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La farmacia, una aliada de la salud mental

En 2030 los problemas vinculados a la salud mental serán la causa principal de pérdida de vida saludable en España. Un horizonte que plantea un importante desafío donde será clave adoptar un enfoque más colaborativo entre los diferentes profesionales implicados. Ethic y el Consejo General de Colegios Farmacéuticos reunieron a distintos expertos para reflexionar sobre esta materia.

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Borja Rebull
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03
septiembre
2025

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Los trastornos de salud mental representan un conjunto de afecciones de diversa severidad: depresión, ansiedad, paranoias, trastornos obsesivos compulsivos, trastornos bipolares, psicosis… Son un malestar que se ha consolidado como uno de los grandes desafíos del presente. Y también son, en palabras de Rita de la Plaza, tesorera y responsable de Estrategia Social del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF), un asunto de todos: «Nadie es ajeno».

En España, más de una de cada seis personas tiene un padecimiento psíquico. Ello está dejando un coste no solo humano, con un profundo impacto en la calidad de vida de quienes lo sufren, sino también económico. Las pérdidas ascienden a 6.145 millones de euros, donde los costes directos relacionados con las bajas laborales de larga duración y las discapacidades permanentes representan el 60,5% del total, según los datos del Observatorio Europeo de los Sistemas y Políticas de Asistencia Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud.

La paradoja de los datos

Como sostuvo Belén González Callado, comisionada de Salud Mental en el Ministerio de Sanidad, en el encuentro organizado por Ethic y el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, «estamos inmersos en una cultura ultraproductiva y ultracompetitiva, que gira en torno al beneficio económico». La estela que está dejando es espeluznante: desde 2018 hasta 2024, las bajas laborales de larga duración por problemas de salud mental han aumentado un 400%. Para 2030, los problemas vinculados con la salud mental serán la principal causa de pérdida de vida saludable en el país.

Ello afecta tanto a adultos como a jóvenes. «Si fuéramos capaces de desprendernos del temor a perder rentabilidad, si pusiéramos en el centro el bienestar, la comunidad, el cuidado mutuo, podríamos reparar parte del daño», añadió González Callado. «Los trastornos mentales surgen de una interacción entre la vulnerabilidad individual —ya sea por causas biológicas, genéticas o psicológicas— y una serie de condicionantes estructurales o sociales que aumentan ese riesgo o que, en un momento dado, pueden hacer que esa vulnerabilidad se convierta en un trastorno», detalló Pilar López, vocal del comité ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental.

Belén González Callado (Ministerio de Sanidad): «Las farmacias tienen un poder espectacular por el vínculo con el paciente»

Hacerles frente exige múltiples soluciones y un cambio profundo en la forma de abordarlos. Es clave adoptar un enfoque más colaborativo, en el que participen médicos de atención primaria, personal de enfermería, trabajadores sociales y farmacéuticos, y en el que la detección temprana sea una prioridad para evitar que los problemas se agraven y su impacto sea mayor. «Es necesario identificar precozmente los casos y deducir cuáles deben ir a atención especializada y cuáles pueden abordarse en otros entornos», indicó López. Ese enfoque colaborativo es mucho más eficaz y la OMS insiste en su aplicación, pues, además, se ahorrarían recursos al sistema.

El primer eslabón de la cadena

En ocasiones, el primer eslabón de esta cadena está en las farmacias, que tienen una red de 22.000 establecimientos y 55.000 profesionales a pie de calle. «El 70% de ellas están en zonas rurales, donde a veces no llegan otros servicios», abundó Rita de la Plaza. Por su parte, Rosa Morillo, farmacéutica en Alcalá de Ebro y vocal del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza, destacó que es en las localidades pequeñas donde existe un gran peligro de que un padecimiento psíquico cause grandes estragos. «No hay recursos para que esos pacientes salgan y se relacionen, y al final se quedan aislados, porque estos problemas de salud mental generan aislamiento social, con lo cual se va agravando el problema», indicó.

Precisamente, Morillo ha asumido un papel más activo desde la farmacia, con resultados visibles. En algunos casos, ha pasado de entregar el pastillero semanal (una herramienta habitual en el seguimiento farmacoterapéutico) a dispensar la dosis diaria en el propio establecimiento. Con una de las primeras pacientes detectó que las actividades básicas de la vida diaria, es decir, levantarse, asearse, vestirse o salir a la calle eran todo un reto. «He conseguido que venga todos los días a la farmacia por la medicación y, para ella, la farmacia es un entorno de seguridad. ¿Cómo ha mejorado? Increíblemente».

Rita de la Plaza (Farmacéuticos): «Las farmacias siempre están ahí»

«Esta es una intervención aparentemente sencilla y de una eficacia espectacular», reconoció González Callado, porque se desarrolla a través del vínculo, dentro de la comunidad, y aprovechando que los pacientes a veces no quieren ir a consulta. Por eso, ahí «las farmacias tienen un gran poder por el vínculo con el paciente». Pero, en realidad, la labor de Morillo es compleja, porque no se limita a verificar que los pacientes tomen correctamente sus psicofármacos, sino que también teje un vínculo de confianza que aporta estabilidad emocional. La persona se siente acompañada en su proceso y refuerza la adherencia al tratamiento. «Creo que desde todas las modalidades del ejercicio farmacéutico podemos aportar muchísimo. Somos un recurso útil, especialmente la farmacia comunitaria», enfatizó Morillo.

Otro ejemplo de ello son las Escuelas Rurales de Salud Mental, en las que han participado 300 farmacias rurales de 35 provincias de España. Esta iniciativa dio charlas a más de 8.000 personas y cuidadores para fomentar el autocuidado en la salud mental. «Nos dimos cuenta de que la mayoría de asistentes eran mujeres mayores de entre 61 y 85 años. Ahora estamos recogiendo los resultados de la experiencia», dijo Rita de la Plaza.

Romper el estigma

«El gran problema que tiene la salud mental aún es el estigma», resaltó Juan José Sánchez Martín, representante institucional de la Federación Salud Mental Madrid. Una de las maneras en las que se puede combatir es con la convivencia e integración de las personas con algún padecimiento mental en actividades normales: charlas, deporte y, sobre todo, trabajo. Sánchez Martín resaltó la baja inserción laboral de las personas adultas con trastornos mentales graves y duraderos, un colectivo especialmente vulnerable. En el país, la tasa de actividad de adultos con discapacidad psicosocial es la más baja entre todos los tipos de discapacidad: apenas alcanza el 27,4%, frente al 35,5% de la media general del resto de discapacidades, según un informe de la Confederación Salud Mental España.

«Evitar el estigma también ayuda a la detección precoz», subrayó Pilar López. Cuando personalidades públicas lo visibilizan —como recién lo ha hecho Penélope Cruz, al hablar abiertamente de la depresión posparto—, ayuda muchísimo. «Son campañas muy eficaces, porque son personas con impacto y otras personas pueden identificarse y perder el miedo a decirlo», concluyó.

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