ENTREVISTAS
«Volver al carbón es como regresar a las superproducciones de los 80»
Como gobernador de California entre 2003 y 2011, situó al Estado a la cabeza de las ciudades verdes mundiales. Nos citamos con él después de que Trump decidiera sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París.
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Arnold Schwarzenegger (Austria, 1947) siempre fue un caso atípico entre las filas republicanas estadounidenses: defendió el derecho al aborto, el matrimonio gay y la legalización de la marihuana, y llevó a cabo una apasionada campaña medioambiental durante su mandato como gobernador de California entre 2003 y 2011 que situó al Estado a la cabeza de las ciudades verdes mundiales. Nos citamos con él después de que el presidente Trump –contra quien mantiene una guerra dialéctica abierta– decidiera sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París.
¿Se describiría como ecologista?
Sí. Sin embargo, el mensaje acusatorio que tiene mucha gente que defiende el medio ambiente no funciona. Hay que promover las cosas celebrándolas, poner en valor lo que existe en la naturaleza para que los espectadores se enamoren de ella. Y aquí no hay ideologías. La defensa de los ecosistemas, de los océanos, es un tema popular, porque no hay un mar republicano o un mar demócrata. Todos bebemos de la misma agua y tenemos que proteger nuestro planeta. No hay que dejar de pescar ni de comer carne. Tenemos que ser inteligentes en cómo usamos las cosas. Es como con el dinero cuando estás en el Gobierno. Todo depende de cómo se administre y de que siempre se deje un poco al costado para cuando llegue la época de las vacas flacas. Se puede vivir de los intereses en lugar de comerse el capital. Hay gente, como James Cameron, que ha dicho que no hay que comer nada de carne. En cambio, yo creo que hay que reducir el consumo. Yo como carne tres veces por semana y los otros cuatro días me abstengo. La superpoblación de vacas genera muchísima polución. Para poder satisfacer una dieta absolutamente carnívora hay que generar muchísimo ganado, mantener grandes campos y tener el agua y los tractores necesarios. Para eso, hay que desmontar bosques y selvas en varias partes del mundo, incluyendo Brasil. La fórmula correcta es hacerlo de forma medida y controlada y, sobre todas las cosas, con inteligencia.
«En California demostramos que se puede proteger el medio ambiente y mejorar la economía al mismo tiempo»
Creció en Austria, rodeado de naturaleza. ¿Su interés por el medio ambiente tiene relación con esa infancia?
Por supuesto. En Graz llevábamos una vida rural. Mi madre sacaba las zanahorias y las patatas de la tierra, teníamos un gran jardín y vivíamos de lo que crecía en ese lugar. Allí se protegía el bosque y los animales salvajes, porque solo se podía cazar unos meses al año. Siempre tuve mucho respeto por la naturaleza. En ese entonces, no imaginaba que un día la íbamos a poner en peligro. Nunca lo vi como un tema ambientalista, sino como algo de la vida cotidiana. Pero, cuando me convertí en gobernador, empecé a hablar con científicos y a analizar estudios, y comencé a entender la magnitud del problema. Entonces comprendí que estábamos matando a siete millones de personas al año a través de la contaminación. Yo creo que el Gobierno debe defender a la gente y, por eso, es su responsabilidad hacer todo lo que esté a su alcance para proteger el medio ambiente, eliminando los combustibles contaminantes, transformando la basura en energía y evitando que la polución llegue a los océanos. Fue por eso que implementé leyes ambientales muy severas en California. Están entre las más estrictas de Estados Unidos e incluso del mundo. Así, demostramos que uno puede proteger el medio ambiente y mejorar la economía al mismo tiempo. El año pasado, el crecimiento en Estados Unidos fue del 0,7, mientras que en California fue del 5. Logramos un boom económico protegiendo los ecosistemas. Eso es lo que debería aplicarse en todo el mundo.
Francia está ciertamente a la delantera en todo lo que tiene que ver con la defensa de los ecosistemas.
Los franceses hicieron un trabajo extraordinario el año pasado. En realidad, lo llevan haciendo desde hace bastante tiempo. Cuando se determinó que Francia sería la sede del Acuerdo de París, se pusieron en contacto con California, no solamente con el actual gobernador sino también conmigo. Ellos me dijeron que necesitaban mi ayuda. No hay forma de que un solo Gobierno pueda rescatar al mundo, lo tenemos que hacer todos juntos. De eso hablé precisamente en mi discurso de bienvenida a los estudiantes de la Universidad de Houston. Les dije que nunca pensaran que podían llegar lejos sin contar con los demás. Nadie lo logra. Nosotros contamos con millones de personas que nos ayudaron. Y lo que hicieron los franceses fue verdaderamente inteligente. Ellos tuvieron la visión de adónde querían llegar. Hollande me invitó, tuvimos una reunión en la que me explicó que el objetivo era lograr un acuerdo mundial que se firmara en París. Lo planificaron muy bien y todos participamos hasta llegar a concretarlo. Fueron país por país buscando compromisos. Y, cuando llegó la fecha de la firma, supieron qué hacer para conseguirlo. Un proceso que podría haber tardado 20 años se resolvió muy rápido. Por eso, Hollande, por más que haya tenido sus problemas, siempre será para mí un gran líder. Creo que ahora el desafío es proteger lo que se ha logrado. Es mucho más fácil conseguir que se firme un documento a que se cumpla. Por eso, para nosotros es muy importante que se entienda cuál es el papel que juega el océano en todo esto. La mitad de la comida que consumimos viene del mar. La mitad del oxígeno se genera allí. Es un elemento esencial para la vida en la Tierra y por eso lo tenemos que proteger. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance. No es algo que puedan resolver solamente los Gobiernos. Solo lo podrán hacer si el sector privado, el de las organizaciones de beneficencia y los individuos participan. Creo que lo que ha hecho que Estados Unidos sea el país que es hoy son las cosas que se han generado desde la base. El movimiento por los derechos civiles comenzó así. A Washington no le interesaba resolver el tema del conflicto racial. El movimiento por el voto femenino también comenzó de la misma manera. El Gobierno norteamericano no tuvo ninguna injerencia en el tema. El apartheid no lo terminó el Gobierno sudafricano, fue la gente la que luchó para que concluyera. Los ejemplos son muchísimos. Fue el pueblo indio el que consiguió su independencia. Al Gobierno inglés no le quedó otro remedio que aceptarla y concederla. Lo mismo vale para el tema ecológico.
