La palabra ‘oscuridad’ y la dualidad cultural
¿Nos ha impedido la dualidad cultural ver que la oscuridad también puede ser buena? La periodista Sigri Sandberg aborda esta y otras preguntas en ‘Oda a la oscuridad’ (Capitán Swing).
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Para mí, la palabra «oscuridad» propicia una especie de búsqueda. Una búsqueda profunda en mi interior. Está relacionada con el duelo y la enfermedad, con la noche y el color negro…, y con mi propio miedo a la oscuridad. En general, oscuridad es una palabra negativa. Una palabra que pesa, es triste y arrastra a otras palabras consigo hacia el fondo. Oscurantistas. Un periodo oscuro de la vida, de la historia. Cifras negras. Futuro y pasado oscuros. Oscuridad mental. La oscura Edad Media. A menudo hay que encender la luz para que todo vaya bien, tanto en los poemas como en las canciones, la literatura y la vida en general. Yo a menudo dejaba la puerta entreabierta y la luz del pasillo encendida.
Los seres humanos han luchado desde siempre contra la oscuridad interior y exterior en todo el mundo. La oscuridad era un enemigo, como el frío, algo que no es seguro, y la luz, por definición, era buena. En la mitología griega se dice que el fuego se les robó a los dioses. Cuando los animales de la creación habían recibido todas sus cualidades, el dios Prometeo robó el fuego y se lo ofreció a los hombres. El dios de los dioses, Zeus, se enfureció y creó a la mujer para castigarlos. Desde entonces, los seres humanos han hecho todo lo posible para conseguir más luz. […]
¿Nos ha impedido la dualidad cultural ver que la oscuridad también puede ser buena?
¿Nos ha impedido esta dualidad cultural ver que la oscuridad también puede ser blanda, que también puede ser buena? Porque solo ahora, en el último segundo de la historia de la humanidad, a alguien se le ha ocurrido insinuar que, ejem, tal vez la oscuridad también sea importante. Puede que un poco importante. Para bastantes cosas.
Nací en 1975, así que tanto mi generación como la anterior nos hemos criado con luz eléctrica. En lo que llevo de vida, no ha habido oscuridad de verdad en ningún sitio más que muy lejos de los pueblos y ciudades. ¿Tal vez por eso me da miedo la oscuridad? ¿Tal vez por eso no me doy cuenta de lo que estamos a punto de perder?
De todas formas, voy a intentar definirlo de una manera más científica y concreta.
Porque… ¿qué es la oscuridad?
Cuando el sol baja más de dieciocho grados por debajo de la línea del horizonte, tenemos oscuridad astronómica. Pero, debido a la contaminación lumínica, hay que adentrarse en los altiplanos, en los desiertos o salir a mar abierto para experimentar de verdad oscuridad. A principios de junio, posiblemente la base científica estadounidense del Polo Sur sea el lugar más oscuro del mundo en el que vive gente. En teoría. Si apagaran todas las luces. Y si no hubiera nieve.
Para entender la oscuridad, antes tenemos que comprender algunas cosas sobre la luz. La astrofísica define la oscuridad como la ausencia de luz. En el espacio, la distancia entre los objetos puede ser increíblemente grande; así que, cuando casi no hay dispersión de luz entre lo que brilla y nosotros, los físicos dicen que la oscuridad es la ausencia de luz en la dirección en la que miramos.
La oscuridad, por lo tanto, también se puede definir como una percepción de ausencia de luz.
Porque en realidad es así: cantidades diminutas de luz se cuelan por todas partes en todo el universo, pero nuestros ojos no consiguen percibirlas, porque están demasiado mal hechos. El ser humano puede ver la luz, que son ondas electromagnéticas, cuando la distancia entre las ondas es de entre cuatrocientos y setecientos nanómetros (que son mil millonésimas partes de un metro). La luz cálida y anaranjada tiene una distancia mayor entre las ondas y una frecuencia más baja que la luz fría, blanca azulada.
Sin embargo, la luz que es visible para los humanos no es la única que existe en el universo. Las ondas de radio, las microondas, los rayos infrarrojos y ultravioleta, los rayos X y la radiación gamma también son energía, también son luz. La atmósfera bloquea algunos de esos rayos; otros se filtran a través de ella.
El mayor problema del ojo humano es que la abertura hacia la retina es muy pequeña y eso dificulta que recoja mucha luz al mismo tiempo. Los seres humanos han inventado refuerzos para su mala visión, claro. Tanto la cámara como el telescopio sirven para ver. Tienen una apertura más grande que el ojo humano y, además, con la ayuda de espejos y varios dispositivos, recogen la luz para adaptarse a nuestros ojos, de modo que podemos ver más, incluso muy lejos en el espacio, siempre que esté lo suficientemente oscuro en la Tierra.
Este texto es un fragmento de ‘Oda a la oscuridad’ (Capitán Swing), de Sigri Sandberg.
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