Internacional
¿Quién quiso matar a Gandhi?
El asesinato del gurú de la no violencia, descrito como el hito que marcó la independencia de India, se considera un caso sin cerrar por algunos sectores en India. Alrededor de su muerte surgen numerosas cuestiones que implican tanto conflictos geopolíticos como enfrentamientos ideológicos.
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El 30 de enero de 1948, Mohandas Ghandi, uno de los referentes mundiales del movimiento de la no violencia y líder del independentismo indio, fue asesinado por Nathuram Vinayak Godse, otro activista del nacionalismo indio y antiguo seguidor suyo, pero perteneciente a una organización radical hindú. Este magnicidio es normalmente descrito como el hito que marcó la independencia India, aumentando las tensiones dentro de las fronteras del estado indio y también con su recién creado vecino, Pakistán.
Godse y uno de sus cómplices, Narayan Apté, fueron condenados a muerte y ahorcados el 15 de noviembre de 1949. El caso, no obstante, se ha reabierto al menos en dos ocasiones, surgiendo en ambos casos una relación más centrada en la actualidad política de la India de aquel momento que con el interés por conocer a fondo la muerte de Ghandi. El protagonista ha sido uno de los absueltos en el primer juicio, el fallecido líder partido ultranacionalista Hahasabha, Vinaiak Dámodar, sospechoso de ser el autor intelectual del asesinato.
En Esta noche la libertad…, la crónica novelada de la independencia india escrita por los periodistas Dominique Lapierre y Larry Collins, se recogen los detalles de Plan Mountbatten para la independencia del antiguo dominio británico de la India. El último virrey, que daba nombre al plan, encargó la ‘línea de la partición’ entre los dos estados al geógrafo británico Cyril Radcliffe, que nunca había pisado dicho territorio y decidió, de golpe, el destino de millones de personas al trazar la nueva frontera.
La discusión en torno a la autoría del asesinato tiene más que ver con el debate político que con el esclarecimiento histórico
Las Naciones Unidas calculan que catorce millones de personas se vieron desplazadas por este –entonces nuevo– dibujo político, que dividía la antigua colonia en dos países, uno de mayoría religiosa hindú y, otro, musulmana. La tensión entre ambos países, que se mantiene hoy en día, provocó varias guerras menores por la región de Cachemira (aún en disputa) e incluso llegó a convertirlos en potencias nucleares en plena Guerra Fría. Gandhi, que como muchos otros vio venir dichas tensiones, fue el líder más firmemente opuesto a dicha partición.
De hecho, el libro de Lapierre y Collins recoge un episodio que describe perfectamente la particular forma de hacer política del líder de la no violencia. El virrey Mountbatten se reunió con él, en primer lugar, entre los portavoces del Partido del Congreso, de mayoría hindú, para empezar a negociar la independencia. Presuntamente, en esa reunión Gandhi le propuso que entregase el gobierno de la futura India unida independiente a la Liga Musulmana, partido de la minoría islámica, demostrando así su compromiso con un gran país cohesionado, y no el proyecto del futuro Pakistán. Sin poder creerse la propuesta –un político que ofrecía que se le entregase el poder a su máximo rival–, Mountbatten aceptó sabiendo que así, al menos, conseguiría desacreditar al pacífico hindú.
Algunos hindúes consideraban a Gandhi demasiado tibio con los musulmanes, otros preferían su expulsión a Pakistán y denostaban que el anciano portavoz desease mantener el país unido. Aparentemente, y según las conclusiones de la reapertura del caso de su asesinato en 1969, el ultranacionalista Savarkar habría ordenado su asesinato por considerarlo un traidor y deseando aumentar las tensiones con el vecino musulmán. Esa fue, al menos, la versión oficial hasta 2018.
Savarkar, referente del populismo nacionalista hindú
El ascenso de los populismos y el nacionalismo identitario excluyente no es privativo de Occidente. India también ha vivido su particular repunte de la xenofobia o la exclusión religiosa, en este caso a través de la persecución de la minoría musulmana en muchas zonas del país liderada por el Bharatiya Janata Party (BJP), que se traduce como el Partido Popular Indio y es nominalmente de centro-derecha, pero ultranacionalista en la práctica. Gobierna desde 2014.
Fue precisamente este grupo el que rehabilitó, en parte, la figura de Savarkar, incluyendo su retrato en la galería de los de los padres de la independencia del país que figuran en el Congreso. Es decir, muy cerca del de Gandhi. Algunos de sus militantes incluso llegaron a pedir ubicar un busto de Godse, el autor material del asesinato, aunque es algo a lo que nadie se ha atrevido hasta ahora.
Algunos militantes del Bharatiya Janata Party llegaron a pedir un busto de Godse, autor material del asesinato, en el Congreso.
Los historiadores favorables a la teoría de la autoría intelectual de Savarkar creen que es el BJP el que está detrás de las versiones que desde 2017 apoyan «la teoría de las cuatro balas». En la versión oficial, Godse disparó cuatro veces y acertó tres sobre el cuerpo del Mahatma. Pero en la que defiende el investigador Pankaj Phadnis, ese cuarto disparo fallido demuestra que hubo más de un tirador y que el servicio secreto británico instigó y participó del magnicidio.
Según los defensores de la inocencia de Savarkar, Godse habría sido manipulado por dirigentes de su partido y el SOE británico, cuya intención era igualmente acabar con el líder más destacado e intentar un acercamiento a Pakistán puesto que, de esta forma, Gran Bretaña se aseguraba un papel tanto de mediador como de primer socio comercial con sus antiguas colonias.
Gandhi, referente político de la no violencia discutido
La discusión en torno a la autoría del asesinato tiene más que ver con el debate político en India –los sobrino-nietos del anciano líder siguen ocupando, en algunos casos, puestos políticos– que con un verdadero esclarecimiento histórico de las circunstancias de su muerte. Cualquiera de las dos interpretaciones, de hecho, pueden usarse para defender el acercamiento a Pakistán o la condena del llamado «neocolonialismo», o para atacar a la minoría hindú.
Al mismo tiempo, esto desvela un ánimo de revisionismo alrededor de la figura de Gandhi, relacionado más con la reacción al engradecimiento de su leyenda y la validación de cierta «propaganda de atrocidades» británica o musulmana durante sus picos de popularidad. Por ejemplo, la famosa carta pidiendo a los europeos que se rindiesen ante Hitler era un alegato a favor de la resistencia no violenta que él mismo y sus seguidores practicaban antes que una validación de las ideas del genocida, que se encontraba en las antípodas de la tolerancia religiosa que defendía.
El legado de Gandhi inspiró a líderes como Luther King y también al activismo medioambiental actual
Para los teóricos recientes de la resistencia desde la no violencia, tanto desde la derecha como desde la izquierda o el ecologismo –véanse españoles como Mario López o Jesús Castañar– Gandhi es un referente en cuanto a la aplicación de la no colaboración y a la conjugación de la filosofía hindú y budista con las teorías políticas del pacifismo occidental (e incluso la doctrina católica).
A la mitificación de su figura han contribuido libros como el de Lapierre y Collins, o la exitosa película de David Attenborough de 1982 con Ben Kingsley en el papel principal. Más allá de las discusiones históricas, el legado de Gandhi se traduce en la práctica no violenta que inspiró a otros líderes posteriores a él, como Martin Luther King o el activismo medioambiental actual.
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