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Sociedad

Lucidez terminal

Volver a la vida antes de morir

Algunos enfermos ‘reviven’ poco antes de morir: recuperan la consciencia y el control de su mente e interactúan con sus familiares como lo hacían habitualmente. Es un espejismo, pero uno con ramificaciones científicas muy interesantes.

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01
septiembre
2025

Las cosas no le iban muy bien a Aleksandr Pushkin en el otoño de 1836. Tenía deudas, muchos gastos y había muchos rumores sobre la vida privada de su esposa, Natalia. Todo fue escalando hasta que en enero de 1837 se enfrentó en un duelo a pistola con Georges d’Anthès, uno de los coprotagonistas de todas estas problemáticas. Es uno de esos episodios clave de la imaginería del Romanticismo. Pushkin recibió un disparo, que se infectó y lo condujo a la muerte por septicemia. Pero en esos días entre recibir el impacto y la muerte, el poeta volvió en sí en medio del delirio. Fue «una de esas mejorías repentinas que son tan ilusorias en las enfermedades mortales», escribió entonces su médico.

Alexander Batthyány recupera ahora las palabras del doctor de Pushkin para hablar de un fenómeno que es muy viejo, pero ante el que la ciencia no se había parado hasta no hace mucho, la lucidez terminal. «Tanto la investigación clínica como el testimonio de aquellos que atienden a ancianos y moribundos coinciden: ambos nos dicen que los últimos días de la vida son a menudo de profunda comprensión, dedicados a atar cabos sueltos y a descubrir o cumplir el sentido de la propia vida hasta el último aliento», escribe.

Batthyány es el director de Instituto Victor Frankl de Viena y del de Investigación en Psicología de la Universidad Pázmány Péter de Budapest, así como uno de los científicos que se ha adentrado en esta área. Lo cuenta en El umbral, que acaba de publicar Errata Naturae.

La lucidez terminal es, justamente, lo que señalaba el médico de Pushkin, lo que una parte importante del personal sanitario ve en su día a día y lo que formaba parte del conocimiento colectivo cuando la muerte era algo que se trataba directamente en casa: existe un momento en el que las personas, por muy mal que estén y por mucho que hayan perdido la consciencia, parecen volver en sí y recuperar la fuerza vital y el control sobre ellas mismas. Es ese momento en el que la abuela con demencia o el abuelo que llevaba tiempo sin mucha consciencia por alguna enfermedad terminal hablan con total coherencia, identifican a toda la familia y recuerdan perfectamente sus experiencias de vida. Hasta puede que den instrucciones sobre lo que debe ocurrir tras su muerte.

Según un estudio británico, 7 de cada 10 cuidadores reconocen haber testimoniado episodios de lucidez terminal

Es, eso sí, un espejismo. Esa recuperación milagrosa es efímera y antecede a la muerte. Las personas suelen fallecer no mucho tiempo después.

No hay datos concretos de a cuánta gente le pasa esto y cuántos episodios se registran cada día de lucidez terminal. Batthyány cita las estadísticas que recopila un estudio británico del psiquiatra Peter Fenwinck, que indica que 7 de cada 10 cuidadores reconocen que lo han visto con sus pacientes. La investigadora Sandy Macleod hizo un seguimiento de 100 muertes consecutivas en un hospital de Nueva Zelanda y se encontró con la lucidez terminal en seis ocasiones, lo que daría una prevalencia del 6% de los moribundos

Dado que Batthyány ha hecho de comprender la lucidez terminal el trabajo de vida, recopila con su equipo testimonios. Esto les permite acceder a muchas historias sobre estas experiencias, aunque también es cierto que limita en cierto modo su investigación (al fin y al cabo, les escriben sobre todo gente que lo ha vivido con sus seres queridos, lo que inclina la balanza). Lo que sí consigue al escucharlos es confirmar que sus experiencias son válidas, algo que hasta ahora no siempre pasaba. Ocurrió antes con las llamadas experiencias cercanas a la muerte (las que la cultura popular captura cuando dicen que se ha «visto la luz»), otro de esos misterios científicos vinculados al fallecimiento. Cuando se empezaron a estudiar se descubrió que entre un 8 y el 18% de la gente que ha sido reanimada las tiene, señala el experto.

«Le cuento estas dos historias para que sepa que está ante algo muy real. En ambas ocasiones, el personal sanitario me reconoció lo habitual de la situación. Se referían a ello como “la mejoría de la muerte”», le escribe, de hecho, una persona que vivió episodios de lucidez terminal tanto con su padre como con su madre.

Investigar sobre la lucidez terminal no es una cuestión paranormal ni tampoco un elemento mágico. «La cobertura fue más sensacionalista de lo que hubiera deseado», lamenta Batthyány sobre cómo recogieron los medios su primera presentación de resultados. Así, es importante tener presente que no le ocurre a todo el mundo (de hecho, el experto ya ha registrado la frustración de gente que espera que pase con sus seres queridos, sin éxito) y también que lo interesante es lo que nos cuenta sobre cómo funciona el cerebro humano y cuáles son los límites o las ramificaciones de la consciencia.

Investigar sobre la lucidez terminal puede ser un camino peliagudo, debido a las implicaciones espirituales o a la cobertura sensacionalista de los datos

Batthyány recuerda que «aún sabemos muy poco de nuestro yo consciente» y también que nuestros conocimientos sobre el cerebro cambiaron mucho en los últimos dos siglos, pero en paralelo lo hizo «nuestra concepción de la vida y de la muerte». Esta evolución científica ha hecho que todo se haya convertido en material y se haya perdido la idea del alma, defiende el científico, algo que la investigación en la lucidez terminal trae de vuelta (sea como sea que se entienda esa idea, puede ser no como algo religioso sino como algo a un nivel más filosófico de aquello que nos hace seres humanos).

Los enfermos que viven estos episodios no recuperan neuronas y no se produce un cambio material sustancial en sus cerebros, aunque ellos vuelvan. ¿Qué es entonces lo que ocurre? Esto también hace que el estudio de la lucidez terminal entre en terrenos peliagudos, porque «apela a intuiciones y esperanzas religiosas y espirituales» y puede que se vaya por derroteros más de creencias que en cuestiones científicas.

Al tiempo, los episodios de lucidez terminal abren un interesante terreno de investigación para las enfermedades que presentan deterioro cognitivo. La mitad de los pacientes que han presentado estos episodios y de los que les hablando a Batthyány y su equipo eran personas con demencia, una enfermedad muy presente y todavía por comprender. Una en la que, justamente, se pierde por completo el control de la consciencia.

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