ENTREVISTAS

«El cambio climático se intensificará en pocos años»

Mario Molina (México DF, 1943), premio Nobel de Química y asesor de Obama, charla con Ethic sobre el cambio climático, el ‘fracking’ o la energía nuclear.

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26
noviembre
2014

Hay voces que no suenan como otras mil. Voces que cambian el mundo y cómo lo entendemos. Mario Molina (México, México DF, 1943) tiene el privilegio de tener un timbre único. Junto a su colega, F. Sherwood Rowland, predijo en 1974 que la capa de ozono se estaba reduciendo y el ser humano quedaría expuesto a enfermedades como el cáncer de piel. El responsable eran los gases CFC (clorofluorocarbonos), que entonces se consideraban inocuos. Por primera vez en la historia se admitía que el hombre tenía una capacidad destructiva sobre el planeta. Más tarde, en 1995, sus estudios y advertencias sobre los CFC le llevaron a recibir el premio Nobel de Química y a convertirse en «un científico visionario». Fueron las palabras que utilizó Barack Obama cuando le impuso el año pasado la Medalla de la Libertad, la máxima distinción que otorga el Gobierno estadounidense a un civil. Pero Molina es un ambientalista contradictorio, quizá porque lo es la propia naturaleza humana. O los tiempos. Está a favor de la energía nuclear, los biocombustibles, los transgénicos y el fracking. ¿Cómo encaja esto con el respeto a la diosa Gaia? Molina lo cuenta despacio, tranquilo, quedo. Precisando los adjetivos (‘sostenible’, ‘extremo’, ‘desastroso’). Remarcando los verbos (‘involucrar’, ‘acordar’, ‘transformar’). Escuchando las preguntas.


A la última cumbre climática de Nueva York no han acudido algunos de los principales contaminadores del mundo como Alemania, China o Rusia. ¿Un encuentro fallido?

Las expectativas no pasaban por alcanzar algún acuerdo formal. China ha hecho declaraciones y tiene arreglos bilaterales con Estados Unidos. Lo importante, viéndolo desde una manera optimista, es que esto ayudará a la reunión de París de 2015 [donde la humanidad debería cerrar un acuerdo definitivo para enfrentar el cambio climático]. Ya hay algunos compromisos, aunque no sean vinculantes. Desde este ángulo ha sido una reunión importante, que ha demostrado el apoyo de muchos países.

¿Cuál es la implicación real de Obama y su Administración en la lucha contra el cambio climático?

Estamos muy cerca del presidente, ya que formo parte de un grupo que le asesora en el reto del calentamiento global. Desde luego, Obama quiere enfrentar y solucionar el problema, pero no puede tomar medidas que pasen por el Congreso. Allí, como usted sabe, el partido republicano no ratificaría, de momento, ningún acuerdo internacional. De hecho, los republicanos todavía ponen en duda la ciencia y la existencia del cambio climático, que es algo realmente ridículo. Pero esperamos que esto cambie poco a poco. Aunque por ahora no hay manera de involucrar al Congreso de Estados Unidos.

Incluso algunos congresistas sostienen que el famoso documental de 2006 ‘Una verdad incómoda’ de Al Gore contenía errores científicos. ¿Es así?

Al Gore ha tenido muchos asesores científicos. Pero la estrategia del partido republicano es negar la seriedad del problema y dudar de la ciencia misma. El ex vicepresidente simplemente representó, digamos, a la opinión científica. Una ciencia y una comunidad, la de los científicos, que está hablando con mucha claridad de la seriedad del problema. Aunque también reconoce dudas, como qué es lo que pasará en las próximas décadas si no hacemos nada. Pero todos estamos de acuerdo en que existe un riesgo inaceptable. Eso es lo importante. Sin embargo, donde no hay ninguna duda es en que el clima ya está cambiando y que con gran probabilidad se debe a las actividades humanas.

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A pesar de las incertidumbres, ¿hay alguna pista de lo que podría suceder si el planeta mira hacia otro lado?