¿Qué opinión le merece que el presidente de Estados Unidos niegue el cambio climático?
Lo que importa es que avancemos. Cuando él habla a favor del uso del carbón, soy el primero en salir a criticarlo y decir que está yendo hacia atrás. Hay que aprovechar las nuevas tecnologías. No queremos usar carbón en nuestras plantas eléctricas, algo que en California está prohibido. Volver al carbón es como regresar a las superproducciones de los 80. Es algo del pasado. Nadie va a volver a usar carretas tiradas a caballo cuando existen los camiones.
«La mitad de la comida que consumimos viene del mar y la mitad del oxígeno se genera allí. Debemos protegerlo»
Mirando hacia atrás, ¿de qué está más orgulloso como gobernador?
Creo que lo más importante es que yo nunca pensé en lo que podía ser bueno para mí, sino lo que yo podía hacer por los demás. Mis padres me enseñaron que uno tiene que devolverle a su país y, ya desde que era campeón de culturismo, pensé en cómo usar mi estrellato para mejorar ese deporte e inspirar al resto del mundo para que hiciera más ejercicio. Cuando conocí los Juegos Paralímpicos a través de mis suegros, me entusiasmé y me convertí en entrenador, viajando con atletas discapacitados por el mundo para lograr que los Juegos Paralímpicos fueran aceptados por la sociedad. Cuando me convertí en gobernador, lo hice porque sentía la necesidad de suspender mi carrera cinematográfica para servir a la sociedad. Y, mientras estuve allí, creo que lo más importante que logré fue la aprobación de leyes ambientales, con las que conseguimos que nuestro estado se convirtiera en líder en el resto del mundo, marcando cuál era el camino que había que tomar, sobre todo en lo que tiene que ver con energía verde y renovable. También logré que se aprobara un paquete de medidas para la investigación sobre células madre que en su momento era el más importante en el mundo. Pude lograr ciertas reformas políticas al establecer primarias abiertas para demócratas y republicanos y al cambiar el diagrama electoral, porque el sistema político en Estados Unidos es corrupto. Los políticos diseñan sus distritos de acuerdo a sus conveniencias políticas, pero en California, a partir de mi mandato, es la gente la que diseña esos distritos, no los políticos. Debo decir que disfruté mucho extraño. Si hubiera nacido en Estados Unidos, me habría presentado a la carrera por la presidencia. Creo que hubiese tenido un impacto similar a cuando me postulé para gobernador. Me resultó muy fácil sobresalir entre la multitud, sobre todo porque tenía cosas que decir y una misión que cumplir.
Dwayne «The Rock» Johnson ha dicho que está pensando en lanzar su propia candidatura presidencial. ¿Le ve futuro?
No lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que es muy inteligente. Es un gran atleta y una persona encantadora. Tiene una gran visión y buenas intenciones. Además, ha llegado tan lejos con su carrera, y lo ha hecho subiendo de nivel paso por paso, que todo es posible para él. Me alegra que lo esté pensando. Yo creo que abrí ese camino de la misma manera que lo hizo antes que yo Ronald Reagan, o John Glenn, que fue astronauta. Bill Bradley también lo hizo: fue uno de los mejores jugadores de baloncesto y luego fue senador. A los políticos profesionales no les gustan estos cambios de carrera. Creen que ellos han de tener el monopolio de la política. Por eso, cuando alguien se mete en el juego desde afuera, como lo hice yo, no les gusta demasiado.
«Me mudé a la tierra de las oportunidades y, ciertamente, yo tuve la mía»
¿Cambiaría algo en su vida?
No. Ha sido tan maravillosa que no cambiaría nada, ni siquiera mis errores, mis fracasos o las subidas y bajadas. Soy un hombre feliz y no intercambiaría mi vida con la de nadie. Siempre se lo agradezco a Dios y a Estados Unidos, porque no logré las cosas solo, siempre me ayudaron mucho. Creo que llegué al país acertado. Me mudé a la tierra de las oportunidades y, ciertamente, yo tuve la mía.
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