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Hacia una sociedad digital que no deje a nadie atrás

Aunque el acceso a internet en España está garantizado, todavía quedan muchas personas que no cuentan con capacidades o herramientas para desenvolverse en el entorno digital. Ethic e ING reunieron a seis expertos para ver maneras de asegurarse de que nadie se quede atrás.

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07
agosto
2025

Desde finales de 2023, España es un país en el que casi el 100% de la población tiene acceso a internet. Aunque esa brecha digital ya está prácticamente superada, todavía quedan otras muchas a las que hacer frente. Una de ellas, quizá la más importante, es la que hace referencia a los quince millones de personas –casi el 43% de la población– que no cuentan con las aptitudes básicas para desenvolverse online. Una cifra que ha hecho que muchos de los esfuerzos hoy en día se centren en conseguir que esa gran masa de gente no se quede atrás ante la revolución tecnológica que estamos atravesando.

Cómo conseguirlo fue el tema de fondo en el desayuno que organizaron ING y Ethic en el marco del movimiento Bienestar Digital. Un encuentro moderado por el director de la revista, Pablo Blázquez, en el que se reunieron seis expertos para reflexionar sobre qué camino se debe tomar. Nacho Rodríguez, director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Sostenibilidad de ING, explicó que «Bienestar Digital es trabajar para que los productos sean fáciles de usar y de consumir en Internet, con procesos claros y sencillos, accesibles, además, para personas con discapacidad y también adaptados a los perfiles más jóvenes y sénior. En definitiva, facilitar el acceso y acompañar en el uso para que nadie quede atrás».

Una situación que Daniel Morales, director de Sostenibilidad y Fundaciones de MasOrange, comparó con la lectura en el pasado. «La vulnerabilidad es una huida hacia adelante. Determinados colectivos que tienen más capacidad económica van accediendo a distintos niveles de educación y otros no. Ahora, quien no maneja las competencias digitales sin ser un agente pasivo puede estar en una situación similar al analfabeto en el siglo pasado», apuntó.

¿Quién se queda fuera?

Juan Pedro Moreno, presidente del Consejo Asesor Digitaliza Madrid de la Comunidad de Madrid, se mostró muy optimista y apuntó que no estamos dejando a nadie atrás. «Lo que sí que creo es que, habiendo democratizado el conocimiento, el acceso a la información y un montón de cosas más, la diferencia a día de hoy es en qué condiciones accedes y qué nociones tienes para hacer un uso provechoso de todo eso», explicó.

Nacho Rodríguez: «Bienestar Digital es trabajar para facilitar el acceso y acompañar en el uso (de Internet), para que nadie quede atrás»

Ante estas palabras, Nacho Rodríguez mostró ejemplos de cómo avanzar ante un cambio profundo en la manera en que nos relacionamos: «Trabajamos con UNICEF España y otras entidades en programas que promueven el acceso a la tecnología y la educación digital. Mediante sesiones de coaching individualizadas, acompañamos a quienes necesitan apoyo en sus gestiones bancarias, abriéndoles nuevas posibilidades para desenvolverse con mayor confianza en el entorno digital. Para muchas personas supone un descubrimiento muy valioso, y lo agradecen».

Juan Miguel Márquez, subdirector adjunto de ONTSI en Red.es, sostuvo que la pregunta de a quién estamos dejando fuera es demasiado genérica y que habría que desgranarla bien porque, respecto a las competencias digitales, se usa la media del dato, cuando no deberíamos: «Si voy colectivo por colectivo, sí que empiezo a encontrar algunos con problemas. Si intersecciono, podemos ver perfectamente en qué grupos hay un gran problema de acceso al mundo digital».

Y añadió: «Por ejemplo, para mí, todo lo que encuentro en internet es útil. Pero porque soy universitario, de clase media, europeo… Sin embargo, personas mayores o de colectivos como el gitano nos preguntan qué hay para ellos. Lo importante no es cómo se navega –eso lo van a aprender– sino cómo les empodera, cómo integran lo que hay en el mundo digital en su vida. Eso será lo que haga que avancen o no».

El reto de la educación digital

Ante esta situación, la pregunta que surge automáticamente es quién se debe hacer cargo de esa educación digital. Idoia Salazar, presidenta y fundadora de OdiseIA, explicó que, en la asignatura de Tecnología, a sus hijos les enseñan a usar PowePoint. Pero para ella esta materia no debería ser eso o, al menos, no solo eso. «Deberían enseñarles la técnica y también sus ventajas y riesgos. Al final esto es lo más efectivo. Algo que creo que se tendría que hacer desde políticas públicas porque desde las asociaciones, por mucho que nos matemos, nunca vamos a llegar a toda la población», explicó.