La certeza es que, como le dije, se trata de un riesgo inaceptable. De la misma manera que si alguien tiene un tumor y va al médico y le dice: «Tiene un 80% de probabilidades de tener cáncer, pero no se preocupe». Algunos estudios, como los de la Academia de Ciencia de Estados Unidos, advierten de que es probable que se vivan sucesos extremos que ya estamos viendo, no causados por el cambio climático, pero sí afectados: la intensidad de los huracanes, la fuerza de las sequías y la devastación de las inundaciones. Esto se intensificará con toda seguridad los próximos años. La sociedad no necesita la certeza absoluta para actuar, de la misma manera que no la necesita cuando se construye un edificio a prueba de terremotos aunque aún no haya ocurrido.

Según sus cálculos, solucionar el problema del cambio climático costaría entre el 1% y el 2% de la riqueza mundial. Parece poco dado lo que nos jugamos.

Exactamente. Hay varios mitos que se han ido extendiendo. Uno es que cualquier cosa que hiciera la sociedad le costaría muchísimo a la economía. No es cierto. Hablamos de un coste relativamente pequeño. Lo que supondría un dineral serían las inundaciones o las sequías si no hiciésemos nada.

¿Quiénes son las empresas o los sectores económicos que están poniendo palos en las ruedas para que no se resuelva el problema?

Hay empresas petroleras que, claramente, saldrían perdiendo, y también perderían algunas que usan carbón para generar electricidad. Este mineral está obsoleto, e incluso en China empiezan a parar la construcción de plantas hidroeléctricas de carbón. Estas compañías, junto a algunos financieros, son quienes han pagado una campaña que, desgraciadamente, ha tenido mucho éxito, la cual busca descreditar los planteamientos científicos del cambio climático. De tal forma que crearon el mito de que algunos científicos piensan que sí es un problema pero otros muchos creen lo contrario. Algo falso.

Se refiere al carbón. Pero cuál es su percepción de otras energías. ¿Apoya el controvertido fracking?

R. Es una solución de transición. El fracking es usar gas, que es mucho mejor que utilizar carbón, porque por la misma cantidad de energía se emite la mitad del dióxido de carbono que afecta al clima. Por eso en Estados Unidos no han aumentado las emisiones. Además para el país es una solución pensando en no depender del crudo de Oriente Medio. Algo que tiene consecuencias políticas muy importantes. Pero como le decía, es una respuesta de transición y además hay que hacerlo con mucho cuidado, porque si hay fugas importantes las ventajas se pierden. Pese a todo, la tecnología moderna nos dice que se puede explotar el gas protegiendo muy bien al medio ambiente.

Hablando de transiciones y energías. ¿La nuclear sirve para combatir el cambio climático?

Sí, la nuclear es otra gran opción. Aunque hay discusiones. Algunos piensan que es demasiado cara, pero otros lo contrario. Existe un movimiento importante entre diversos expertos en energía y cambio climático que sostienen que habría que utilizar más. Es una opción que tiene que estar encima de la mesa, y la sociedad debería invertir más en diseñar plantas más pequeñas y aún más seguras.

Otro debate encendido. El de los biocombustibles. Producir energía con recursos agrarios que sirven para alimentar a las personas. ¿Está a favor de ellos?

De nuevo la respuesta es poco clara. Se puede hacer muy bien y muy mal. Le doy un ejemplo. Cuando Europa empezó a requerir biodiesel provocó que en Indonesia se arrasaran tierras tropicales para plantar aceite de palma, y eso fue desastroso. Europa ya lo prohibió. En Estados Unidos se financiaba el uso de bioalcohol para incorporarlo en la gasolina. Esto no tenía ninguna ventaja medioambiental, se hacía para favorecer a algunos grupos de interés. En resumen, se puede hacer bien ahora que la tecnología se está desarrollando con rapidez. Pero también mal. Así que hay que examinarlo caso por caso.

Pero paradójicamente hay compañías como Monsanto, Basf o Syngenta, que producen semillas transgénicas, las cuales se beneficiarán del cambio climático.

