Derechos Humanos

Clase turista, clase ‘business’… y clase racista

Un ciudadano pide en Change.org un asiento destinado a viajeros racistas, después del incidente de hace meses en un vuelo de Ryanair.

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Gerrie van der Walt
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20
diciembre
2018

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Lluis Mosquera es un tipo normal que fue testigo de una escena bastante normal. O, al menos, más de lo que debería en un mundo mínimamente aceptable. Por eso lo contó en su Twitter, y Mosquera se convirtió, tristemente, en trending topic ese día. A continuación, reagrupamos algunos de sus mensajes (ya saben, la dictadura de los 140 caracteres), en los que relata un brote racista.

«Una señora con un bebé le ha pedido a un señor de mediana edad que le ceda el asiento. Era un asiento de los reservados para señoras con bebé así que todo bien. La señora era colombiana y el señor un energúmeno maleducado. Al parecer al “señor” no le parecía bien ceder el asiento. Aún así, lo ha hecho. A regañadientes, claro. Le ha cedido el asiento porque la gente estaba mirándole un poco mal. Él no se lo pensaba ceder, supongo. El metro estaba a tope. Yo estaba en la siguiente puerta de donde estaba pasando todo. Este hecho ahora da igual, pero en lo que viene a continuación entenderéis por que ha sido frustrante estar tan cerca como para enterarme de todo pero tan lejos como para no poder intervenir. El caso es que el señor ha seguido hablando en voz “baja” sobre lo mal que le parecía tener que cederle el asiento a “una panchita”. Porque él lleva pagando muchos años esos asientos. Yo no sabía que los señores maleducados pagan los asientos del metro. Un poco avergonzada, la mujer le ha pedido que callase. De muy buenas formas. Pero eso solo ha servido para encender más la llama. El señor repugnante estaba esperando ese momento para gritar lo español que era y lo injusto que era tener que ceder su asiento a “una panchita”. Lo siguiente que ha pasado ha sido esperanzador. Casi toda la gente del metro ha increpado al señor y le ha pedido que se calle. Hasta los que estábamos lejos».

La escena se encendió todavía más, estuvieron a punto de llegar a las manos, y fueron los cuatro gritos bien dados de una joven estudiante los que aplacaron al xenófobo, aunque eso ya es otra historia. Ya han pasado 70 años de la Declaración de Derechos Humanos, y la xenofobia y el racismo están tipificados como delito, pero lo cierto es que campan a nuestro alrededor con una impunidad alarmante. Según el último monitoreo de la organización Movimiento Contra la Intolerancia, en 2016 se registraron en torno a 500 incidentes xenófobos y/o racistas.

En 2016 se registraron medio millar de incidentes xenófobos

Una cifra terrible, pero infinitesimal respecto a la realidad: viene de los datos registrados en comisarías, y una gran mayoría pasan desapercibidos a los agentes de la autoridad, como el incidente descrito más arriba. Y, aunque hace más de medio siglo que la activista Rosa Parks se plantó en un autobús de Alabama, con tanta repercusión que Estados Unidos abolió la ley que segregaba a negros y blancos en el transporte público, por desgracia, hoy asistimos a otra segregación tácita, no oficial, de racistas que amedrentan a inmigrantes (de países más al Sur que el nuestro, se entiende) en el metro, esa babilonia de clases sociales y colores diversos, en la que viaja hasta la alcaldesa de Madrid.

Basta con darse una vuelta por Youtube, después de haber escrito los términos de búsqueda adecuados, para encontrarse con un número alarmante de choques racistas. Eldiario.es publicó recientemente el vídeo que tomó un viajero con su móvil, de un señor de avanzada edad que espetaba a un grupo de sudamericanos que se volvieran a sus países. Ante la llamada de atención de quienes le rodeaban, su única respuesta fue: «Nos enfrentamos españoles contra españoles. A eso nos han llevado».

Pero no hace falta bajar al subsuelo para encontrar lodazales así. Hace poco, la compañía Ryanair estuvo en todos los medios por un incidente igualmente bochornoso en uno de sus vuelos. Así lo cuenta un testigo, que ha hecho una petición en Change.org tan sorprendente como eficaz:

«Hola, mi nombre es Ray Charrupi, fundador de Chao Racismo. El pasado viernes 19 de octubre, en el vuelo 9015 de la aerolínea Ryanair, el Sr. David Mesher, ciudadano británico de 77 años y blanco, atacó a Delsie Gayle, una mujer negra de origen jamaicano, que le dijo: «Se supone que debo sentarme aquí, pero no voy a sentarme junto a tu cara, tu fea cara de mierda. Te diré algo, si no te sientas en otro lugar, te empujaré, no me hables en una maldita lengua extranjera, estúpida y fea vaca. Fea bastarda negra». […] El equipo entrenado por Ryanair hizo un cambio de asiento… ¡pero cambia la víctima, es por eso que desde Cali, Colombia, Chao Racismo quiere donar al racista David Mesure, a todos los viajeros racistas de todo el mundo, a Ryanair y todas las empresas de transporte del mundo esta silla eso no es clase económica, no es clase ejecutiva, y tampoco clase primera… esta es la clase racista, para que entiendan ese número».

Chapurri añade en su petición: «El racismo no es una opinión, es un crimen. El racista no es una mala persona, es un criminal. Si el acto de racismo ocurre antes de que el avión despegue, el racista debe ser entregado a las autoridades en el aeropuerto local, y si el vuelo y el avión ya están en el aire, el racista debe estar aislado hasta el aterrizaje en el próximo destino y entregarse a las autoridades».

Y para zanjar, vuelve a aquel hecho que enderezó a uno de los países más racistas del mundo hace 63 años: «En Alabama, Rosa Parks decidió quedarse sentada en su plaza de su autobús, y eso le hizo al mundo avanzar… Hoy no vamos a desandarlo».

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