Siglo XXI

Catherine L’Ecuyer

«Dentro de poco se considerará el ‘smartphone’ un producto no apto para menores de edad»

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19
febrero
2025

Catherine L’Ecuyer es doctora en Educación y Psicología, investigadora, divulgadora y autora de varios libros sobre temas educativos, como ‘Educar en el asombro’ (Plataforma Editorial, 2013) o ‘Conversaciones con mi maestra’  (Espasa, 2021). En España, es una de las voces más críticas contra el uso de nuevas tecnologías por parte de los niños. Hablamos con ella sobre la relación de los más jóvenes con los dispositivos. 


Afirmas que nunca antes se habían leído tantos libros de crianza, ni había habido tantos gurús de la maternidad/paternidad, ni se había reflexionado tanto sobre cómo educar a los hijos. ¿Está esto sirviendo para hacer las cosas mejor o solo para sentirnos culpables por todos los errores que cometemos?

El problema de estos libros de receta es que enfocan la crianza y la educación desde el punto de vista del «cómo» y del «qué», no atienden los porqués ni los «para qué» de la educación. Son recetas que despojan a los padres de la sensibilidad paternal y maternal, que tanto hacen falta para anticiparnos a las necesidades reales de nuestros hijos.

En tu libro Educar en el asombro planteas que la velocidad de la vida contemporánea y la omnipresencia de las pantallas están acabando con la capacidad de asombro de los niños, estresándolos desde la más tierna infancia. El libro fue publicado hace ya más de 10 años. ¿Está ahora la situación peor que cuando lo escribiste?

Yo creo que sí, por causa de la invasión de las pantallas. Antes hablábamos de series, de DVD y eran unas pocas horas a lo largo del día. Ahora hay más pantallas que ventanas en las casas y hemos alcanzado un nivel de horas de consumo diario que es catastrófico. Ante la pantalla, el niño está pasivamente al remolque de los estímulos frecuentes e intermitentes. Es lo contrario del asombro, que es estar disponible a la apertura activa ante la realidad. El asombro es el deseo de conocer.

«Hemos alcanzado un nivel de horas de consumo diario de pantallas que es catastrófico»

Si los niños y niñas están perdiendo la capacidad de asombro, ¿cómo pueden recuperarla?

Recuperando lo que hemos perdido. Respetando el deseo de conocer, las etapas de la infancia, la inocencia, la sed de misterio, de belleza, los ritmos del niño. En definitiva, las leyes naturales de la infancia.

¿Cómo afecta a las criaturas la sobreestimulación por el uso de pantallas?

Los niños están cada vez más inadaptados a la realidad. La sobreestimulación sube su umbral de sentir y hace que se acostumbren a una velocidad y a unos ruidos que no existen en el mundo real. Después, todo les parece aburrido e indigno de su atención. Hay que bajar el nivel de estímulos y de estrés de forma que los niños vuelvan a saborear la belleza de la lentitud: leer un buen libro, estar en una conversación, cenar juntos y mirarnos a los ojos, tener amistades reales y cuidarlas, dar un paseo por la naturaleza, cuidar de un huerto, valorar la familia y las cosas pequeñas cotidianas…Asombrarse ante las estrellas, ante el caos logístico de una fila de hormigas… Es que estamos perdiéndonos la vida mientras estamos en línea.

«Hay que bajar el nivel de estímulos y de estrés de forma que los niños vuelvan a saborear la belleza de la lentitud»

¿Cómo valoras las iniciativas que buscan retrasar el uso del smartphone lo máximo posible en la adolescencia?

Necesarias. Hemos vivido miles de años sin el smartphone y de repente lo consideramos imprescindible. Algo no funciona en esa forma de pensar. No tengo ninguna duda: dentro de poco, se considerará al smartphone y las redes sociales productos no aptos para menores de edad, igual que pasó con el tabaco. Solo es cuestión de tiempo.

La mayoría de los padres y madres se sienten mal por no pasar suficiente tiempo con sus hijos e hijas, y la falta de conciliación laboral es un problema ineludible para muchísimas personas. Al mismo tiempo, muchos estudios aseguran que este es el momento de la historia en el que los padres juegan más con sus hijos y más atención les prestan. ¿Por qué nunca parece suficiente?

Me gustaría ver estos estudios. Habría que ver lo que entienden por jugar con los hijos. Los niños no necesitan ver Netflix, ir a PortAventura y matar en un videojuego. Tampoco necesitan chiquiparques, regalos materiales o ir a tomar helado a todas horas. Quieren que estemos disponibles. Tiene más valor pasarse dos horas en casa leyendo un libro con un niño jugando solo a dos pasos que agobiarse yendo un fin de semana a Disneyland corriendo de una atracción a otra. Los niños necesitan tranquilidad. Lo que más impacta en su buen desarrollo es la presencia de nuestra mirada disponible y atenta. Luego es importante no confundir tiempo con los hijos con sobreprotección. Hay que dejar a los niños ser protagonistas y dejar de vigilarles a todas horas. Hay que apostar por un ambiente preparado en función de sus necesidades y dejarles jugar en paz. Es curioso que haya tanta sobreprotección en el mundo real, mientras hay tanto abandono en el mundo online.

«Los niños necesitan tranquilidad: lo que más impacta en su buen desarrollo es la presencia de nuestra mirada disponible y atenta»

En alguna ocasión has hablado de los «niños trofeo», que son un accesorio de estatus para sus padres. Es algo que se ve mucho en redes sociales, con familias que parecen coleccionar bebés para mostrarlos (y monetizarlos). ¿Es una tendencia que va a más?

Ha ido a más con las redes sociales. Es difícil resistir a la presión de exponer a los hijos en redes. Yo misma he sentido esa tentación en numerosas ocasiones. Todos los padres pensamos que nuestros hijos son guapos, buenos y maravillosos. Pero no es buena idea ventilar su intimidad en el mundo digital. Tienen derecho a no tener huella digital hasta los 21 años, que es el momento que marca el fin de la edad pediátrica. Sé que tiene consecuencias difíciles para los influencers, yo misma he tenido un retroceso importante en las redes sociales porque no compartir fotos íntimas significa quedarse atrás. Pues bendito sea quedarse atrás, no me arrepiento nada de no haber cedido a la presión.

También has mencionado varias veces cómo se está acortando el periodo de infancia. ¿Es posible revertir el proceso?

La infancia es cada vez más corta porque exponemos a los niños a realidades que no corresponden a las etapas de la infancia y a su mundo interior. Es posible revertir parte del proceso, pero hay imágenes que se quedan. Las imágenes a las que exponemos a nuestros hijos pasan a formar parte de su mundo interior e impactan en su sentido de identidad. Es más serio de lo que nos pensamos.

«Todos los padres pensamos que nuestros hijos son guapos, buenos y maravillosos, pero no es buena idea ventilar su intimidad en el mundo digital»

¿Qué son los neuromitos y cómo influyen en la educación actual?

Los neuromitos son interpretaciones erróneas de la neurociencia aplicadas al mundo de la educación. Por desgracia, colonizan el mundo educativo. ¿Ejemplos? Pues la idea de que todo se juega entre los 0 y los 3 años es un mito. No hay periodos críticos para el aprendizaje. Otro mito es el del enriquecimiento, esa idea de que hay que estimular a los niños todo lo que se pueda. De hecho en ese mito está la base de la sobreestimulación de la que hablamos antes. Hay que educarse, la educación tiene que basarse en las evidencias, no en las ocurrencias.

¿Cómo se puede educar a los niños y niñas en el aprecio de la belleza?

Para educar en la belleza, es preciso rodearles de oportunidades de belleza. Hay que cuidar mucho los contenidos audiovisuales que ven nuestros hijos. Por eso no tiene sentido que tengan una pantalla en el bolsillo que les permite acceder a todo.

«Es curioso que haya tanta sobreprotección en el mundo real, mientras hay tanto abandono en el mundo online»

¿Cuál es la diferencia entre inculcar y educar?

Inculcar es meter hacia dentro por la fuerza. El mecanicismo educativo de «la letra con sangre entra» postula que la realidad se inculca. Por desgracia, el sistema educativo está empapado de mecanicismo. Educar, en cambio, es sacar lo mejor del niño o del joven. El niño es protagonista en cuanto es el que aprende, nadie aprende por él. Pero, ojo, sacar lo mejor no quiere decir que el maestro no tenga que llevar las riendas en transmitir el conocimiento. Ese matiz es importante.

Cada vez que se publican los informes PISA se debate largo y tendido sobre el deterioro de la calidad educativa en España. ¿Estás de acuerdo con esa valoración? ¿Cómo podrían mejorar las escuelas?

En Conversaciones con mi maestra, presento las tres corrientes educativas que han existido desde Platón. Hay dos corrientes que no dan buenos resultados a largo plazo: la mecanicista y la constructivista. Yo defiendo la tercera corriente, la clásica.

¿Sigue el conductivismo siendo la tónica general en la educación oficial o esto ha cambiado en los últimos años?

El sistema educativo es cada vez más tendente al constructivismo, pero sin dejar atrás por completo los errores del conductismo. El constructivismo es la idea de que el niño construye su propio aprendizaje en base a su representación de la realidad. No comparto tampoco esa forma de pensar. La realidad, ni se inculca, ni se construye, se descubre. Con asombro.

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