Los transgénicos también producen mucha controversia. Pero en general, la comunidad científica está de acuerdo y da una respuesta parecida a la de los biocombustibles. Se puede hacer, si se hace con cuidado. Pero lo trascendente es desarrollar nuevas metodologías en agricultura de tal manera que haya menores emisiones. Existe un movimiento agrícola muy importante dirigido a mejorar las prácticas de cultivo con el fin de proteger el consumo de agua y asegurar que las plantas sean más resistentes. Porque si hay un gran reto es el de alimentar al planeta.

¿El problema de los gases Clorofluorocarbonos (CFC) los damos por terminado?

Se resolvió a través del Protocolo de Montreal. Un acuerdo internacional que prohíbe la producción de compuestos que dañan la capa de ozono. Es un tratado muy importante porque nos cuenta que el planeta sí puede resolver problemas ambientales globales. El cambio climático es más complicado, pero el precedente está ahí.

Formó parte de un proyecto de estudio y control de las megaciudades, que es el gran cambio que vivió el siglo XX. ¿Cuál es futuro, desde la mirada de la ecología, de estos espacios gigantes?

Estos lugares son una oportunidad para funcionar con más eficiencia, y por fortuna existen asociaciones que se están tomando esto muy en serio y ya han propuesto medidas para mitigar las emisiones que contribuyen al cambio climático. El sector del transporte y de la construcción son buenos ejemplos de ámbitos donde se puede utilizar energía mucho más eficientemente y no resulta necesario tener tantas emisiones. Y, de esta forma, eventualmente, emplear fuentes de energías renovables, que no sean ya de combustibles fósiles. Hay una gran oportunidad y no solo para detener el calentamiento global sino para que las grandes ciudades también lo sean desde un punto de vista social y de calidad de vida.

Relacionado con ese ‘gigantismo’, da la sensación que las sociedades exigen a sus economías que crezcan de forma ininterrumpida. ¿Es posible crecer indefinidamente sin esquilmar los recursos naturales?

No es un campo en el que sea experto. Pero lo sigo muy de cerca, como bastantes economistas. Y muchos están de acuerdo en que ya no se puede medir el progreso en los países en función de cuánto está aumentando su PIB. De hecho, tenemos el ejemplo de las naciones escandinavas. Tienen una calidad de vida muy aceptable y su economía no tiene que estar creciendo todo el tiempo a grandes tasas. Esto es un cambio muy importante. No exacerbar el consumo sino la calidad de la existencia. Ya que nuestro planeta tiene productos naturales limitados y tenemos que protegerlos para que sea sostenible y garantizar a las generaciones futuras un nivel de vida adecuado.

Acaba de ser nombrado consejero independiente de la Comisión Federal de la Electricidad, que, por cierto, tiene una estrecha relación con la petrolera estatal Pemex. ¿No es un lugar extraño para un premio Nobel?

En el Centro de Estudios Mario Molina, aquí en México, trabajamos mucho con el Gobierno para ayudar a tomar las medidas adecuadas de cara a la protección del medio ambiente coordinadas, a su vez, con el desarrollo económico. Tenemos bastantes lazos con la Comisión Federal de la Electricidad porque tienen el acuerdo de tener un mínimo de energías renovables, que es un compromiso reciente del presidente Peña Nieto.

Es el único premio Nobel mexicano en ciencias. En esta carestía España y México son idénticos. ¿Qué se puede hacer?

En ciencias soy el único Nobel de habla hispana. Ha habido varios, pero ninguno está aún vivo [ríe]. Hay una falta de inversión en ciencia y tecnología. El PIB que destinan ambos países no resulta suficiente. Esto empieza por decirlo, pero tenemos que integrarnos en la comunidad científica internacional. Espero que estemos cambiando de dirección. Por ahora, la explicación es que históricamente no ha sido, por desgracia, parte importante de la cultura. Y esto, sin duda, tiene que cambiar.

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