Cultura

«Para mí, la vida es un simulacro que solo adquiere realidad cuando se escribe»

Fotografía original

Cecilia Diaz Betz
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
19
diciembre
2024

Fotografía original

Cecilia Diaz Betz

Javier Peña (A Coruña, 1979) lleva más de veinte años viviendo en Santiago de Compostela, ciudad a la que se mudó para estudiar Periodismo. Trabajó en la redacción gallega del diario ‘As’ y, más tarde, como redactor de discursos en la Conselleria de Cultura de la Xunta. Tras publicar dos novelas que enlazaban con estas ocupaciones ahora acaba de lanzar su primer ensayo, ‘Tinta invisible’ (Blackie Books, 2024), en el que gestiona el duelo por la muerte de su padre a partir de la narración en cascada de anécdotas de vidas de escritores. Con la misma editorial también produce ‘Grandes Infelices’, un pódcast en el que recorre las circunstancias que llevaron a los escritores a escribir lo que escribieron.


¿Cómo nació el libro?

Por casualidad o porque tenía que nacer, no lo sé muy bien. Mi intención era hacer un libro sobre la pregunta central de mi pódcast: qué le ocurrió a un autor para publicar lo que acabó publicando. A mí, conocer ese contexto me resulta muy placentero cuando estoy sumergido en la lectura. Pero durante la enfermedad de mi padre y después me fui dando cuenta de que mi forma de estar en el mundo, que es rodeado de libros, no se entendía sin él. Comprendí que era una figura que debía estar presente.

Cuenta que no se hablaron durante cuatro años y que retomaron el contacto cuando él enfermó. Sin embargo, el libro pasa de puntillas sobre la relación que mantuvieron.

Desde el principio tuve claro que no quería que fuera un libro sobre nosotros, sino sobre otros libros. Lo que ocurre es que cuando él estaba ya muy enfermo y nos teníamos que despedir, en vez de hablar de nuestros sentimientos, nos contábamos historias y hablábamos de libros. Ahí supe de verdad que, sin él, no habría sido escritor. Él me había regalado las historias y nunca se lo había agradecido. Pero, efectivamente, no he incluido de manera deliberada la causa del distanciamiento.

También deja al margen otras cuestiones menos escabrosas, como esas conversaciones del final. Solo conserva las relativas a libros e historias compartidas.

Realmente en el hospital y luego en casa en los últimos días no hablamos de nada más. Hablamos de cuestiones más funcionales, como «no hagas esto o lo otro que tu madre se va a enfadar», pero las conversaciones giraron siempre en torno a relatos comunes.

¿El planteamiento se explica porque en la división que se suele hacer entre escritores que se atreven a contarlo todo y escritores que creen que hay que poner límites para no hacer daño, usted se sitúa con los segundos?

No lo he pensado en esos términos, pero no quiero que se interprete que me pongo muchos límites porque realmente no es así. Uno cuando escribe no debe tener reservas. En mis novelas, a través de diferentes personajes uno puede intuir el tipo de relaciones que mantengo, con mis padres sin ir más lejos. Lo que pasa es que en este caso ha sido diferente porque cuando se produjo el fallecimiento, hace ahora tres años, entré en estado de shock. Prácticamente no lloré y, de alguna manera, estaba mal. Me considero una persona muy cariñosa con todo el mundo, pero siempre he sido incapaz de abrirme con mis padres. Por eso escribir este libro ha sido sanador.

«Uno cuando escribe no debe tener reservas»

¿En qué sentido, en el de haberle dejado un poso de plenitud?

Más que plenitud, la palabra es justamente esa: sanación. O perdón, si quieres. Gracias al libro me he perdonado la discusión que me alejó de mi padre y de mi madre, pero lo fundamental no es eso, porque esas discusiones y alejamientos se producen en las mejores familias; lo importante es que me ha permitido mostrar mis sentimientos a quienes más he querido y quiero, y eso tiene mucho valor, aunque mi padre ya no esté.

Hay quien diría, no obstante, que además de un componente de cura, los libros tienen otro de huida. Hacer sobre el papel lo que uno no pudo o no es capaz de hacer en la realidad. ¿Ha pensado en esto mientras escribía?

En absoluto. Para mí, esa oposición no existe. En mi caso la necesidad de estar frente a una página en blanco es más fundamental que la de vivir. Y sospecho que eso es algo compartido. Para el escritor, la escritura es el refugio que permite coger fuerza, que hace que la vida sea posible. Por tanto, no; ahí no hay ninguna cobardía. Obviamente, uno tiene que vivir, pero yo hasta que no escribo no siento de verdad que he vivido. Por poner un ejemplo, hace unos meses me lo pasé muy bien en la fiesta del libro de Medellín, entre otras cosas porque es una ciudad donde el pódcast tiene muy buena acogida, pero más que en vivir esos momentos, mi mente estaba en cómo iba a recordarlos. Para mí, la vida es un simulacro que solo adquiere realidad cuando se escribe.