Yolanda Rueda, presidenta de la Fundación Cibervoluntarios, añadió información sobre la situación que se da en las familias en la actualidad. «Nosotros trabajamos para que las personas se conviertan en agentes activos. Creemos que la tecnología nos da el poder de hacer cosas, pero tenemos que ver cómo puede ser útil. En nuestro trabajo con familias hemos visto que hay un cambio muy grande: hasta ahora la persona mayor tenía un tipo de autoridad, sabía más. Sin embargo, ha habido una pérdida de esa autoridad y las familias sienten, aunque sea falso, que los jóvenes conocen mejor las herramientas. Algo que lleva a que no haya tanta implicación. Pero de lo que no son conscientes los padres es de que hay una pérdida y de que el menor está esperando una cocreación. Por ello debe haber un acompañamiento. Ahí es donde se va a poder crear la confianza».

Juan Miguel Márquez: «Lo importante no es cómo se navega, eso lo van a aprender, lo importante es cómo les empodera, cómo integro lo que hay en el mundo digital en su vida»

Idoia Salazar se mostró totalmente de acuerdo con esas palabras, ya que para ella la familia es el foco al que hay que mirar, sobre todo ante ciertas situaciones que están sucediendo hoy en día. Puso el ejemplo de que, al no pasar mucho tiempo los padres con sus hijos, estos últimos están preguntando a la IA ciertas cuestiones sobre su vida más que a sus progenitores. «Estas tecnologías están teniendo en algunos casos más relevancia que lo que les dicen sus padres. Incluso los adolescentes le preguntan a ChatGPT por temas psicológicos o cómo ligar con su novia».

Pero el problema, como señaló Daniel Morales, es que, al no tener conocimientos sobre las tecnologías, es muy difícil que los padres les acompañen. «Todo va tan rápido que le está pasando a todo el mundo al mismo tiempo. Las personas de 30, 50 y 10 años están accediendo a los avances tecnológicos a la vez. Por eso es imposible que los adultos acompañemos a los adolescentes de una manera sensata, aunque tengamos más capacidades», contó. Por ello, según Juan Miguel Márquez, la educación tiene que llegar de manera colectiva. «Si esto nos afecta a todos, tiene un carácter de bien público. No es que mi familia me enseñe a manejarlo. Eso está muy bien, pero no es suficiente porque a día de hoy hay colectivos que están excluidos, en el sentido de que no incrementa su bienestar».

Una educación que también nos llevaría a ser más conscientes del impacto que está teniendo la tecnología en nuestras relaciones personales. La buena noticia es que cada vez lo somos más y que la conversación pública sobre estos temas está creciendo. Así lo muestra el I Estudio ING Bienestar Digital, en el que el 62,6% de los encuestados reconoce la importancia de apagar el móvil en los momentos clave. Sin embargo, solo el 39,6% lo hace habitualmente. Algo que demuestra que, aunque queda por recorrer, estamos en el camino correcto. 

Tecnología que conecta

Como ciberoptimista que es, Yolanda Rueda cree que la tecnología es una gran aliada para fortalecer los vínculos humanos. «Gracias a ella, no es necesario que estemos al lado para sentirnos cerca. En este sentido, hemos creado una herramienta, la web empodera.org, para que la gente pueda hacer cosas en común. A los jóvenes les encanta, ya que les permite emprender de otra manera: a nivel social, ecológico, que puede arreglar una necesidad de su comunidad, etcétera».

A Daniel Morales se le vino automáticamente a la cabeza cómo internet nos ayudó a enfrentar la covid-19. «Hubo muchas profesiones que pudieron sobrevivir, en el ámbito educativo, en las relaciones personales… Para mí este es un ejemplo claro de cómo puede contribuir positivamente en la sociedad», explicó.

Juan Pedro Moreno: «Hay que felicitarse por el lugar en el que estamos hoy: una situación infinitamente mejor que la de hace 50 años»

Juan Pedro Moreno dijo que, con sus sombras, el nivel de democratización del conocimiento que ha tenido la revolución digital no tiene parangón en la historia de la humanidad: «Hay que felicitarse por el lugar en el que estamos hoy: una situación infinitamente mejor que la de hace 50 años. Y lo que está por venir, aunque tenga sus sombras. A mí me preocupan mucho los mayores que viven solos. La comunicación que estas personas pueden tener gracias a WhatsApp, a la inteligencia artificial, internet… Ese salto en calidad de vida es brutal».

Un impacto positivo sobre las personas vulnerables que Idoia Salazar también ha visto en los últimos años: «Por ejemplo, personas ciegas, sordas o sordociegas pueden acceder a una presentación en PowerPoint utilizando estas tecnologías. Está ayudando a reducir mucho la brecha digital». Nacho Rodríguez cerró el encuentro con la conclusión de que la clave está en el equilibrio, «en aprender a usar las herramientas sin que ocupen todos los espacios en el día. En diferenciar entre lo que nos activa y nos recarga».

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