La sostenibilidad: personas, empresas y planeta en equilibrio
No se puede olvidar a las personas en la ecuación para lograr un planeta más sostenible. La resiliencia pasa por reducir brechas y aumentar la equidad, algo en lo que las empresas tienen mucho que decir.
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Si tuviésemos que escribir una receta para la sostenibilidad, la lista de ingredientes sería mucho más variada y amplia de lo que posiblemente una parte importante de la ciudadanía habría asumido. Cuando se habla de sostenibilidad, se tiende a pensar en cuestiones relacionadas con el medioambiente, como la reducción de la huella de carbono, el reciclaje o la mejor gestión de los recursos naturales. Son, en efecto, cuestiones fundamentales.
Sin embargo, la esencia de la sostenibilidad está en lograr un planeta en equilibrio y, para ello, es fundamental que todos los elementos que lo conforman lo alcancen. Ahí también entran las personas.
Por tanto, entre las muchas facetas del desarrollo sostenible debemos considerar factores sociales y económicos. Un planeta sostenible es uno en el que se reducen las desigualdades, se logra una mayor inclusión o se gana en resiliencia. En resumidas cuentas, es uno en el que las sociedades son más justas, inclusivas y flexibles, lo que mejora la calidad de vida de las personas que las forman, pero también las hace más fuertes ante los potenciales problemas y retos del futuro.
En la ecuación para conseguirlo entran la ciudadanía y los poderes públicos, pero también las empresas. Las compañías pueden canalizar los cambios, crear herramientas que ayuden a mejorar las sociedades o impulsar el desarrollo sostenible. Aquí es igualmente importante entender que todos y cada uno de los sectores importa: desde la producción agrícola hasta el sector financiero.
Solo en 2024 el BBVA movilizó 27.000 millones de euros en proyectos vinculados con crear un mundo más sostenible
Por eso, los bancos también invierten en sostenibilidad y se posicionan como factor de cambio. La banca tiene un «papel clave» para «la canalización de recursos hacia proyectos de adaptación y mitigación y la necesidad de crear marcos regulatorios estables, e instrumentos financieros que combinen capital público y privado», como apunta Iván Poza, responsable del Sector Público en BBVA.
Así, en 2024, el BBVA movilizó 27.000 millones de euros destinados a proyectos relacionados con la acción climática, apoyo a emprendedores y empresas jóvenes, financiación de infraestructuras sociales y reducción de la brecha financiera en las economías emergentes. La compañía acaba de presentar estas cifras en la 4ª Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FFD4), que se celebró este verano en Sevilla.
Una estrategia con varios frentes
El hilo de la FFD4 ha sido el Compromiso de Sevilla, que ha movilizado 4 billones de dólares anuales para el desarrollo sostenible y que, justamente, evidencia que para lograr un cambio estructural hay que comprender que los retos son complejos y necesitan respuestas amplias. «La FFD4 será recordada como una conferencia en la que el mundo eligió la cooperación sobre la fragmentación, la unidad sobre la división y la acción sobre la inercia», aseguraba en el discurso de clausura de la conferencia la vicesecretaria general de las Naciones Unidas, Amina Mohammed.
Una de las piezas fundamentales de la hoja de ruta marcada en este compromiso son las finanzas, potenciando las inversiones a gran escala, mejorando la gestión de la deuda y reformando la arquitectura financiera para reducir la vulnerabilidad. Cuestiones todas ellas que convierten al sector financiero en un actor fundamental para conseguir los objetivos del compromiso.
Stephanie García Van Gool: «Financiar el desarrollo de los emprendedores vulnerables es mucho más que ofrecerles productos y servicios financieros»
Cómo hacer un mundo más sostenible
La financiación sostenible puede «apoyar la resiliencia climática, social y económica», como explican desde el BBVA, en las economías emergentes, como ocurre con los proyectos de este banco en América Latina. Las líneas en las que se trabaja ayudan a visualizar algunos de los potenciales impactos positivos que pueden tener este tipo de acciones y cómo pueden apuntalar un cambio desde la base que se note a una mayor escala.
Para conseguir ese objetivo, cuentan con una herramienta clave: la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA). En los 18 años que lleva funcionando desde que arrancó su trabajo en 2007, ha movilizado 18.800 millones de euros en créditos para emprendedores de bajos recursos en cinco países diferentes. La cifra de beneficiarios ya supera los 6 millones de personas, a las que se acompaña en el camino para abandonar la pobreza. El 63% son, además, mujeres.
Para hacerlo, la Fundación sigue las recomendaciones de la metodología de pobreza multidimensional de la Universidad de Oxford. Esta metodología emplea como criterio guía el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), desarrollado por la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la universidad británica y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El IPM rompe la inercia de asumir que la pobreza es, simplemente, la falta de ingresos, ya que la realidad es mucho más compleja y presenta muchos más factores. La precariedad económica es así solo un factor más dentro de la pobreza y se tienen en cuenta cuestiones como la salud, el acceso a servicios básicos (por ejemplo, agua potable o energías), la realidad material de los hogares o las brechas en educación.
Tenerlo presente ayuda a comprender que para resolver la pobreza y apuntalar la sostenibilidad no solo basta con aportar dinero, sino que hay que ir mucho más allá. Por ello, la estrategia de organismos como la FMBBVA debe ser transversal. «Financiar el desarrollo de los emprendedores vulnerables es mucho más que ofrecerles productos y servicios financieros», explica Stephanie García Van Gool, directora de Medición de Impacto y Desarrollo Estratégico de esta fundación. «Necesitan soluciones integrales, aquellas que mejoren, además de sus negocios, su salud, su vivienda y su acceso a la educación», indica.
Por eso también las estrategias macro de desarrollo sostenible intentan abordar un abanico de cuestiones clave que tocan muchas más áreas, como se acaba de mostrar en la FFD4.
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