¿Quizá por eso le interesan tanto las vidas de los escritores?

Sin duda. Creo que vida y obra coinciden al 95%. Pero además hay otra razón: me he considerado siempre infeliz, y creo que la infelicidad puede rastrearse fácilmente en las biografías de muchos escritores. Con infeliz me refiero a que durante toda mi vida he sentido que me faltaba algo, incluso ahora que me dedico a lo que quiero, tengo una relación de pareja que funciona, amigos y recursos económicos suficientes. Repasar vidas de personas que se dedicaron a lo mismo que yo me ha permitido saber que eso mismo les ha ocurrido a otros. Es algo terapéutico.

Señala que el ego es una de las cualidades que define al escritor. ¿No es generalizar demasiado? Le podrían replicar que mismamente en ámbitos que usted conoce, como el periodismo o la política, es también bastante manifiesto.

Puede ser. Pero yo defendería que hay una circunstancia que hace que el ego del escritor, del creador en general, sea mayor. Cuando escribes, expones algo que te afecta de lleno y por esa implicación personal el juicio de los demás te importa más. En la política o en el periodismo, tu vida personal no está tanto en juego. Y hay otra razón. Creo que el ego aumenta con la inseguridad, y en la literatura es muy difícil estar seguro de algo porque no existen criterios claros de lo que es un buen escritor, de qué significa ir por el buen camino. Eso, de nuevo, no pasa en otros ámbitos.

«Cuando escribes, expones algo que te afecta de lleno y por esa implicación personal el juicio de los demás te importa más»

También se refiere a la industria editorial. La considera endogámica. ¿Lo dice de forma absoluta o con matices?

A mí me ha parecido una actitud generalizada. Lo he visto en Galicia y en España y hace no mucho me contaban lo mismo de Argentina. Los lectores deben saber que tener un sitio en las mesas de novedades, participar en encuentros literarios importantes o ser seleccionado para participar en residencias literarias es muy difícil y para conseguirlo normalmente tienes que conocer a ciertas personas que tienen la capacidad de colocarte aquí y allá.

¿Quiénes son esas personas?

Lo sabemos todos. Editores, escritores, periodistas, gente de los Gobiernos. No es que yo quiera meterme mucho en este debate porque no me interesa, pero es importante que el público sepa que estas conexiones existen.

¿Pero es la misma situación la de alguien que crece rodeado de personajes culturales y la de quien acaba publicando algo con mucho esfuerzo, después de llamar a una docena de puertas de escritores, editores, periodistas culturales…? Su libro sugiere que es así.

En ambas situaciones es clave la influencia. Desde ese punto de vista, el procedimiento de acceso a la literatura sí se parece. Ahora bien, sé perfectamente que son cosas diferentes porque en un caso la valía no importa tanto y eso da una ventaja enorme. En el caso del que va a una presentación a hablarle a un escritor del libro que está preparando para ver si le echa una mano o del que se deja ver por cualquier sarao donde haya periodistas… pues, en fin, te diría que la literatura es una industria lo suficientemente depauperada como para no criticar el modus operandi de casi nadie. Lógicamente, lo ideal sería no depender más que de un editor que te lee y te valora o, si acaso, de un agente, pero como eso ocurre raras veces todos somos un poco comerciales. Yo he tenido la enorme suerte de que fuera así, pero me considero un afortunado.

«La literatura es una industria lo suficientemente depauperada como para no criticar el modus operandi de casi nadie»

Una última pregunta: habiendo tenido varias profesiones, sorprende que sitúe a los escritores fuera de la realidad. Entre otras razones, porque la escritura no se agota en quienes tienen ese título: un científico, un tendero o alguien que hace las tareas del hogar pueden escribir cuando han terminado sus ocupaciones del día textos asombrosos.

Estoy de acuerdo en parte, aunque haría dos comentarios: muchas veces, sin una dedicación plena, es difícil obtener resultados. Pondría como ejemplo mi propio caso: llevo más de cinco años totalmente entregado a esto, he escrito tres libros y, aun así, si no hiciera otras cosas, como el pódcast, no tendría ni para vivir. Imagínate si tuviera que conciliar con uno de los trabajos que tenía antes. Y, por otra parte, creo que cuando alguien se dedica a escribir, y vuelvo al germen de infelicidad del que hablaba antes, tiene que existir cierta inadaptación, una aspiración de vivir, siquiera a ratos, en un mundo paralelo. Es la idea de Pessoa en el café diciendo: «la vida será así, pero yo no la acepto». Ese es el verdadero escritor.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

He aprendido a ser sucio

Sergio del Molino

Lejos de rozar lo magnífico, lo que importa de un libro es que huela a su autor, que transmita ese aroma, esa manía.

El arte de caminar

Esther Peñas

Pasear tiene algo de instintivo y de exuberancia que, durante siglos, ha causado fascinación en la literatura.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME