TENDENCIAS
Cambio Climático

Cómo la trashumancia combate el cambio climático

Desde hace un par de años, la trashumancia es patrimonio inmaterial de la Humanidad. Pero más que verla como una reliquia cultural, es un poderoso activo contra los retos de la emergencia climática.

Fotografía original

CamDib
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
20
noviembre
2025

Fotografía original

CamDib

Cada mes de octubre, el centro de Madrid es conquistado por las ovejas, para deleite de los turistas, los curiosos y los medios de comunicación. Al fin y al cabo, las fotos que dejan las ovejas que circulan por las calles emblemáticas y ante los monumentos icónicos son impresionantes. Pero las ovejas no están allí ni para hacer turismo ni para ser icónicas, sino como parte de una práctica milenaria: la trashumancia.

Cada año, las ovejas emprenden camino de unas zonas a otras para acceder a nuevos pastos o afrontar los cambios de temporada.

La trashumancia fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco hace un par de años. Con ello, se quería reconocer el impacto y el valor de esta práctica, que se realiza –en este caso– en España y en otros países europeos. «El reconocimiento de la Unesco es un gran paso, pero la trashumancia tiene dos grandes problemas que hacen peligrar su continuidad: la falta de relevo generacional y que cada vez hay menos hierba para el pasto», le decía entonces a El País el veterinario Francisco López, hijo de pastores trashumantes de La Matea, en Santiago-Pontones (uno de los municipios que han logrado mantener la práctica).

López explicaba que estaban ya viendo el impacto directo que el cambio climático tenía sobre la reproducción de la cabaña (al alterar el clima, se alteran los ciclos reproductivos) y sobre las zonas que alimentan a esas cabras y ovejas. Y, por supuesto e igual que pasa con otras muchas vertientes de la agricultura y ganadería tradicionales, esto es algo que económicamente se ha vuelto complicado.

Esto ocurre a pesar de que esta es, a su vez, una actividad muy importante para luchar contra los efectos del cambio climático.

En algunos lugares se están empleando ya ovejas o cabras ‘bomberas’ para la prevención de incendios forestales, ya que limpian los montes

La trashumancia ayuda porque sus ovejas y cabras cuidan el territorio. Estos animales se encargan de comer matorrales y matojos y, con ello, de limpiar los montes de maleza que, en caso de incendio forestal, avive las llamas y complique el apagado del fuego. De hecho, en algunos lugares (y sin ser trashumantes), se están empleando ya las que se conocen como ovejas o cabras bomberas para la prevención de incendios forestales. Ahí están las vacas cachenas autóctonas que limpian uno de los montes comunales de la comarca de Vigo o la iniciativa Rebaños de Fuego-Ramats de Foc catalana que mantiene limpio el bosque mediterráneo con ovejas, cabras y vacas y luego comercializa productos derivados sostenibles.

Pero, volviendo a la trashumancia, sus ciclos de movimiento logran también mantener vivos los territorios. «La trashumancia tradicional española cobra una dimensión de excepcional importancia, pues permite el aprovechamiento sostenible de grandes extensiones de nuestro territorio, condenadas de lo contrario a la desertización y al abandono», escribe Jesús Garzón, de la Asociación Concejo de la Mesta. Estas ovejas y cabras pueden cambiar de zona según las condiciones climáticas.

Estas migraciones ayudan también a mantener en uso y con buena salud la red nacional de vías pecuarias, algo que reivindican desde los entornos ganaderos porque de paso crean rutas que benefician también a otras especies, algo especialmente importante en un contexto de estrés climático como el actual.

La despoblación de las zonas rurales hace que luchar contra los retos de la emergencia climática sea más complicado

Estos animales no podrán acabar solos con el cambio climático, pero sí crear herramientas frente a sus retos. «Más que mitigarlo, ayuda a adaptarse a él», explica el biólogo y ganadero Felipe Molina. «En el caso de la trashumancia tradicional extensiva, frente a la ganadería intensiva que se desarrolla en naves, al practicarse en campo abierto y las 24 horas de los 365 días del año, modifica la relación con el entorno y la naturaleza de forma muy positiva», suma. De hecho, más allá de comer la maleza no deseada, también crean un manto de vegetación positivo. Como explica este experto, logran crear un paisaje que «protege el suelo y contribuye a la reducción de CO2».

Y, finalmente, también pueden tener un impacto positivo a nivel social. La despoblación de las zonas rurales hace que luchar contra los retos de la emergencia climática sea más complicado. Si nadie vive en esos territorios no solo se tardará más tiempo en detectar problemas, como puede ser el fuego, sino que además se abandonarán bosques y terrenos. Como recordaban en primavera desde Fademur al hilo de la 2ª Feria de la Trashumancia, esta «sigue siendo una actividad que juega un papel muy importante en la lucha contra la despoblación y el impulso a la economía local».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Convivir con el fuego

La prevención y el impulso sostenible a las zonas rurales despobladas pueden ayudar a evitar grandes incendios.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME