Farmacias: enfrentar los problemas de siempre, como nunca
Hoy las farmacias desempeñan un papel crucial, no solo como proveedores de medicamentos, sino también como agentes de atención temprana esenciales, gracias a su proximidad con las comunidades y su capacidad para conectar con personas en situaciones de vulnerabilidad.
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Una farmacia es mucho más que un establecimiento que dispensa medicamentos; para muchas personas han sido, y son, un refugio cercano en cada etapa de la vida. Desde las primeras medicinas para un recién nacido hasta los consejos para aliviar el dolor de un abuelo, acompañan a las familias con la sabiduría de quien conoce el día a día de su comunidad. Allí, no solo se encuentra alivio físico, sino también una palabra amable, una sonrisa o incluso un oído atento. Son parte del tejido humano que nos cuida y nos conecta.
Tratando de estar siempre al lado de los que más ayuda necesitan, las farmacias llevan años reforzando su papel social al integrarse en una red de detección de vulnerabilidades, centrándose en tres áreas clave: soledad, violencia de género y personas desaparecidas.
Con más de 22.000 establecimientos distribuidos por todo el país Rita de la Plaza, tesorera del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, explica que «funcionan como nodos esenciales en la articulación de respuestas coordinadas a problemas sociales complejos. Gracias a su integración con el sistema sanitario, su sólida formación profesional y la relación de confianza que construyen con los pacientes, los farmacéuticos no solo ofrecen servicios asistenciales y educativos, sino que también detectan problemas sociales como la soledad o la violencia de género, convirtiendo las farmacias en espacios seguros, comunitarios y clave para la cohesión social y el bienestar colectivo».
Rita de la Plaza: «Los farmacéuticos no solo ofrecen servicios asistenciales y educativos, sino que también detectan problemas sociales como la soledad o la violencia de género»
Unidas contra la violencia
Durante 2023 el número de denuncias y el de mujeres víctimas de la violencia de género volvieron a aumentar con respecto al año anterior, como viene ocurriendo de forma continuada desde 2013. A lo largo del pasado año, se registraron cada día un total de 546 denuncias y hubo 533 mujeres víctimas de estos delitos.
Desde su creación en 2017, las farmacias y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos son miembros del Pacto Contra la Violencia de Género. Su compromiso se ha reforzado en los últimos años, convirtiéndolas en un recurso clave para las víctimas, ya que no solo sensibilizan a la población, sino que cada vez tienen un papel más activo detectando posibles casos de violencia de género.
Asimismo, están preparados para actuar como enlaces hacia los servicios especializados (asistentes sociales y cuerpos de seguridad), garantizando un acompañamiento adecuado. Así lo confirma Carmen Martínez Perza, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género: «Las farmacias pueden ser espacios seguros y accesibles para detectar y abordar casos de violencia contra las mujeres, gracias a su cercanía con la comunidad. Ya lo demostraron durante la pandemia de la COVID-19. Su personal tiene la capacidad de identificar signos de abuso, ofrecer apoyo inicial y proporcionar información sobre recursos como el 016 u otros servicios especializados, garantizando siempre la confidencialidad».
Este papel se ha plasmado incluso en algunas de las campañas de publicidad institucional del Ministerio de Igualdad, como la campaña #VasAHacerAlgo, donde se muestra el papel fundamental que tiene el entorno familiar, social y también sanitario, siendo el más visible y cercano la farmacia. En esta campaña, las farmacias se presentan como un espacio seguro donde las víctimas pueden solicitar ayuda utilizando códigos discretos, como pedir «una mascarilla 19».
Cada vez son más los profesionales del sector que reciben formación específica para detectar señales de violencia y responder de manera adecuada, lo que está logrando que muchas farmacias sean Punto Violeta, es decir, un espacio en el que se informa y atienden casos de violencia de género, brindando apoyo a víctimas. Este enfoque ha demostrado ser efectivo al aprovechar la confianza que muchas personas depositan en sus farmacias de barrio. En un estudio reciente presentado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los ciudadanos valoran con un 8,2 sobre 10 el servicio prestado por las farmacias, convirtiéndose en la puntuación más alta de todos los servicios esenciales o cotidianos sobre los que se ha desarrollado el informe.
Compañía frente a la soledad no deseada
La soledad no deseada es un problema cada vez más presente es nuestras sociedades, ironicamente hiperconectadas. En España, afecta al 20% de personas, con una importante presencia entre las personas mayores. Según Mercedes Gallego Angulo, jefa de servicio y responsable de Soledad en la Coordinación de estudios del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), «las farmacias tienen un gran papel en el acompañamiento comunitario. Ese rol se desarrolla mediante el conocimiento de la salud física y mental de las personas que acuden a ellas por la medicación que tienen pautada».
En colaboración con el IMSERSO, las farmacias han intensificado sus esfuerzos para identificar y atender a personas que padecen este problema, muchas veces invisible. «La observación continuada durante períodos muy largos de tiempo (pueden llegar a años), permite una detección de situaciones o vivencias dolorosas. La interlocución de personas y farmacias suele ser cercana y en un marco de confianza y respeto que permite que esa relación, en principio profesional, se convierta en una herramienta de acompañamiento y seguimiento insustituible y única en contextos rurales o de barrio en ciudades».
Mediante programas de formación específicos, los farmacéuticos aprenden a reconocer signos de soledad, como cambios en las rutinas de compra de medicamentos o comportamientos inusuales durante las visitas. Cuando detectan estas señales, pueden derivar a los afectados a servicios sociales, asociaciones de apoyo o programas específicos de acompañamiento.
No solo se enfocan en detectar el problema, sino que también participan en campañas para crear conciencia e invitar a las personas a no ignorar la soledad. La idea es que, aunque sea algo personal, se puede enfrentar juntos, y las farmacias sirven como ese puente entre las personas y su comunidad. Según Gallego Angulo, «sentir apoyo y acompañamiento por parte de un actor tan relevante en tu barrio o en tu entorno cercano como son las farmacias, es un valor que hay que reconocer desde las administraciones y apoyar».
Mercedes G. Angulo: «Las farmacias tienen un gran papel en el acompañamiento comunitario. Ese rol se desarrolla mediante el conocimiento de la salud física y mental de las personas que acuden a ellas»
El último reto, la búsqueda de personas desaparecidas
En 2024 las farmacias han dado un paso más allá en su papel de agentes sociales, al integrarse en el Plan Estratégico en materia de personas desaparecidas, liderado por el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES). Este nuevo rol muestra el potencial de estas instituciones para participar en alertas tempranas relacionadas con desapariciones.
Por su estructura y organización, las farmacias están asociadas a 52 Colegios Oficiales, lo que les permite gestionar una red de 22.220 establecimientos por todo el territorio nacional. Esta red ofrece un servicio directo a más del 95% de la población, por lo que en el ámbito de personas desaparecidas proporciona un sistema de alerta temprana eficaz y con acceso a la mayor parte de la sociedad, especialmente a los colectivos más vulnerables.
Además, colaboran en la distribución de carteles, la recepción de alertas y la recolección de datos en tiempo real, facilitando una respuesta más rápida y eficaz ante situaciones críticas.
Pilar Muniesa, directora del CNDES, explica que «las farmacias están dirigidas por profesionales con una gran vocación de servicio a la sociedad y con personal altamente cualificado. El trato cercano y periódico con los usuarios les permite detectar determinadas conductas y variaciones en los hábitos de los grupos más vulnerables de la población, como pueden ser los jóvenes o las personas mayores con enfermedades cognitivas o neurodegenerativas, y de este modo proporcionar esa información o inquietud rápidamente a las FFCCSE para que adopten las medidas preventivas oportunas que puedan evitar en lo posible la desaparición de una persona».
Para el CNDES, la colaboración con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) es un pilar fundamental, ya que el impacto de esta alianza no solo se mide en términos operativos, sino también en la concienciación social. La implicación de las farmacias en este ámbito amplifica la importancia de actuar con rapidez y solidaridad ante una desaparición.
Gracias a su accesibilidad, cercanía y compromiso, las farmacias han demostrado ser un aliado indispensable en la construcción de una sociedad más solidaria. En palabras del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, «el impacto social de las farmacias va más allá del medicamento; está en su capacidad de generar redes de apoyo, escucha y acción”.
Estos espacios, tan cotidianos como esenciales, nos recuerdan que los problemas de siempre pueden enfrentarse como nunca, siempre que contemos con los recursos y la voluntad para hacerlo.
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