tenemos al comprar: la ropa alquilada nos llega en un paquete que, al día siguiente de su disfrute, vienen a recoger para higienizar. Los precios de las distintas piezas, en cambio, cuestan entre una cuarta o quinta parte de su precio original.

Rent The Runway no es la única: cada vez encontramos más plataformas de alquiler de ropa. Todas funcionan de manera similar: se rellena un cuestionario en el que se especifica la talla, las necesidades, los gustos, el tipo de ropa necesaria y para qué situaciones. En algunas de ellas incluso es posible disponer de estilistas para sacar el mejor partido del armario. Por lo general, se paga una cuota de entrada que ronda los 30 euros y otras mensuales que, dependiendo de los pedidos, oscilan entre los 40 y los 100.

Ecodicta, por ejemplo, cuenta con un servicio de suscripción mensual que permite escoger entre tres tipos de cajas –con un distinto número de prendas– por un precio situado entre los 35 y los 60 euros, ofreciendo incluso la posibilidad de comprar algunas de las piezas que hemos alquilado antes de devolver la caja. La más mona, que inició su andadura alquilando indumentaria para ocasiones puntuales, también ofrece ropa de diario de grandes firmas, como Sandro o Versace. «Un armario infinito de las mejores marcas para tu día a día», es su lema. 

Algunos informes ya apuntan que en los próximos cinco años la opción de la segunda mano será la favorita entre los consumidores de ropa. Que el negocio funciona lo demuestra el ejemplo de Clothify, una empresa española que comenzó su modelo de negocio B2B encargándose de que las marcas que quisieran alquilar su ropa contaran con la infraestructura necesaria para hacerlo. Unos años después, tras entrar en Lanzadera, la aceleradora de empresas de Juan Roig, presidente de Mercadona, la compañía amplió su oferta para empresas de otros sectores; ahora, bajo el nombre de Newe, cuenta con una cartera de ocho marcas y trabaja en base a cuatro divisiones: moda, tecnología, deporte y puericultura.

Hay empresas de alquiler incluso más específicas, como Armario infinito u Ouh lo Là, que se concentran en ropa de embarazo y lactancia, o Stylease, que ofrece una generosa gama de bolsos. Las hay casi de todas las características. Y algo está claro: renovar de manera incesante el armario no es sostenible, pero tampoco barato; alquilar, reciclar o comprar de segunda mano son las mejores opciones para practicar una moda circular.

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